LAS JUVENTUDES NEONAZIS.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández, Educador.
El pasado 15 del mes en curso, varias ciudades mejicanas fueron conmovidas por sendas concentraciones de jóvenes, que se sumaron bajo diferentes reclamos, con el común del color de sus banderas: rojo, blanco y negro.
Y esvásticas.
Porque esas concentraciones eran neonazis.
Los mexicanos que se sumaron son de media, de entre 14 a 35 años, desheredados, protestantes, sin mayor educación, y activos miembros de foros de lo paranormal, lo ultransista y lo woke alternativo.
Porque en realidad su orientación política se corresponde con lo que la marea imponga.
Provienen además de acuerdo a la UNAM, de familias disfuncionales o desintegradas, dependientes de las remesas que sus progenitores ausentes les hacen llegar todos los meses desde alguna locación estadounidense.
Es decir; son en un altísimo porcentaje elementos del lumpen, sin estructura ni brújula moral objetiva en sus vidas por la ausencia de la figura paterna, materna o de ambas, por lo que están en la búsqueda permanente de una identidad, de sentido de pertenencia, lo que el discurso incendiario neonazi les ofrece.
Se los ofrece bajo el pliego de demandas que el movimiento hace al estado mejicano, que van desde la inseguridad ciudadana que padece el país, derivada del largo conflicto con el narco, hasta lo tocante a la corruptela que la partidocracia tradicional impuso a México.
La misma que organizó esa marcha.
El evento fue orquestado en línea, a través de diversos foros, redes sociales, y panfletario en mucha menor medida, donde se la convocó mediando actores que se presumen de apolíticos, youtubers y generadores de contenido mediático, que están todos en la nómina partidaria de derecha.
La mayoría están bajo contrato del PRI y del PAN, pero también del restante espectro de la derecha partidaria mexicana, que es además la responsable de la inseguridad social y jurídica que padece el país, y que solo en el último quinquenio se comenzó a recuperar.
Porque precisamente esa misma partidocracia que organizó este evento con el solo fin de medirse con el oficialismo, pacto con el narco, al que también pretendió combatir desde la arrogancia de las oficinas administrativas de la entonces secretaria de seguridad, con funcionarios provenientes de esa política partidaria, que no eran más que lacayos por doble partida, adscritos tanto al DF, como a Washington, como al narco, por lo que la deriva que tomara desde el decenio calderonista, cuando se iniciaran las hostilidades que condujeron a la fracasada guerra contra el narco, se debió al interés de no ganarla.
Porque le es mejor negocio a la partidocracia tradicional conservarla.
Así, los neonazis de esas marchas no son sino jóvenes instrumentalizados que se sumaron a una ola que no entienden, que en muchos casos supone participar porque todos lo hacen, que fuera organizada por precisamente los que promovieron sus causales, y, sobre todo, porque queriendo hacer algo, se decantan por el regresismo al conservadurismo, la intolerancia y el verticalismo, que suponen resolvió en otras latitudes.
Que creen resolvió aquí.
Pero ya sabemos, solo agravó todo.
