
Libro: «IDEOLOGÍA Y EDUCACIÓN».
POR: JOSÉ GUILLERMO MÁRTIR HIDALGO.
Angelo Broccoli fue un pedagogo y profesor universitario italiano, publica “Ideología y Educación” en mil novecientos setenta y siete. En dicho libro analiza como la educación puede ser una herramienta de reproducción ideológica, transmitiendo y perpetuando las ideas de la clase dominante. La educación no es una vía neutra, más bien es un vehículo para la transmisión de valores, ideas y visiones que responden a los intereses de las clases dominantes. El sistema educativo tradicional, reproduce y legitima las estructuras sociales existentes. La educación es un instrumento de reproducción social, las ideologías hegemónicas se introducen en currículos, métodos de enseñanza y relaciones pedagógicas, influyendo en la formación de la conciencia de los estudiantes. De forma implícita, la escuela transmite normas, valores y creencias que refuerzan las ideologías hegemónicas. La educación puede llevar a la alienación de los estudiantes, al no permitirles un pensamiento crítico y una conciencia de su propia realidad social. La ideología, al ser internalizada, se convierte en “falsa conciencia” que impide comprender las verdaderas causas de su situación. Broccoli aboga por una educación que permita desarrollar una conciencia crítica en los estudiantes, cuestionando las estructuras de poder y las ideologías dominantes. Una educación liberadora, fomenta la reflexión crítica y la acción transformadora.
El autor explica que característica del pensamiento moderno es el afán a la creatividad, esta pretensión considera el conocimiento como creación del sujeto, lo cual choca contra la barrera representada por la condición del mismo sujeto en la sociedad burguesa, obligado a vivir una situación puramente ideológica, en la que no logra captar ni la totalidad de lo real ni los nexos auténticos entre las cosas. En lugar de conocimiento como creatividad, la educación se encarga de tareas de control de lo real al proponer modelos ordenadores de conocimientos.
En el plano de la realidad, los hombres son producto de las circunstancias y de la educación. Las circunstancias, las cambian los hombres, por tanto, hombres modificados son producto de circunstancias distintas y una educación distinta. Por lo que hay que aflorar un mundo nuevo, al trasmitir la interpretación del viejo mundo en términos de mundo nuevo. La reproducción de los valores de la sociedad burguesa es consecuencia del carácter individual de tal esfuerzo, pues solo el empeño colectivo, en la acción revolucionaria, puede realizar la autenticidad de lo real.
En general, los hombres se han formado siempre falsas ideas acerca de sí mismos, de lo que son o deberían ser. Han ajustado sus relaciones a sus ideas acerca de dios, del hombre, etc. Broccoli sugiere enseñarles a sustituir estas quimeras, por pensamientos que corresponden a la esencia del hombre y adoptar ante ellas una actitud crítica. Hay que quitárselas de la cabeza y la realidad se demolerá.
El autor expone que la actividad material de los hombres, esta entrelazada directamente con la producción de ideas y representaciones de la conciencia. La conciencia, desde un comienzo, es un producto social. La liberación de la educación puede venir solo a través de una filosofía auténticamente creadora que se funde en la transformación del mundo.
Hay un divorcio entre el conocimiento y la transformación del mundo, debido a la desunión entre ciencia y revolución. Excluida la ciencia, la ideología se propone en términos éticos despojada de conocimiento y se asume en la instancia educativa. De esta manera, el pensamiento burgués se sirve de la ideología para completar las lagunas de la conciencia.
Desde el momento en que los hombres no logran realizar un conocimiento auténtico y no lo logran a causa de la división del trabajo, distinguiéndose el trabajo manual del trabajo intelectual, toda rama de la actividad humana resulta de la división del trabajo y crea su propio credo particular. Con el nacimiento y formación de tantas disciplinas, por la división del trabajo, se multiplican los puntos de vista. El análisis de los aspectos multiformes y empíricos del complejo social, precisa un largo trabajo de abstracción. Y es la ideología, la que termina por condicionar los fines del conocimiento.
Las formas de conciencia están definidas por las condiciones de vida, pues no existe hecho de la historia que no repita su origen en la honda estructura económica. Y no existe hecho de la historia que no esté precedido, acompañado y seguido de determinadas formas de conciencia. El objetivo auténtico de la educación es, liberar toda descripción del mundo que no considere los nexos con la historia y que prefiera concebirla en términos de ideología.
La pedagogía se convierte en una operación “indolora” para quien proclama ser su cultor y extremadamente dolorosa, para los que deben soportarla en todos los niveles de la práctica educativa. Esta interpretación no tiene posibilidad alguna de captar la autenticidad de lo real. La actitud educativa, se resuelve en la transmisión de lo inauténtico en la falsa conciencia.
La educación tiene en sí misma los instrumentos de liberación de sí y de los otros. La educación tiene un nivel de autonomía, puede ser reducida a la categoría de transmisora de una falsa certeza en términos de verdad. O bien conducir a la auténtica certeza independientemente de la falsa verdad.
La ideología presenta una contradicción típica, al asumir una actitud expansiva debe aceptar modificarse. Y al modificarse, alcanza una transformación total. La dimensión optima de la ideología se alcanza, cuando sin tener que recurrir a la represión material, puede transmitirse sin sufrir modificaciones. La producción de ideología tiende a jerarquizar a los individuos: los ideólogos activos, su oficio principal es la elaboración de ilusiones de la clase dominante. Los no ideólogos más pasivos y receptivos, facilitan la intervención educativa. La tarea de la educación es doble: crear la falsa conciencia de un problema que no existe y de resolverlo. Y cuanto más favorezca a esto último, más se convierte en una empresa riesgosa. Cuando la proporción de la clase dominante y las demás clases cambia, la relación educativa adquiere mayor complejidad. Se trata de llevar al individuo como “sujeto”, pese a su real objetividad. El individuo pasa la contradicción de sentir como suyo el problema de participación en una ideología que es de otro.
El científico de la educación considera al hombre una objetividad biológica, psicológica y antropológica. La ciencia de la educación resulta de una opción ideológica históricamente demostrable. La objetivación del hombre, de la historia y de la naturaleza, oculta una empresa bastante más comprometida: la negación de la historia. Al ser educador de la propia clase, nos movemos en una “objetividad” creada y disponible. Mientras que, al ser educador del pueblo, enseñamos a la población su propia historia e infundimos el deseo de conocerla.
El filósofo individual y la clase dominante, operan con la destrucción de la historia de muchos y la creación de una falsa historia. Como se aprecia, hay nexos entre la educación, la ideología y la mala filosofía. Existen hombres, grupos y colectividades nacionales de asociaciones de clase y organizaciones obreras, que luchan por el reconocimiento de su historia. Ellos no quieren ser galvanizados por la ideología de una clase social que no es la propia, quisieran conocer el significado histórico de su presencia y de quienes los precedieron en la lucha.
El sentido de la obra de Broccoli es, proporcionar una idea del lazo entre educación e ideología. La comunidad educativa, favorece la integración inconsciente de nuevos estratos sociales en torno a los núcleos ya existentes y consolidados. En contraposición, necesitamos hacer surgir la historia en cada uno, en un proceso de reciproca denuncia de la contradicción, en el camino de la transformación de todos.
La verdad es prerrogativa de la ciencia. La síntesis razonada de las creencias es la “sabiduría” de la filosofía. La ciencia nos ofrece el conocimiento, la ideología, un sistema de representación con funciones practico-sociales. De la ciencia se espera que difunda abstracciones científicas y eduque según esas abstracciones. Pero si la ciencia se apoya en la ideología, no vale mucho más que la mala filosofía. Y cuando la filosofía pretende enganchar lo real y envolverlo en tramas y modificarlo, deja de ser filosofía para convertirse en política. Es preciso elevarse de las abstracciones de creencias filosóficas y educativas urdidas en una sociedad determinada. La dificultad es captar lo concreto, los científicos burgueses explican cómo sucede la producción dentro de estas relaciones dadas, pero, no nos explican cómo se producen estas relaciones.
La ciencia especulativa produce abstracciones que son “redefiniciones” de una falsa realidad. Y cuando cree poder hacer conocer lo concreto, dispone ya de conocimiento mediante la construcción apriorística de su abstracción. La interpretación no alcanza lo real en su autenticidad y presupone la transmisión de una falsificación. La transformación del mundo reconoce un proceso de abstracción científica, la individualización de los problemas reales y la formulación de hipótesis cuya validez este confirmada por la creación de nuevas realidades. La ausencia o presencia de la historia real de los hombres, es la circunstancia que separa la ciencia especulativa de la real. La ciencia burguesa tiene una sola manera de confrontarse con lo real y crearse una historia falsa pero concreta: la educación. La educación se planteará en términos de una formalización del conocimiento, es decir, la ideología.