La ultra religiosa. Fundamentalistas, integristas y la “sana doctrina”.
Por: Elio Masferrer Kan. *
Los conceptos de integristas y fundamentalistas son términos técnicos que se emplean en muchos casos como sinónimos, aunque expresan distintas visiones de lo religioso y su aplicación en la vida cotidiana, en la esfera pública y en el campo de lo privado.. En términos operativos es importante tener claras las diferencias para evitar generalizaciones en materia religiosa que terminan por descalificar a las grandes propuestas religiosas partiendo de un conjunto de opiniones que muchas veces son en realidad propuestas de grupos pequeños radicalizados.
En términos generales podemos definir como fundamentalistas a grupos religiosos que hacen una lectura “literal” de los textos sagrados o fundacionales, La situación puede ser complicada pues en muchos casos pretenden aplicarlos sin tomar en cuenta que los textos sagrados contienen en muchos casos parábolas que, narrando un hecho, considerado ejemplar, pretende ubicar verdades, afirmaciones implícitas o enseñanzas morales. Esto lleva a la necesidad de una exégesis: una interpretación del significado, que puede ser metafórico o metonímico. La metáfora implica una lectura explícita de un lenguaje figurado, mientras que la metonimia implica la designación por la causa o por lo opuesto que reafirma lo negado. Por ejemplo, las prohibiciones de incesto, que proscriben las relaciones sexuales y matrimoniales con ciertas categorías de parientes consanguíneos o rituales, aunque si bien es una prohibición, en realidad es una prescripción, debes buscar pareja fuera de tu entorno familiar inmediato. También siempre estará presente la transgresión y la tentación de lo prohibido, los complejos de Edipo y Electra serán tema en el diván psicoanalítico y “compadre que no mueve las caderas de su comadre, no es compadre de veras”, dice un refrán popular.
La investigación de campo desmiente el discurso de los fundamentalistas, que pretenden la aplicación literal de los textos sagrados, en realidad, asumen las páginas que les favorecen para legitimar sus proyectos personales, económicos, sociales o políticos y dejan de lado aquellos de los desfavorecen, aunque estén unas páginas después de los que están citando. Un buen ejemplo son las dominionistas, una corriente que rechaza el cambio climático, basándose en el Génesis cuando Dios expulsa a Adán y Eva del Paraíso y les promete y propone “ «Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra, y sojuzgadla, y dominad sobre los peces del mar, y sobre las aves del aire, y sobre todas las bestias que se mueven sobre la tierra. » Génesis 1:28, apoyándose en este versículo rechazan cualquier forma de control de la natalidad y las teorías del cambio climático y la protección del medio ambiente. La lectura de la Biblia nos expone también el cuidado de la “Casa Común”, cuando se prepara el Diluvio Universal y Dios instruye a Noé para que albergue en su Arca a todas las especies.
El término integrista suele referirse a quienes aplican “al pie de la letra” ciertas interpretaciones formuladas por autoridades de una iglesia. La Tradición formulada por los Papas de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, nuevamente nos plantean un problema similar, los integristas en la mayoría de los casos no leen la Biblia, pero se dedican a consultar documentos pontificios o de “doctores de la Iglesia” que son de su agrado, descartando aquellos que cuestionan sus formulaciones ideológicas.
Martín Lutero, un monje agustino encontró que su Iglesia formulaba conceptos que no estaban en la Biblia. Quinientos años después la Iglesia Católica reconoció, casi a regañadientes, que Lutero tenía razón y en el 2019 el Papa Francisco se reconcilió con los luteranos, aunque muchos católicos no están enterados, de esa reconciliación. Los integristas católicos no están interesados en estudiar que hicieron los papas “progresistas” (Juan XXIII, Paulo Vi, Francisco y León XIV) y prefieren a los conservadores. Cada quien, según su ideología, tiene su Pontífice de cabecera. Esto puede suceder en todas las religiones “del Libro”: judíos, musulmanes y cristianos. Estos configuran las “ultras religiosas”, que despojan de humanidad a quienes discrepan de sus postulados.
El asunto es de suma importancia pues en este siglo XXI, que muchos prometían sería la decadencia de las creencias religiosas, pasa lo contrario. La mayoría sigue teniendo sistemas religiosos personales, pero las iglesias no están a la altura de las circunstancias para asumir las nuevas formas de espiritualidad, construcciones simbólicas y creencias religiosas, lo que existe es una orfandad eclesial, resultado de la incapacidad de las organizaciones religiosas para entender a sus feligreses. Lo más peligroso es el oportunismo de los políticos que pretender asumirse como nuevos Cruzados para defender la Fe, ante la crisis o la imposibilidad de realizar los programas exagerados que ofrecieron a los electores en sus campañas, como es el caso del que pretende invadir Nigeria para rescatar a los cristianos perseguidos, aunque estos no estén interesados, ni solicitaron su rescate.
*Doctor en antropología. Profesor investigador emérito ENAH-INAH.
