(Por: Francisco Parada Walsh)
«En la mitología griega, Narciso era un joven con una apariencia bella, hermosa y llamativa. Todos los hombres y mujeres quedaban enamorados de él, pero éste los rechazaba. Para castigar a Narciso por su engreimiento, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de separarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas”.
En la mitología cuscatleca, Abelino era un sencillo jornalero que trabajaba la tierra de unos amigos, mientras la sobriedad cobijaba al menudo Abelino, éste, apenas levantaba la mirada, el sombrero eran sus ojos y el corvo su alma; ese “buenos días patroncito” me molestaba pues nadie está ni arriba ni abajo en la vida; llegaba el fin de semana y con un fogonazo de alcohol entre pecho y espada ya Abelino daba paso a la valentía, al machismo y el educado saludo se convertía en un: “Doctor patas secas, patas secas, viejo jueputa, jueputa, jueputa”.
¿Cuántos Narcisos y Abelinos llevamos dentro?: Cada quien debe responderse; tal vez este artículo debería tener la opinión de siquiatras, psicólogos, sociólogos, antropólogos y paleontólogos para poder entender la psique del salvadoreño promedio pues en tan poco tiempo El Pinochini de América es un campo de estudio donde Pavlov y sus perros serían apenas, apenas un atolondrado estudiante de medicina.
¿Quién es Narciso?: Todos somos Narcisos, depende del lugar y circunstancia pero no hay ser humano que no tenga un vaho, un dejo de grandilocuencia y pensamos que somos seres mitológicos, por ese ego desmedido que experimentamos ante una situación en particular; ¿Quién es el Abelino tímido?: Todos somos Abelinos tímidos, basta entrar a la embajada del hermano mayor para que hasta el más gallo siga las órdenes, se comporte muy diferente, pero me pregunto ¿Por qué debemos ser maltratados para poder cumplir órdenes universales como es el buen comportamiento, hacer fila, guardar silencio y cosas tan sencillas que parecen abrumar al salvadoreño común?: ¡Vaya usted a saber!.
¿Quién es el Abelino-deidad que cual valiente cuchillero se cree con derecho a maltratar a sus semejantes?: Todos somos Abelino-deidad que basta una lejana jefatura para maltratar a sub alternos, armar berrinches y pataletas por algo sencillo de arreglar, no, todo se convierte en un escándalo de proporciones épicas pero acá entra la ninfa Eco que enamorada de Narciso, fue subestimada y despreciada por éste, ¿Será que el fanatismo es como al amor que cantaba José Alfredo Jiménez (Este si es mi Dios)?: Lo es, el enamorado ve a su bella amada como la mujer más casta y pura aunque el cariñoso esposo deje los cuernos trabados en cada puerta que pasa y viceversa; la mujer golpeada que a pesar de ser advertida alejarse del golpeador dice: “Si así lo conocí y es su forma de demostrarme que me ama”, así, el amor como el fanatismo tienen su luna de miel, todo es dicha y felicidad pero en la penumbra del bosque de la china se aparece la intratable Némesis, diosa de la venganza para empezar a castigar a Narciso y al Abelino-deidad, nadie se escapa, ningún mortal puede huir de la venganza divina y será cuestión de tiempo que tanto Narciso y Abelino-Deidad paguen todo el desprecio y daño causado a propios y extraños.
¿Quién es Némesis?: Todos somos Némesis, solo es cuestión de tiempo y se desatará la furia de los dioses para que la culpa se pague y Memento Mori cobre vida. ¿Dónde queda la dignidad del fanático-enamorado?: En el suelo, en cartas perfumadas al amante sádico para que vuelva a pisotear al sumiso ser amado, “si mi amado, golpéame, hazme sufrir, te amo, te idolatro mi amo que te amo, patéame, fuerte, más fuerte que no tengo en mi vida más que solo amor para ti, ¡de dignidad ni hablar! ¿Qué pasaría si Narciso y Abelino-deidad fueran Vladimir Putin y Donald Trump?: ¡Volamos en pedazos!
