CulturaDestacadas

25 PARA EL 25.

POR: MIGUEL BLANDINO.
Hace casi sesenta años, mi hermanito y yo nos convertimos en delincuentes: un domingo cada mes abríamos los carros repartidores de libros de dos de la importadoras de libros que existían en el país y sacábamos un libro cada uno. Yo había comenzado la secundaria y mi hermano estaba terminando la primaria cuando conocimos a Stendhal, Dostoyevski, Dickens y Sand. Nos emocionamos como nunca y mucho después de haber acabado la lectura, todavía continuábamos disfrutándolo al comentar lo que habíamos leído. ¡Qué dichosos fuimos por no tener televisión desde que nuestros progenitores se separaron! Mi mamá no pudo y no quiso comprar una tele, sino que prefirió un tocadiscos. Gran idea. La música era el complemento perfecto de la literatura. Atahualpa Yupanqui rimaba perfectamente con García Márquez y Vargas Llosa, Galeano con Víctor Jara. Lo urbano y lo rural, la tradición y lo moderno, lo abstracto y lo concreto.
Ayer, cuando escuchaba a Paco Ignacio Taibo II, en el Zócalo, al abrir evento de lanzamiento de “25 para el 25”, se me desbordaron los recuerdos más deliciosos del tiempo aquel de la adolescencia repleta de imaginación nutrida de discos y de libros.
Y me dio envidia de la buena y alegría saber que el Fondo de Cultura Económica va a repartir gratuitamente dos millones y medio de libros en toda América Latina. Y que esos libros han sido impresos en Argentina, Guatemala, Venezuela y México, gracias a un trabajo de años de convencimiento y coordinación entre gobiernos.
Mientras los gringos censuran libros hasta alcanzar el primer lugar mundial de estupidez inquisitorial, la Cuarta Transformación pone en las manos del pueblo unas tijeras para cortar los velos de la ignorancia.
Veinticinco obras que son veintisiete fueron reimpresas para llevarlas a todo el continente, en una invasión de cultura y saber.
Resuenan en mi mente las palabras sabias del Comandante Inmortal Carlos Fonseca Amador, el fundador del Frente Sandinista, cuando recomendaba a los compañeros que andaban en la montaña y en los barrios populares reclutando nuevos militantes que antes que nada “primero enséñenles a leer”.
Los revolucionarios sabemos con absoluta consciencia que sólo por la educación y la cultura se encuentran los caminos hacia la liberación y la dignidad de las personas.
En ese mismo acto Paco Ignacio Taibo II contó que los herederos de algunos autores, como los hijos de Roque Dalton, estuvieron felices de que la obra de su padre formara parte del conjunto de textos.
AMLO impulsó esta iniciativa, Claudia la llevó a feliz término.
¡Honor a quien honor merece!