Medias locas para doctores

(Por: Francisco Parada Walsh)

Cada primer viernes de junio, médicos del mundo se visten con medias de colores, disparejas, llamativas y creativas como símbolo de la campaña “Crazy socks 4 Docs”, que busca concienciar a la comunidad médica ante las altas cifras por depresión, agotamiento profesional y suicidios que presenta este grupo poblacional a nivel mundial.

Ariel Alarcón, psiquiatra y docente de la universidad del Rosario en Bogotá, manifestó que actualmente la tasa de suicidios en médicos es del 8%, mientras que en mujeres médicas la cifra se cuadruplica. “La tasa de suicidio en la comunidad médica pertenece al doble de la tasa de la población mundial en general. Actualmente la cifra de suicidios en el mundo pertenece al 4 %, en médicos es del 8 % y las mujeres presentan cifras superiores debido a los niveles de estrés que manejan” expuso el especialista.

El párrafo anterior señala un grave problema por el que atraviesa el personal de salud, pareciera ser un tema prohibido para menores de edad, hablar sobre el suicidio es un tabú y mucho más cuando se trata del personal de salud. Serán los siquiatras quienes pueden abordar esta triste epidemia desde el punto de vista científico y técnico y será mí deber hablar sobre algo que parece que no existe, que no se da pero está ahí, afectando directamente al personal médico.

Al escribir este sencillo artículo deseo fervorosamente lanzar un grito de ayuda para que cualquier sintomatología que presente el personal de salud por sencilla que parezca sea abordada oportunamente y seamos parte de la solución y no agravar el problema; para algunas personas el suicidio es sinónimo de debilidad cuando sabemos que no es así y debido a que el suicidio tiene nombre y apellido en El Salvador es que apelo a que activemos las alarmas ante un quebranto de salud de un compañero, de un médico interno, de un médico residente y de cualquier colega que en algún momento entra en ese fatídico túnel donde no hay luz al final, solo tinieblas, pesadillas, inseguridades, miedo al futuro.

Recientemente un estudiante de medicina intentó quitarse la vida, no hablaré sobre las causas y los demonios que acecharon la mente de este futuro profesional sino que señalaré que nadie está exento de sucumbir en sus fuerzas y vivir una tragedia de tal magnitud.

La depresión es un trastorno que cada vez afecta más a la población y a pesar de haber recibido el mejor abordaje profesional por el maestro de maestros Dr. Francisco “Paco” Paniagua hay días cuando abro la puerta es la depresión la que toca y el suicidio esta al final de la banca. El suicidio no es selectivo de determinado grupo económico o profesional, es una dura realidad que sus causas y su abordaje terapéutico se quedan cortos y como médico es mi deber señalar un tema que cada vez afecta más a la población; claro, es más fácil voltear la mirada hacia otro lado que decididamente hacer un abordaje profesional a aquel que presenta un cuadro clínico depresivo o agotamiento profesional.

Desde el punto de vista laboral soy testigo que una ley que en apariencia, (léase bien: en apariencia) traería mejoras en cuanto a horarios que respeten tanto la integridad física y emocional del estudiante o del médico ha resultado todo lo contrario; tenemos personal de salud trabajando cual mano de obra barata sin tener la mínima defensa y es esa una de las causas que fragmentan la voluntad y la mente del futuro suicida.

Pareciera que la prioridad de un ministerio de salud es que no falten medicamentos ni médicos para la buena atención del paciente pero debe la ministra de salud revisar concienzudamente los horarios abrumadores a que es sometido el personal de salud y considerar a cada uno de ellos como el barro que moldea el orfebre. Sin duda alguna no solo el personal médico está sometido a presiones que pueden desencadenar en un suicidio sino que el personal de salud adolece de depresión, agotamiento y sobre todo, de ese respeto tan necesario para la convivencia humana.

Debe la sociedad de Psiquiatría manifestarse ante este nuevo drama que de manera silente ataca al gremio médico. En un país donde muere un promedio de diez personas al día, pareciera que la muerte de un estudiante de medicina poca trascendencia tiene, pero ¡por favor!, la vida no es cuantitativa sino cualitativa.

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