Signos de alerta: ¿Quiénes son verdaderamente “los de siempre?

En forma muy temprana y alarmante, la muralla mediática del presente gobierno, deja entrever fisuras a través de las cuales se vislumbra lo que verdaderamente está tras el telón. La renuncia de varios funcionarios del gabinete en apenas un año llama la atención. Sin embargo, la dimisión “por asuntos personales” de Nelson Fuentes, quien fuera ministro de Hacienda en dos períodos presidenciales, es un hecho tan perturbador como revelador. Si a esto asociamos que deja su cargo, pocos días después la directora del Seguro Social a tan solo meses de gestión. Forzosamente nos inclina a pensar que algo no anda bien.

Hace poco, en un editorial de cierto periódico, leí la opinión de alguien señalando, que si había un funcionario en cualquier gobierno a quien se le pudiera exigir información sobre corrupción y el manejo de fondos públicos, era al ministro de Hacienda. Se refería al predecesor de Fuentes, el señor Cáceres que fuera “premiado” como embajador en México. Naturalmente que el funcionario que maneja el erario público sería un testigo perfecto contra la corrupción. O por el contrario, el garante ideal para que ésta no se descubriera o se volviese difícil de develar.  De forma que deducir “los motivos personales” por los que renunciara el ahora ex ministro, nos resulta sencillo atando ciertos sucesos que como hilo conductor nos guía. Estas renuncias pueden tener solo dos motivos: La primera y más lógica por temor a verse involucrados en futuros señalamientos. La otra por no sentirse como marionetas frente a la autocracia.

El asesor de seguridad Nacional del presidente Bukele, Alejandro Muyshondt dijo hace poco tiempo: “No hay mal perro  sino mal dueño”, refiriéndose a los diputados, dejando para el entendido intuir a quienes  se refería con los dueños. Aludía como “los amos de los malos perros” al poder fáctico, al poder económico en el país, reducido a pocas familias, algunas que datan de tiempos coloniales. Habría de suponerse, que un cambio real en el país y el final de la corrupción (particularmente una reforma fiscal) podría surgir solo de dos formas: O mediante un acuerdo entre estos grupos de poder, o atraves de u n nuevo poder ejecutivo que se les opusiese. Por supuesto que se requeriría de un excelente ministro de Hacienda. “Los de siempre”, este slogan populista característico de la campaña política del actual presidente y de su futura pugna en contra de los otros poderes del estado, solo distrae a los desengañados salvadoreños que no encuentran refugio luego de tanta estafa y engaño por los dos partidos oficiales.

Luego de haber comprendido que nunca existió  tal “derecha” o “izquierda” y de llegar a odiar tanto al  “frente” como ARENA”. Un odio sabiamente utilizado que dirige nuestro país, como sostuvimos en  otro editorial, hacia una suerte de “fascismo” centrado en la personalidad… o algo más calculado que eso. Porque no sería altivo y necesario que la personalidad de un líder sacara adelante a nuestro país oponiéndose al poder económico opresor. Llama poderosamente la atención el manejo del Hospital El Salvador por una empresa española con 42 sedes en el mundo  ¿Qué puede esconder el hecho de traer a personal de segunda categoría y guardar tanto sigilo a nuestro gremio médico? ¿Por qué se fueron a vender acciones de ANDA a la bolsa de valores en Wall Street cuando en apariencia esa institución es un ente del pueblo? Respóndase amigo lector. Sin embargo, nótese que las visitas que hizo el presidente  al oriente del país en razón de la plaga de langostas, fue al parecer en un helicóptero de la familia Kriete. Y si ese helicóptero pertenece a CAPRES señala un ofensivo despilfarro  en un país donde el personal de salud apenas tiene equipos de bioseguridad.

Que en cierto momento de la crisis con los diputados, se reunió con las familias poderosas del país (ojo: No todas) y con el embajador de estados Unidos. Podemos concluir también, de las disputas del presidente con la ANEP, que el gran empresariado está  dividido. Pero con mayor Facilidad aun, podemos deducir que el presidente quiere ubicarse dentro de ellos, ascender de millonario a oligarca y ser otro  “de los de siempre”. Total, ya existe un nuevo partido político con dueño, amo y señor.

Por: Francisco Parada Walsh, médico salvadoreño

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