El Salvador cayó en los vicios.
Por: Edwin Felipe Aldana Aguirre. Investigador y Docente Universitario.
Cuando en modo coloquial se dice que alguien cayó en los vicios; estamos realmente diciendo que ese alguien ya está tirado en la calle, que ha destruido su vida y la de los suyos, que le pasa de todo aquello que les pasa a los que ya están tirados en la calle, abandonados por Dios y por el mundo. En otras palabras, -también coloquiales-, que ya está hecho mierda.
Ya no vemos, no escuchamos, no pensamos con claridad y la vida se reduce a un seguir respirando y como Don Quijote, -que por cierto se pueden contar con los dedos de las manos a quienes le han leído-, luchamos contra monstruos imaginarios y nos convertimos en héroes en el espejismo del polvo y la basura.
Está bien que los señoritos y sus 40 ladrones tengan sus ideas y planes de señoritos. Eso es harto evidente y no se necesitan tus ínfulas de académico para validar esa basura. Pero que buena parte de la gente asuma eso como propio y, sobre todo, que defienda esas ideas y planes, tampoco es asombroso; y no necesitamos a Gramsci y a otros pensadores (citamos porque somos buenos para pavonearnos con nuestros saberes), que asumimos el discurso de la clase dominante, o que los opresores tienen sus aliados entre los oprimidos.
El salvadoreño y el centroamericano en general, siempre ha sido amante de la apariencia y de lo marcial. Y lo marcial, lo vertical y autoritario es el valor supremo en la mayoría de nuestros hogares. Tenemos y ejecutamos mando sobre nuestras mujeres y sobre nuestros hijos, ah, y por cierto también hay mujeres que sostienen y promueven esto y de paso, las hay quienes agreden al marido y a los hijos. Pero no lo vamos a negar, somos gente sonriente y positiva…
Lo feo, malo y sucio hay que esconderlo, no vayan a pensar los turistas o en su caso los vecinos que no tenemos que hartarnos, -va pues te doy gusto amiga-, no tenemos que comer. Tenemos grandes sofás aunque no tengamos espacio, grandes televisores como los de la niña Olga y, sobre todo, tenemos carrito aunque no tengamos casa. No confundir esto último con la necesidad que significa un carro para nuestros hermanos en el Norte.
Don Bauman nos dice que: La desigualdad no es un error del Sistema… Es el Sistema funcionando correctamente. Conste que es cita del Facebook. Pero para muchos de nosotros, los canastos son mierdas de la indiada que afean el ambiente y sólo llama más pobreza. Ahora entiendo porque los pobres dan mala suerte. Sus carretones mal pintados, sin gusto, claro que opacan nuestros sueños de primer mundo, de Singapureños jajaja, de finlandeses.
No te digo pues, hay que decirlo y decirlo alto. Los pobres, las mayorías de este país y de Centroamérica, aman a sus hijos y no quieren verlos morir de desnutrición, sin escuela, sin vida decente. Sueñan que sus hijos e hijas huyan por fin, de ese monstruo que es la pobreza y el abuso. Sueñan que nunca falte comida en la mesa y que nadie los mate por no ser tan blancos y no tener dinero. Ya sólo falta que nos toque como a Fray Bartolomé en las Cortes españolas, decir que estos son humanos porque se cagan de la risa por todo.
Las ventas ambulantes, estacionarias o semi estacionarias, eso que los letrados les le llaman “economía informal”; son formalmente las estrategias de los pobres por sobrevivir en un sistema excluyente y opresor.
Vamos a asumir sus categorías; el comercio informal es simple y llanamente el efecto o la respuesta de grandes sectores de la población a eso que los grandes intelectuales y gente sabia de iglesias, no quieren apuntar como Desempleo estructural. Una de las formas mayoritarias ahora de llevar sustento a tu hogar, es a través de un salario producto de un empleo. Y si esa oportunidad de empleo no la tenés, vas a hacer cualquier cosa decente por no dejar morir a tus hijos y darles felicidad.
Pero hay serotes con salario mínimo y deudas impagables que casi levitan con las luces del Centro Histórico y los nuevos Centros comerciales, celebrando que los pobres, -porque ellos no son pobres son pendejos en vías de desarrollo-, han sido finalmente expulsados de esos espacios para la “gente decente” y los turistas que engalanan el ambiente…
Ahora, este país exporta gente y no productos, porque los señoritos quieren que la población tenga capacidad de compra y gaste y consuma y que todos seamos felices. Vieron que la guerra civil expulsó mucha gente y éstos enviaban remesas. Luego con la ayuda de los gringos le abrimos paso a las pandillas para seguir aterrorizando a nuestra gente y lograr que se fueran para tener más remesas… Casi vamos llegando a los 10,000 millones de dólares. Pero se les fue la mano con las pandillas y tuvieron que desecharlas. Hoy con un régimen musulmán sionista la expulsión de los paisanos sigue. Pero los que se quedan tienen que sobrevivir y buscar cómo llevar comida a sus mesas para ver sonreír a sus niños, aunque sea de vez en cuando.
Para concluir, he de decirte que no todo está perdido. Hay cantones, caseríos, barrios y hasta colonias, en donde la gente todavía comparte. Ven a un anciano sólo y con necesidad y los vecinos le asisten y hasta usan las redes sociales para conseguirle ayuda. Alguien se muere y lo enterramos a pura “coperacha”. Y seguimos celebrando la vida y seguimos soñando un nuevo amanecer. Diría Roque Dalton: los tristes más tristes del mundo… Mis hermanos.
