Desde una historia que pesa y que se traduce en mayores deterioros para la clase trabajadora

Róger Hernán Gutiérrez*

La lógica de mercado sigue en detrimento de los derechos humanos—la clase trabajadora mundial enfrenta a poderes fácticos que accionan procesos políticos, económicos, tecnológicos y culturales—deterioros y contaminaciones ambientales que depredan la naturaleza, y acaban la vida de todos los seres vivientes del planeta tierra.

Ese pesado panorama de ataque sistemático de las corporaciones globales, gobiernos imperialistas y genuflexos que anula la decencia, la ética, lo bueno y rescatable en el mundo que lucha por mayor justicia social, independencia, emancipación contra la opulencia y su economía capitalista globalizada que disminuye y socava con sus ataques arteros e injustos los derechos humanos de la sociedad.

Este UNO DE MAYO, representa para la clase trabajadora una puesta en común de sus intereses más sentidos, aquéllos que recogen la mejora periódica, permanente y concreta de las condiciones materiales de existencia. Y dentro de la actual coyuntura que mantiene una clase trabajadora en claros deterioros permanentes en sus condiciones de vida y de trabajo—donde la mano del capitalismo lo ha mercantilizado todo.

De lo que se trata este Día Internacional de la Clase Trabajadora, es una apuesta franca en una movilización social y popular de rescate a los valores y principios de las personas trabajadoras, librándose de los poderes mediatizantes opositores a la conciencia liberada de la gente que labora para obtener ingresos que le satisfagan sus diferentes necesidades como humanos dentro de una sociedad cada vez más despersonalizada y encauzada hacia fines totalmente inconsecuentes con la decencia y el espíritu revolucionario.
Por qué lo haremos en esta ocasión, cuál es la consigna que habrá de caracterizar la movilización en su calidad de personas trabajadoras, entre otros aspectos los siguientes:

1) En definitiva siempre la movilización ha de significar una manera de expresión de la gente que trabaja en diferentes actividades laborales; que estaría siendo la expresión política multitudinaria en lo mundial de la conmemoración de lo que pasó en el siglo XIX (1886)—la represión y muerte de los líderes obreros por las acciones de protesta en Chicago, EEUU, por la liberación del trabajo explotador e independiente de las fuerzas capitalistas dueñas de los medios de producción.

2) Ha de significar también el rescate de los grupos sindicales que confiaron en el régimen que concluirá el próximo 31 de mayo; a quienes se compensó poco los sacrificios de mantenerse estoicos ante una dirección gubernamental y partidaria que muchas veces extravió la virtud y la razón; que se olvidó de esa historia de los Mártires de Chicago, de la propia revolución (1980-1992); sujetos y sujetas que hicieron acciones por la liberación de la tiranía explotadora.

3) Es claro que no es el momento de juzgar, sino de enrumbarnos en un nuevo proceso de lucha popular y social. De acogernos a las banderas político-sindicales que habrán de erguirse en un ánimo diferente de unidad en la acción, siempre hacia la unidad orgánica y programática.

4) Se abre la antesala de nuevos procesos para una clase trabajadora, hoy agobiada por la falta de liderazgo popular e institucional convincente; de una dirección; de lucha clara y concreta contra el proyecto neoliberal y el poder dominante que ahoga las acciones de una mayor liberación y justicia social.

Encontrarnos a la clase trabajadora, con el horizonte de un trabajo diferente de rescate de la conciencia de clase; somos explotados, y los avances de mayores niveles de justicia social se extraviaron en el camino; las conquistas mínimas como el salario mínimo incrementado en 2017, no fue recogido para continuar impulsándolo y se ha entrado en contradicciones con los que entran al ejercicio de un nuevo órgano ejecutivo.

El tema de pensiones, donde se dejó solos a los grupos sindicales que luchaban por despojarse el yugo de las AFP, se continúa con la inercia inconsecuente de los sectores gubernamentales y partidarios, sin profundizar y acompañar las acciones políticas del pueblo que impulsa una transformación del sistema privado a estatal y público.

Intereses de la clase trabajadora hoy se juntan en la movilización, resaltando contradicciones y uniones, que hacen del futuro un espacio de mayor complejidad para enfrentarlo; pero más conscientes los abordaremos con la claridad de identificar las necesidades vitales por una mayor y mejor protección social, el rescate por un Estado fuerte (reforma fiscal y tutela legal); y por la no negociación y subordinación a condiciones políticas, económicas y sociales que no reconocen el empobrecimiento constante para las personas trabajadoras.

*Sindicalista salvadoreño

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