La Burla

Francisco Parada Walsh


Hacia sí mismo debe ser el acto de mayor introspección, respeto y fidelidad que un ser humano pueda llevar a cabo. La inmoral naturaleza humana prefiere burlarse del otro, es difícil aceptar la sana crítica y menos una crítica severa y qué decir ser objetos de una burla pues el ego salta cual resorte para proteger nuestra piel tatuada de inseguridades, miedos, traumas y temores. Desde el inicio de la humanidad se desarrolló una eterna dualidad o lucha por apabullar al otro, fue Adán quien se burla de Eva, la serpiente se burla y nos saca la lengua a nosotros y marcado como el fuego que quema la piel ha quedado ese miserable sentimiento por destrozar a nuestro semejante, siempre hay un deseo maldito por ser mejor que el otro, de tener más que el otro, de dominar más que el otro, de ser más que el otro. Pero pocos pueden ver la dualidad en el mismo hombre que divide en fracciones a un hombre bueno y a un hombre malo, a un hombre fuerte y a un hombre débil; básicamente el duelo entre el hombre-ego y el hombre-burla.

Podría referirme al histórico y bondadoso Dr. Jekyll y al perverso Mr. Hide, donde en un solo cuerpo habitan dos almas, dos fines, dos personas y a pesar que ese personaje literario representa casi en su totalidad a la especie humana me referiré a esa unicidad donde se desarrolla la dualidad que existe en el ser humano “Más bueno”, “Más solidario” o “Más generoso”; aún dentro de esta persona habitan la respetabilidad externa y la lujuria interna más enfermiza y ambas no soportan la burla; a esta última dedicaré estas líneas. Será mi persona que representa a la especie humana quien será sometida a la burla; particularmente gozo cuando me burlo de mis infinitos defectos que me aquejan pero el hacerlos públicos es otra cosa. Dividiré a mi persona en tres esferas: Biológica, psicológica y social.

¿Cómo puedo burlarme de mi esfera biológica?, la pregunta debería ser ¿Cómo no voy a burlarme de mi esfera biológica que es tan propia?: Aquí intentaré hacer una diferencia entre lo que pienso de mí y lo que otros piensan de mí. Lo que pienso de mí: “Soy un viejo de 53 años queriendo aparentar una menor edad, sexualmente cada día y cada segundo que pasa esa sexualidad decae como cabrea en un precipicio, mengua; soy un hombre pequeño, pecoso, herencia de mis padres o castigo divino; desde el 2009 adolezco de vitíligo, algo que en un tiempo golpeaba mi ego, ahora, si por mis pecados Dios o el diablo me convirtieran en perro sería un pequinés con cruce de dálmata, rara combinación. Tengo una voz grave que me ha traído más problemas que soluciones, la interlocutora se imagina que trata con un hombre de 1.90 metros, ¡Nada más alejado de la realidad!; recuerdo que cuando hacía la rotación de cirugía tenía un compañero de gran tamaño y él me decía: “Ponete atrás de mí, voy a hacer como que hablo y vos serás el que darás las indicaciones”, un día lo hicimos y logramos sacarles sendas carcajadas al paciente aburrido; mi nariz cada día se agacha más, está cansada de cargar lentes que creí jamás necesitar, mis ojos se han convertido en acérrimos enemigos, cada uno tira para su lado y hay uno que de a poco empieza a cerrarse; mi simetría facial se perdió, lo que ahora existe son surcos y epitelios colgantes que asumen ser párpados, mejillas y barbilla.

¿Cuáles son los agravantes que sirven de burla a mi destartalada psique?: Hay tantas cosas, demasiadas, creo que aparento una mente y un cuerpo sano pero no es así, mi mente ha recorrido y tocado las puertas de cada cuarto donde se hospedan todos los trastornos psiquiátricos, describirlos sería infinito, trataré de mencionar algunos que la etapa maníaca de la bipolaridad me permiten: “Ansiedad, hiperactividad, depresión, paranoia, tripolaridad y tantos más”, he tomado y probado drogas o medicamentos para la locura que no tiene cura; creo que de pasar cada semana control médico con el Maestro Dr. Francisco “Paco” Paniagua y recibir consejos, asesoría, clases de ética humana y un apoyo incondicional dio como resultado un francisco libre, soberano, autosuficiente, amante de la vida; cada día es un reto para que los trastornos psiquiátricos no regresen a mi alma, para que me dejen vivir en paz, en una paz aparente.

¿Cómo no burlarme de mi esfera social?: Primero, si alguna fémina busca en mi persona a un pretendiente soy el menos indicado, soy “pobre de nación” lo que me imposibilita mantener una relación formal o informal; recuerdo que de tanto visitar la iglesia Cristo Redentor hubo un día que mi trastocado cerebro decidió optar por los votos de pobreza, castidad y obediencia; pensé que después de cierto tiempo revertiría esas opciones y volvería a mi pecaminosa vida de tener algunos reales, pecados sexuales y desobediencia. Todo parecía normal pero hubo uno de estos votos que no pude cambiar y esos son los votos de pobreza, estoy cada día más pobre que cuando busqué esa opción; la castidad se perdió, la obediencia no existe en mi vida, sólo quedé más pobre de lo que ya era.

¿Cómo es ese híbrido bio-psico-social que merece toda la burla del mundo?: Un hombre chiquitín, entre pequinés y dálmata adoleciendo de ansiedades, depresiones y pobrezas económicas y del alma. Después de una vida de burlas.

¿Tendré tiempo para burlarme de los defectos ajenos?: No, cada quien tiene su historia, cada quien. Recuerdo una conversación con un amigo rico de dinero, él me decía: “Por más pisto que tengas siempre vas a estar jodido de algo, sea de salud, alguna tu traba económica o de algún tu encule”, este nuevo mapamundi “Dinero-salud-amor” todos lo giramos, todos y será la vida y sus caprichos que se burlen de nosotros y antes que la vida se burle de mí prefiero hacerlo yo y gozar a costa de mis defectos físicos, mis trastornos mentales y más de alguna virtud que he de tener pero aún no sé cuál es!

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