Las grandes maniobras de Francisco. Posicionándose a varias bandas

Por: Elio Masferrer Kan, ENAH / INAH  – México

La habilidad de Francisco para captar el momento preciso de las encrucijadas mundiales impresiona; hace dos semanas lanzó su controvertida tercer Encíclica Todos Hermanos (Fratelli tutti), centrándose en el Mandamiento Amor al Prójimo: aborda así los problemas de las migraciones, la paz, los efectos sociales y psicológicos de la pandemia del Covid y otras calamidades de nuestro tiempo. Irritó a los sectores conservadores católicos y cristianos, a la vez que hacía un llamado a otras religiones, tanto cristianas como no cristianas. Cuando iban serenándose los comentarios, o más bien los inexistentes comentarios que soslayaban los problemas planteados en un documento tan extenso como pormenorizado, a la vez que polémico, levantó aún más la irritación de los sectores conservadores al referirse a los derechos de los homosexuales a estar en una familia, donde no quedaba claro si se refería a la actitud de la familia de nacimiento, donde en muchas ocasiones se expulsa, maltrata y denigra a sus integrantes que asumen esta identidad o preferencia sexual, como a la formación de familias homoparentales.

El punto en tensión se agudizaba más cuando se refirió a la necesidad de que tuvieran algún tipo de protección legal en sus modos de convivencia, endosándole a los estados nacionales la emisión de algún tipo de formalización legal que protegiera los derechos de este sector social. Los fundamentalistas cristianos e integristas católicos se lanzaron contra el Papa, a quien acusaban de rechazar los mandatos bíblicos y la Doctrina de la Iglesia Católica; a su vez, los colectivos LGTBQ se dividían entre los que veían un paso hacia adelante y otros que lo consideraban insuficiente. En el medio de la tormenta Francisco consiguió que todos los medios lo mencionaran y tomaran posición frente a sus planteos. Para unos era claramente herético, para otros, por fin, no juzgaba y entendía a los LGTBQ.

Este domingo designó 13 cardenales, nueve con derecho a voto y cuatro, con más de 80 años, sin derecho a voto en la designación de un nuevo Papa. Entre ellos está el obispo mexicano Felipe Arizmendi Esquivel. Las biografías son muy interesantes, premia a los leales de su equipo en la Curia Romana, a la vez que sigue diversificando el origen nacional del Colegio Cardenalicio, designado cuadros de nacidos en Asia, fortaleciendo a Filipinas, el país asiático con más católicos, a la vez que designa a un nativo de Brunei, uno de los países musulmanes más ricos del mundo y que hace un año ocupó los titulares periodísticos por las amenazas de ejecución de los homosexuales. La designación de un cardenal africano nativo de Ruanda y de la etnia tutsi, cuya familia fue asesinada, es un llamado a la convivencia, la tolerancia y la reconstrucción del tejido social. Se “premia” a Chile con un cardenal, que no nació en Chile sino en Navarra y quien es franciscano, designado para salvar a la Iglesia chilena de los escándalos de abusos sexuales.

La designación del arzobispo de Washington DC, Wilton D. Gregory es interesante pues, fue el primer afroamericano designado presidente del Episcopado estadounidense y es reconocido por líderes religiosos afros protestantes de impulsar un diálogo ecuménico. Tuvo un papel muy destacado en la crisis de los abusos sexuales, designado a pocos días de las elecciones de este país,  apunta a neutralizar las estrategias de los católicos conservadores que respaldan a Trump. No olvidemos que Biden sería el segundo presidente católico de los Estados Unidos y respalda  las reivindicaciones de la población afro y los colectivos LGTBQ. Trump también disputa el estratégico voto católico y propuso a una católica conservadora y anti LGTBQ para la Suprema Corte. Francisco golpea a la díscola derecha católica norteamericana.

El mexicano designado, el obispo Arizmendi, no tendrá derecho a voto. Francisco ya designó tres mexicanos como cardenales eméritos sin derecho a voto en los últimos tiempos (Obeso, Suarez Inda y Arizmendi). México sigue con sólo dos votos en el Cónclave: Robles Ortega (Guadalajara) y Aguiar Retes (CDMX). El mensaje es clarísimo, la Jerarquía mexicana debe alinearse con la línea de Francisco o seguirá teniendo reconocimientos quienes “ya salieron” y no a los activos, que “ningunean” la línea que se propone desde Roma.

La jugada de Francisco es una carambola a varias bandas, sigue diversificando el Colegio Cardenalicio que designará a su sucesor, fortalece a los religiosos sobre los diocesanos, respalda a quienes enfrentaron los escándalos por abusos sexuales, fortalece en Estados Unidos la candidatura del católico Biden, que es criticado por la derecha católica que apoya a Trump, y en México desautoriza  a la Jerarquía local. Esto en un contexto que se gana las simpatías de minorías que son discriminadas por el Sistema: los afros, mujeres,  LGTBQ, pobres y “condenados de la tierra” (F. Fanon).

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