La Nano olvidadiza Historia del Salvadoreño

La nanotecnología es el estudio y la manipulación de materia en tamaños increíblemente pequeños, generalmente entre uno y 100 nanómetros. Para ponerlo en perspectiva, una hoja de papel tiene unos 100.000 nanómetros de grosor.

Por: Francisco Parada Walsh*

Vale la pena hacernos una idea de lo que es un nanómetro y si lo comparamos a nuestra mente histórica, no existe ninguna o nula diferencia.

En apenas seis décadas de vida he sufrido cuatro atentados a mi mente, el primero sucedió cuando tenía cinco años, iniciaba la guerra contra Honduras, recuerdo vívidamente cuando un vehículo llegó a traer a mi tata, se suponía que iría a prestar sus servicios a la patria inexistente como médico, todos llorábamos cuando miramos partir a aquel envalentonado hombre, las luces se mantenían apagadas, el miedo a morir me lo inocularon desde esa edad; no olvido el regreso de ese hombre triunfante, venia un héroe que arriesgó su vida en defensa de la patria hipócrita, se fue con las manos vacías, quizá apenas su maletín de médico y venía lleno de bisuterías, diademas, churros, colas de macho y todo lo inimaginable que se pueda saquear de una casa, de una tienda, esa son las guerras, se pierden los valores si es que los hubo y se destruye al enemigo.

Nada nuevo a lo que vivimos hoy en día. Luego me toca vivir una ofensiva de 1981, vivíamos cerca del cuartel San Carlos (Raro que un rastro lleve el nombre de un santo) y pudimos vivir esa ofensiva en todo su drama, para el olvido.

Ya empezaba esa guerra civil donde hijos de puta de la patria enfermiza se mataban entre ellos en el nombre altivo de un patriotismo falso, de ser los tipos de la película donde el comunismo sería enterrado, siempre de matones, siempre de pistoleros y me toca vivir la ofensiva del 89 cuando estaba en el hospital nacional de Zacatecoluca, fuimos rehenes de la vida y de la muerte, pude ver lo ingrato de la guerra, siempre es el pobre el que sale jodido, es el perro que el poder ajota para que muerda a su vecino de pieza del mesón; gracias a ver tanto dolor mi vida dio un giro, puse prioridades, entendí lo efímero de la vida, creí en la familia y me avoqué a ella, era un joven de 25 años cuando entendí que las guerras son negocios para unos pocos y dolor para las mayorías; eso fue insano.

Nada nuevo a lo que vivimos hoy en día. Termina la guerra civil, se firman los Acuerdos de Paz y viene otra guerra civil, es el hijo del hombre o de la mujer que antes que los escuadrones de la muerte de ambos bandos los descuartizaran decidieron irse al país de las masacres, esos niños no nacieron siendo pandilleros, fuimos, somos y seremos los culpables del surgimiento de esas “familias” porque somos una patria que vomita a su gente, patria purgante.

Me toca vivir de mentiras, jugando a ser médico, a ser un buen ciudadano, a creer en que debo seguir la fila de la vida y portarme bien para recibir algún alpiste, eso que se llama pensión.

Hice todo lo contrario, me salí del orden establecido, en vez de cruzar a la derecha decidí regresarme, los rostros de toda esa gente que se asoleaba en esa fila me miraban con desdén, quizá deseaban decirme ¿Cómo osas dejar tu paz, tu futuro por la nada? No sé si vivo en la nada, solo que no quiero esa paz inerme, tiesa y falsa como la paz que vivimos; prefiero vivir en una eterna guerra, al final no sé ni quién es mi enemigo, mis nombre son Jorge Francisco (Nuevamente nombres de santos a un diablo empedernido) y la lucha es entre ellos, es conmigo mismo y el futuro que me espera son dos tortillas con queso, una lluvia que terminó de darle el tiro de gracia a los agricultores y darles de comer a mis perros y gatos; no hay ahorros, no hay pensión, no hay una tan sola seguridad que me dé esa tranquilidad con que todos sueñan, no; vivo en zozobras, siempre contra corriente pero sé que vivo, sé que el dolor del otro es mi dolor y eso me hace inmensamente feliz; estoy alejado del mundo y aun, en mi auto exilio no puedo levitar sobre la pobreza, el hambre, la enfermedad de mis vecinos, al final, todos somos vecinos.

Como un golpe de timón, el gobierno decide encarcelar a todo aquel que si no parece, es; ya no se debe celebrar el día de los Inocentes, muchos han muerto sin tener ni malos pensamientos, esa es mi juventud, mis contemporáneos que ya son historia porque mi nano mente no me permite recordar que desde que existimos nos han zampado las espuelas como a animales de carga, nos han esquilmado como a mansas ovejas y nos hicieron creer que es al lobo que debo temer cuando es mi pastor el que hace con mis postas y huesos un guisado de su vida.

Un país harto de ser saqueado pero con una nano memoria histórica, y moriré; en veinte o cincuenta años habrán sucedido muchísimos agravios a la patria huérfana y esto que escribo, es solo una catarsis de un loco, de un tonto que vive del pasado cuando tengo todo para vivir en un presente de leche y miel, soy torpe, siempre me olvido que  la patria se llama Aliancita y que el himno nacional es el “Pájaro Picón Picón”, de flor nacional tenemos a “la Flor de Pitos”, de moneda de curso legal esta la estafa más grande que hayamos sufrido y mientras, esa oligarquía, esos “mismos de siempre”, se ríen de estas líneas, de mi suerte, de mi nano memoria histórica.

*Médico salvadoreño

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