Sin proyecto político sindical no podremos articular una estrategia organizativa hacia un nuevo horizonte sindical

Róger Hernán Gutiérrez*

El nuevo gobierno se caracteriza en pro de la burguesía, sus últimos movimientos dan esa idea, reuniones periódicas y poco transparentes con la ANEP, la palabra mágica “mejoramiento sustancial del clima de negocios”; el plan Cuscatlán recoge bastante de esta palabra y es la estrategia económica para la economía del país; la otra doblegarse a intereses foráneos del gobierno de USA para atraer inversiones—la sociedad económica salvadoreña, actualmente poco desarrollada, con un mercado reducido; poco desarrollo tecnológico, con mano de obra poco calificada; y políticas económicas que a lo largo de más de 30 años, se han conducido en pro del capital y no de la fuerza de trabajo.

Los grupos empresariales, estarían interesados en que el nuevo gobierno les favorezca, y tienen mucha razón, la lógica es que si es un gobierno pro empresarial, dichos sectores tendrían mayores oportunidades para acumular ganancia y mantener los privilegios de una alta concentración de la riqueza, que lo han obtenido desde que se impuso el modelo económico imperante que privilegia el mercado, que ha otorgado toda la soberanía nacional a los intereses mercantiles de las empresas transnacionales y el capital corporativo nacional.

El ejercicio del Frente y su gobierno, fue incorporar algunos “brochacitos” mínimos, que no incidieron en la economía, acciones sin tocar la estructura de dominación económica; lo vimos en el conflicto del FOMILENIO II; de las zonas económicas especiales; los tratados de libre comercio; el ante proyecto de la ley del servicio civil; el derecho al agua; el salario mínimo; mucha de la soberanía del país está vendida a los intereses del mercado; y abrir más la economía; generando asocios público-privados, entre otras tantas decisiones como mantener funcionarios pro empresariales, deslegitimaron y hasta bloquearon el poquito trabajo social realizado.

El potencial electoral acumulado que respaldó al nuevo gobierno electo, da pie a pensar que el neoliberalismo 3.0, como analiza una estimada economista está dando sus frutos, en tanto que hay ilusión y alta expectativa de que las cosas van a ser diferentes, es sólo una cuestión de apartar a los mismos de siempre.

La encuesta del IUDOP confirma esa posibilidad, las señales que se manifiestan apuntan a sostener una aureola que pudiera irse despejando en la medida de los 100 días iniciales de gobierno. Por hoy las designaciones de personas a nuevos ministerios y otros lugares sólo son eso, el punto está en el trabajo que realicen y en la política coherente que sigan para un trabajo de rescate del hoyo donde nos encontramos como sociedad.

El movimiento sindical parte de esa realidad pero nos encontramos dispersos y atomizados y sin un rumbo definido propio, independiente de quien ocupe el gobierno, ha quedado demostrado que los partidos políticos que han gobernado, cobijaron y arrastraron a grupos sindicales, que claramente se distinguen por la acción que realizan. Y los que hoy se arropan con la bandera de las nuevas ideas, sólo esperan pacientemente que las cosas cambien para bienestar de todos.

Es por tanto necesario que se construya el proyecto político propio de la clase trabajadora; si un “gobierno x” se manifiesta a favor y cumple con políticas públicas en favor de la gente para el bienestar común, daría pie a trabajar en esa vía, pero si lo que realiza va en sentido contrario a los intereses de la clase trabajadora, eso marcaría la cancha y asociaría que las promesas fueron nuevamente eso, en tanto seguiremos igual o peor. Hay mucha expectativa y para no vernos más desunidos políticamente, el proyecto político debe tener el mayor consenso posible por las fuerzas sindicales, aún mucho de la fuerza laboral no está organizada, y sigue creyendo que no hay explotación ni expoliación laboral en la manera de producir bienes y servicios, y que la lucha de clases es cuestión del pasado.

Lo importante acá es tener una plataforma con demandas socio-laborales y políticas que claramente definan la ruta por mejores condiciones materiales de existencia para la gente; el bienestar familiar, la defensa y desarrollo de los derechos humanos en lo económico, lo social, cultural y medio ambiental, son propósitos que de acuerdo a las señales van en otro sentido. Finalmente la cartera de trabajo—como pilar fundamental—para un ejercicio del trabajo con derechos y prestaciones, sigue sin tomarse con la importancia que ello amerita.

*Sindicalista salvadoreño

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