Cortometraje salvadoreño gana su categoría en Festival Internacional de Cine

El cortometraje salvadoreño ganó su categoría en el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam (IDFA). Ya antes había triunfado en el Hot Docs, de Canadá, y en el de Guanajuato, además de haber entrado en la lista final de aspirantes a mejor corto en los IDA Documentary. Ya está inscrita en la competencia por los Oscar.

Ganar festivales de cine es ir cosiendo insignias doradas en la bandera de cualquier pieza cinematográfica. Imperdonable, producción salvadoreña filmada en una cárcel en San Francisco Gotera, ya colecciona varias. Junto a la escarapela obtenida en Hot Docs, de Canadá, y a la del de Guanajuato, México, ahora agrega el premio a Mejor Corto en el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam (IDFA), el que los expertos consideran uno de los más importantes, si no el que más, en todo el mundo. Los certámenes, así como su inclusión en la lista final de aspirantes a los IDA Documentary, califican e impulsan a la película para entrar en la larga carrera para optar a ser nominado a un Premio Oscar en la categoría.

La obra es dirigida por la española Marlén Viñayo, quien se instaló en El Salvador desde 2013 y es también autora del largometraje Cachada, de amplio rodaje internacional. Es producida por El Faro y La Jaula Abierta, esta última compañía fundada por la directora. El guion es obra de Viñayo en coautoría con el periodista Carlos Martínez, quien desde las crónicas y reportajes en El Faro ha narrado y explicado la violencia en El Salvador en la última década.

“Estamos contentos porque nuestra película ha ganado tres premios en tres festivales calificados por los Oscar. La película está inscrita. Oficialmente, ya está compitiendo”, confirma Viñayo. Para ella, ganar el IDFA “es una palmada en la espalda increíble que me dice ´lo estás haciendo bien´”.

El cortometraje trata sobre uno de los temas más explotados en el país periodística y académicamente y que más ha marcado a la sociedad salvadoreña de posguerra: las pandillas. Sin embargo, lo aborda desde una perspectiva nueva: el amor entre dos reos expandilleros y su lucha contra los prejuicios de su pandilla, la iglesia y el Estado.

En la pieza, de 35 minutos, la cámara se encierra junto a los protagonistas en la cárcel de San Francisco Gotera, al oriente de San Salvador, cuyos internos renunciaron a la pandilla para convertirse al cristianismo evangélico. Geovanny, un asesino confeso que pena 35 años en prisión, vive recluso en una pequeña celda, enamorado de uno de sus compañeros, también pandillero retirado. Ser homosexual, incluso en la cárcel, es visto por su pandilla como una afrenta y por la iglesia como un pecado más imperdonable que matar. El otro poder en la prisión, el Estado, le aplica al protagonista cuestionarios psicológicos –cuyas preguntas “no tienen ningún sentido”, según la directora– para clasificar sus preferencias sexuales.

Para Carlos Martínez, coguionista y coproductor, Imperdonable cuenta “un relato que entraña un retrato de una sociedad con una brújula moral rota”. Se trata de la primera incursión en el cine de este reportero de El Faro. “Pienso que desde el periodismo no hay otra ruta, si no juguetear con los primos hermanos, como los documentalistas”, reflexiona.

Imperdonable compitió en Ámsterdam contra otras once producciones cortas de no ficción. Entre ellas había piezas de Francia, España, Suiza, China, Polonia, Brasil y Filipinas, entre otros países. El jurado decidió otorgarle el reconocimiento a la obra salvadoreña por haber “conseguido un retrato compasivo de un personaje extremadamente complejo, atrapado en la violencia de las pandillas y la indiferencia de las autoridades”.

En palabras de la directora: “El mundo no es de blancos y negros, de malos y buenos, es de grises; y creo que con esta historia se muestra eso. Nos encontramos con personas que habían hecho cosas horribles (…) pero también me encontré con personas capaces de encontrar ternura y mostrarnos una visión diferente sobre lo que conocíamos sobre pandilleros”.

Tomado de El Faro

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