
El Papa que Desafió a MAGA: Fe, Fronteras y el Futuro del Planeta.
Por Douglas R. Lee.
El Papa León XIV, el primer pontífice nacido en EE.UU., enfrenta críticas del movimiento MAGA tras pronunciarse sobre inmigración y cambio climático. Su mensaje: ser “provida” también implica cuidar del migrante y del planeta.
I. El pontífice que incomodó a la derecha
En cuestión de días, el Papa León XIV pasó de ser un símbolo de renovación conservadora a convertirse en blanco de furia para la base MAGA.
En un discurso que recorrió el mundo, cuestionó la coherencia moral de quienes se proclaman “pro-vida” mientras promueven políticas migratorias inhumanas o niegan la crisis climática.
“No se puede defender la vida y al mismo tiempo negar la humanidad de quienes huyen del hambre o la guerra”, declaró el pontífice desde Roma.
El eco fue inmediato. Líderes republicanos y medios conservadores lo acusaron de “activismo globalista”. Pero el mensaje de León XIV no fue político —fue evangélico: un recordatorio de que la vida no se defiende por partes, sino en su totalidad.
II. La fe como resistencia moral
Lo que el Papa está haciendo es recuperar la coherencia ética que muchos sectores religiosos perdieron en el ruido de la política.
En tiempos donde la religión se usa como estandarte partidario, León XIV devuelve la cruz al lugar que pertenece: al servicio de la dignidad humana, no del poder.
Su mensaje hiere precisamente porque interpela: no es un llamado a la izquierda ni a la derecha, sino a la conciencia.
Ser cristiano —dice, sin decirlo— implica cuidar del niño no nacido, del migrante que cruza un desierto y del planeta que los sostiene a ambos.
III. Trump, MAGA y el espejismo de la fe patriótica
Desde la era de Trump, parte del cristianismo estadounidense se fusionó con un nacionalismo religioso que confunde fe con identidad nacional.
Esa fusión —el “cristianismo MAGA”— convirtió el Evangelio en un manual electoral.
León XIV, paradójicamente, es el Papa que más los entiende: nació en esa cultura, habla su idioma, y por eso su desafío duele más.
No habla como enemigo, sino como hijo que exige madurez moral a su propia casa espiritual.
IV. Fronteras, compasión y teología
Cuando el Papa afirma que las fronteras “no pueden ser muros de miedo, sino puentes de humanidad”, no está lanzando una consigna política, sino reinterpretando la parábola del buen samaritano en clave contemporánea.
La frontera —ese símbolo de exclusión moderna— se convierte en el nuevo escenario donde se mide la fe real: no en los templos, sino en el trato al extranjero.
La teología del Papa León es, ante todo, pastoral: no busca agradar, sino sanar. Su pregunta incómoda —“¿Dónde quedó la misericordia?”— resuena más allá del catolicismo.
V. El planeta como sacramento
El segundo eje de su mensaje —el cambio climático— también desató furia entre los negacionistas.
Pero León XIV no habla como científico, sino como místico: el planeta es “la primera catedral de la humanidad”, y su destrucción, una blasfemia silenciosa.
En un tiempo donde el negacionismo se viste de patriotismo, su llamado a cuidar la Tierra se convierte en una forma de resistencia moral. No es “ideología verde”; es espiritualidad ecológica.
VI. Entre la ira y la historia
Como Francisco antes que él, León XIV sabe que un Papa no gobierna con encuestas.
Su tarea es recordar que la fe, cuando se vuelve cómoda, deja de ser fe.
El poder político puede reaccionar con ira, pero la historia suele reconocer a quienes dijeron la verdad cuando nadie quería escucharla.
Quizás, dentro de una o dos generaciones, cuando las costas se hundan y los migrantes crucen fronteras inexistentes, alguien recuerde que hubo un Papa que habló a tiempo —y que lo hizo no para dividir, sino para despertar.
“La fe no se arrodilla ante los imperios.” — León XIV