IGNACIO MARTÍN BARÓ.
Sin haber estudiado sus trabajos teóricos, se camina sin rumbo.
POR: MIGUEL BLANDINO.
Durante la ofensiva político militar que las fuerzas guerrilleras de la alianza FMLN lanzaron a nivel nacional en noviembre de 1989, tropas del ejército del gobierno proestadunidense cometieron una matanza en el campus de la Universidad Centroamericana (UCA) “José Simeón Cañas”.
El objetivo del ejército gubernamental era decapitar uno de los viveros de pensamiento díscolo, que no se alineaba al discurso político oficial ni promovía la ideología anticomunista dominante.
El blanco principal era el Rector Mártir de la UCA, Ignacio Ellacuría Beascoechea, S. J., un religioso vasco de profundo pensamiento de izquierda y decidida opción preferencial por los pobres, al igual que la gran mayoría de sus hermanos de la Compañía de Jesús.
La noche del 16 de noviembre estaban en el campus de la UCA -además de Ellacuría- otros cinco sacerdotes, la señora que les ayudaba con los trabajos domésticos y la adolescente hija de esta.
Las órdenes que tenían los militares eran muy precisas: no dejar ni un solo testigo del asesinato del cura incómodo. Cumpliendo sus órdenes, los militares registraron por todas partes y mataron a las ocho personas que localizaron.
De los seis curas que estaban esa fatídica noche en la UCA, el más joven se llamaba Ignacio Martín Baró.
Este era Psicólogo -graduado en la UCA-, además de ser un religioso de profesión. Pero también obtuvo una Maestría en Ciencias Sociales en la Universidad de Chicago, y alcanzó su Ph.D. en Psicología social y organizacional en esa misma institución de educación superior.
Escribió su tesis de maestría hablando sobre las actitudes y conflictos en la sociedad salvadoreña y en su discurso doctoral expuso el problema de la densidad poblacional de las clases bajas de El Salvador.
De Martín Baró se conocen publicaciones a partir del año 1966, cuando comenzó a escribir sus reflexiones para la Revista Estudios Centroamericanos (ECA), de la Universidad Centroamericana.
En la medida que su maduración intelectual iba desarrollándose, el aporte científico de sus reflexiones iba hacia una mayor profundidad acerca de la sociedad salvadoreña, que era su tema predilecto.
El estudio sostenido, sistemático, de ese pequeño fragmento de la humanidad que es la sociedad de El Salvador, en un espacio y tiempo concretos, le reveló al cura psicólogo social una visión clara de cada una de sus principales características y del conjunto dinámico de las interrelaciones e interacciones en las diferentes esferas y dimensiones, sociales, culturales, económicas, políticas e ideológicas.
Fueron veintitrés años de observación y reflexión los que estuvo Ignacio Martín Baró estudiando ese fenómeno específico para poder generar el conocimiento teórico de su Psicología Social.
Poder, ideología y violencia es el título de uno de sus libros; Acción e Ideología (Psicología Social desde Centroamérica) otro. Igualmente, Sistema, Grupo y Poder… Así piensan los salvadoreños…
Hoy, al escuchar a un montón de advenedizos, políticos noveles y comentaristas de todos los temas, me pregunto ¿cómo es posible que esta lacra pueda proponerse guiar al pueblo si son capaces de decir que no son ni de derecha ni de izquierda y que no tienen ideología?
Un ciego guiando a otro ciego van seguros hacia el barranco.
No creo que Ignacio Martín Baró reúna todo el conocimiento posible acerca de El Salvador, pero sin haber estudiado sus trabajos teóricos, se camina sin rumbo.
Cualquier intento de acción política para rescatar a la sociedad salvadoreña de la oscurana bukelista pasa por la comprensión de la manera en que están construidas las mentes de las personas en El Salvador y los cristales a través de los cuales perciben el mundo.
