Muere DADOU PASQUET: EL GUITARRISTA QUE HIZO CANTAR A HAITÍ.
DADOU PASQUET: EL GUITARRISTA QUE HIZO CANTAR A HAITÍ, QUE NUESTROS POLÍTICOS HICIERON TARTAMBULAR…
Hay que decirlo de una vez por todas: mientras nuestros políticos apátridas y corruptos jugaban a «quién podía robar y robar con impunidad, despilfarrando los fondos públicos con la mayor elegancia», mientras figuras de cartón de pseudoestrellas se proclamaban «REYES DE KONPA» porque sabían sostener una guitarra como un control remoto, André «Dadou» PASQUET trabajaba. Sí, trabajaba: una palabra rara, casi obscena en un país donde el espectáculo del vacío se ha convertido en la norma.
André «Dadou» PASQUET, nacido en Puerto Príncipe el 19 de agosto de 1953, no fue simplemente un guitarrista. Fue el arquitecto del sonido haitiano moderno, el verdadero ingeniero de la elegancia rítmica que aún se conoce como Konpa Direk, quien transformó un género musical en una disciplina espiritual. Fundador de la Magnum Band el 24 de junio de 1976, junto con su hermano Claude «Tico» Pasquet —sí, una banda de verdad, con músicos de verdad, arreglos de verdad, no solo una colección de ritmos reciclados en Fruity Loops—, Dadou Pasquet impuso un estándar técnico que los músicos aficionados de hoy probablemente nunca verán.
Quienes lo escucharon saben que su guitarra no solo tocaba, respiraba. Contaba una historia. Se podría citar: la elegancia de las noches en Pétion-Ville, la nostalgia del exilio forzado, la dulzura de la diáspora, la ira contenida de un pueblo que ha reprimido sus lágrimas durante demasiado tiempo.
Dadou Pasquet no era solo un virtuoso; era un laboratorio viviente, una herencia viva, un maestro exigente pero generoso, y una incubadora de talentos. Formó silenciosamente a generaciones de músicos mientras otros se dedicaban a formar… grupos de WhatsApp y a participar en polémicas sin sentido.
Haití, este país único que ignora a sus gigantes mientras viven, solo para redescubrirlos demasiado tarde y llorarlos al unísono como si hubieran perdido a un tío al que nunca visitaron.
Hoy, todos publican su foto, todos «rinden homenaje», todos se convierten de repente en conocedores de la música haitiana. Debemos detener esta hipocresía cultural, porque no hay ningún plan para honrar a nuestras leyendas, solo una destreza inigualable para hacer clic en «RIP».
Sin embargo, Dadou Pasquet nunca sucumbió a la amargura. Mantuvo su elegancia, precisión y dignidad. Llevó la música haitiana más lejos de lo que nuestros ministros llevaron al país… o incluso de sus promesas.
Y ahora, parte hacia el eterno Oriente. Silencioso. En paz. Como un último acorde suspendido en el aire. Pero Dadou Pasquet no muere. No se entierra una escuela. No se entierra un estilo. No se entierra una luz.
Sus melodías seguirán resonando, instruyendo, corrigiendo, elevando el nivel de un país que olvida demasiado rápido y agradece demasiado tarde.
Descansa en paz, Maestro.
Tus cuerdas aún resuenan. Y a diferencia de nuestras instituciones, tú nunca fallaste.
——— Amos Cincir
