¿Qué fue en otra vida?

Por: Francisco Parada Walsh* |

Hablo con varios amigos y uno de los temas que abordamos es qué fuimos y seremos después de la muerte aunque es algo confuso ya que no sé si lo que vivimos es la muerte y pasaremos a la vida. Pongo particular atención a cada gato o perro que me rodea, aun, aves como el colibrí o la mamá gallina son parte de mi estudio de almas en cuerpos sagrados.

¿Qué fue en otra vida mi perra la Ministra?: Una elegante dama, que al parecer no le faltaba nada, tuvo una vida privilegiada llena de lujos y eso se nota y no en sus garras sino en sus finas uñas, siempre bien cuidadas, se puede apreciar ese bamboleo al caminar cual sino pudiera estar sin sus altos y finos tacones; lamentablemente no fue feliz, se casó con un aristócrata que cada vez que se emborrachaba era segura una tremenda paliza, por eso, cualquier cosa que pase, caiga, suene cerca de ella su dolor es evidente, no olvida la violencia sufrida y a pesar del cariño que recibe, tengo 9 años de que hicimos un pacto de amor y no puedo darle la seguridad que ella merece, pero poco puedo hacer, esa es la psique dañada cuando la violencia es el lazo de amor que une a un hombre y a una mujer.

¿Qué fue en otra vida la “Comandante Colitas”?: Fue una joven que nació en el seno de una acaudalada familia salvadoreña, le encanta pasear en carro, va atenta cual Fangio, no deja ir un detalle, lamentablemente murió aun siendo joven en un fatal accidente; no puede ocultar que le fascina solo cosas buenas de comida, no, una tortilla es ofenderla, es de pan francés a tocino; y es como fue en su juventud: Rebelde, se queda, se apoltrona y no va a la caminata,  a veces la llevo chineada cual un gordo bebé por más de dos cuadras y una vez que la pongo en el suelo, tan lironda como solo ella, se regresa a esperarnos.

¿Qué fue en otra vida “Magaña”? Este  gran amigo es una excepción, aun, vive en dos mundos, su génesis aún vive y ante lo famoso que es por causar desvergues y esos ojos canches que se mueven cual “los motociclistas infernales” son los que encantan a las personas, no pasará de pesar unas treinta libras sin embargo cree que es un mastín siberiano, claro, cundo las cosas se ponen serias, es el primero en salir corriendo.

Así, como somos los humanos. La “Capitana Pitufina”, perra de una vecina que no la alimentaba decidió trasladarse a mis aposentos, acá no le falta nada sin embargo me llevó más de seis meses apenas tocarla, sé que en otra vida fue maltratada,  en su soltería era una mujer feliz, luego tuvo once hijos sin embargo, esa felicidad se marchó ante la mala vida recibida, y en ese sufrimiento aprendió a defender a sus hijos y prefirió abandonar al marido que seguir siendo maltratada; ahora, que reencarnó en esta lejana perra, a pesar de su tamaño, no se le amilana a nadie, y aun , derrota al más pintado; al final, hay un común denominador en todos mis perros: Casi todos sufrieron maltratos en otras vidas.

¿Qué decir del general Ranger? A mi amigo, lo conocí tan flaco que apenas caminaba, quedó a la deriva pues su amo se marchó a vivir en las honduras de  Honduras y lo dejó abandonado; no podía ir a la caminata, demasiado débil, ahora ha recuperado su fuerte ladrido, es evidente que tiene unas cuantas libras de más, y a pesar de tener más de diez años, juega como un niño, creo que mi general Ranger fue en otra vida un buen hombre, quizá profesor, siempre enseñando y aprendiendo,  a veces pienso que fue un niño flacuchento que jugaba baloncesto; El que me preocupa es “Lucky” pues a pesar de su alegría al verme, es sumamente agresivo con sus compañeros, no dudo que sí es un salvadoreño de pura cepa acostumbrado al maltrato, a la patada y a la puteada, aquí aparecen reflejadas las huellas del perro canoso que todos arrastramos, traumas, desajustes emocionales que morirán con nosotros. Como debe de ser.

*Médico salvadoreño

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