Acercándonos al día internacional de la clase trabajadora

Róger Hernán Gutiérrez*

El capitalismo y su globalización han alcanzado límites insospechados de deterioro de los derechos humanos y entre estos se han incrementado los niveles de explotación y expoliación laboral. La manera en que hoy se vive por la forma en que se organiza el trabajo se encuentra en una lógica económica perversa por los actuales procesos de acumulación de la ganancia. Esto lo que evidencia es el proceso histórico iniciado en la lucha mundial por la Asociación Internacional de Trabajadores más conocida por la Internacional en 1864. Y luego de la migraciones hasta los mártires de Chicago, EEUU en 1886.

Hablamos del siglo XIX que daba pie a los procesos revolucionarios del siglo XX, la revolución mexicana (1910), la revolución rusa (1904-1917) y de allí recordados procesos de cambio y transformación económico-social y cultural hasta nuestros días.

En este siglo XXI (2019), vamos a conmemorar ciento treinta y tres años de esa gesta histórica, que marcó un rumbo importante para liberación de la explotación laboral de aquéllos días con la consigna de ochos horas de trabajo—en muchas sociedades de mayor desarrollo democrático, hoy se va avanzando hacia reducir la horas, pero por otro lado hay sociedades que imponen la flexibilidad y desregulación, haciendo lo contrario y mercantilizando el trabajo que sabemos en muchas constituciones está prohibido hacer del trabajo una mercancía, pero impera otra realidad que degrada y desvalora el trabajo como forma para satisfacer las condiciones materiales de existencia.

Las banderas de la clase trabajadora como hace siglos, continúan vigentes y actualizadas—el capitalismo se impone a mansalva, la superestructura trabaja el imaginario social y personal para ver al mercado como una opción de vida. La caracterización del nuevo gobierno parecería por las señales que se evidencian ir por la relevancia del mercado y los proyectos económicos que prevalezcan en detrimento de los de carácter social, las burguesías pequeñas, medianas y grandes buscan mejorar sus ganancias en el nuevo ejercicio gubernamental.

Disponer del gobierno para facilitar los negocios privados es siempre una opción valedera para el neoliberalismo como lógica económica, y ello ha llegado a ser tan real para nuestra sociedad que en este uno de mayo, la clase trabajadora se debate entre un neoliberalismo arenero que ha trastocado nuestros valores del trabajo, llevándolos a la mayor crisis existencial a través de un sin número de privatizaciones y merma de la institucionalidad tuteladora de los derechos humanos y laborales, y también en los últimos dos períodos la clase trabajadora se vio desmejorada paulatinamente al generarse el continuismo de la base en que descansa el modelo económico y su doctrina de pensamiento económico.

Nos encontramos bajo esa aureola de oportunismo, continuismo y una realidad económica que golpea a diario las condiciones de vida y de trabajo de las personas trabajadoras. Hay sobrada visión élite para imponer a los de abajo toda la fuerza del mercado, y no se ve otra lógica más humanizada y llena de bienestar común como dice el texto constitucional y por ello se presenta que la lucha de la clase trabajadora debe ser más popular, más política inmersa en un movimiento de masas capaz de hacer revertir la lógica neoliberal imperante.

Es necesario una nueva reforma política basada en la lucha social y popular, la actual institucionalidad pública y privada ha de ser cambiada, debe impulsarse su transformación—las irrelevancias élites que se manifiestan al respecto de la realidad que vivimos no llevan más que a frustración y desesperanza, las expectativas crecen y parecen ser similares a aquéllas que se formaron en junio de 2009, sólo que ahora el camino recorrido es más largo sin conquistar la satisfacción de aquéllas expectativas pasadas, las nuevas son de más alcance por su cantidad y calidad, depende mucho de una clase trabajadora que oriente, que dirija, que conduzca bajo un liderazgo popular y social—sin ligarlo al peso de los errores del pasado—

Es demasiado lo que no se hizo y no se ha hecho, por la causa de la clase trabajadora, el sindicalismo creció cuantitativamente, pero sin ofender a los amigos excepcionales down y a los grupos que luchan y salen avantes con su discapacidad, sufrimos de retraso mental, de errores congénitos que no nos permiten enrumbar nuestro propio camino, hay ligazones que nos ahogan en la más asfixiante discapacidad. Por eso queremos una liberación definitiva, que hay que construir a diario.

*Sindicalista salvadoreño

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