El objetivo es la paz ¡Avancemos pues!
Por: Pacífico Chávez.
6 de marzo de 1983, el papa Juan Pablo II, hoy santo, se dirigía al pueblo salvadoreño en la Santa Misa en Metrocentro con estas palabras: “no abogo por una paz artificiosa que oculta los problemas e ignora los mecanismos desgastados que es preciso componer”. Y es que siempre se debe trabajar por resolver los problemas que aquejan a la población, no esconderlos, ni evitarlos.
¿Cual es el fin último de la política? La política es un compromiso con la comunidad, una comunidad con desigualdades naturales entre individuos y grupos, y por supuesto también con los conflictos que estas diferencias generan. ¿Entonces con desaparecer estas desigualdades basta?
La política tiene una estructura, procesos, formas, todo lo necesario para tener resultados favorables. Todo mundo ha escuchado y conoce políticos, la política, es un concepto bastante familiar pero poco entendido en su profundidad. Normalmente por las experiencias vividas, la política se asocia a engaño, manipulación, corrupción, división, imposición, es decir, carga de entrada con calificativos negativos, condenatorios, no esta libre de sospecha.
Sin embargo, la política en su lado positivo, moviliza, despierta solidaridad, cooperación, en su esencia es la búsqueda de justicia, como primer objetivo, y libertad, igualdad, seguridad, bienestar, bien común y por supuesto paz.
Hay que ocuparse de la política aun sabiendo que es incómoda, controvertida, contradictoria y acusada de muchos males, pero no se puede prescindir de ella, estamos obligados a inmiscuirnos en su mundo, tratarla, definir y lograrla positivamente.
La política entonces, es una actividad colectiva llevada a cabo por una comunidad para tomar decisiones que obligan a todos sus miembros a desarrollarse en medio de: discrepancias, creencias, intereses particulares, control de recursos, derechos, desigualdades, conflictos, búsqueda de beneficios, todo este enorme paquete hace de la política un arte.
En este marco de confusión e incertidumbre, la política esta para dar respuestas, soluciones de carácter vinculante o forzosa de la decisión adoptada, define las reglas de convivencia.
El arte esta en que estas normas aceptadas, por cada miembro de la comunidad, le lleven al desarrollo de todos sin excepción, para que alcancen sus sueños mas grandes, superando cada obstáculo según sus capacidades en un ambiente optimo, sano, amplio y en paz.
Una buena política construye el edificio social con bases solidas, que no se derrumba fácilmente, hay entendimiento, diálogo, integración, un interés genuino por alcanzar el bien común. La política es ante todo constructora de sociedad, cohesiona a los diversos grupos sociales, sus intereses y luchas, mas allá de sus diferencias naturales, económicas, culturales, religiosas, filosóficas, etc.
La buena política como tal asegura la justicia, la libertad, una dictadura no es admisible, porque somete a toda la sociedad al capricho de un individuo, eliminando todo asomo de justicia y libertad. Ademas elimina la capacidad de intervenir como comunidad en las decisiones que se toman respecto al uso de los recursos, generando privilegios para pocos, lo que aumenta las desigualdades que son generadoras de conflictos.
La comunidad debe ser protagonista, no debe quedarse como un sujeto pasivo, inerte, sin decisión, mas bien debe actuar con poder, porque se reconoce a si misma como forjadora de su futuro.
En esa misma homilía de San Juan Pablo II, hace 42 años y aun en medio de la guerra civil, decía el santo: “todos y cada uno, gobernantes y gobernados, habitantes de la ciudad, pueblos o caseríos; todos y cada uno, empresarios y obreros, maestros y alumnos, todos tienen el deber de ser artesanos de la paz”.
Artesano, aquel que ejercita un arte, que hace por su cuenta objetos con un sello personal, trabajos a mano, con dedicación, delicadeza, atento a los detalles, sencillo pero bello, de tal belleza que se muestra con orgullo a los demás.
Construir la paz es responsabilidad de todos, pero es inevitable la responsabilidad de los que hacen política, y como ya se vislumbra para lograrlo debe haber justicia real, no esa que solo pica al descalzo y nunca aplica a los allegados al poder, una justicia basada en la verdad, no en la mentira, una vez alcanzada la justicia verdadera, aparece la libertad, porque la verdad nos hará libres, sin ataduras mal sanas, sin miedos, con esas dos primeras condiciones bien establecidas viene todo lo demás, llegando al final como premio, la tan añorada y soñada paz, como bien escribió Juan José Cañas en el himno nacional: “De la paz en la dicha suprema, siempre noble soñó El Salvador”. ¡Avancemos pues sin descanso en ese camino!
