JÉSSICA, EL VALOR SIMBÓLICO Y DESENMASCARANTE DE LA MUERTE.
Por: Juan Vicente Chopin Portillo.
1. No es lo mismo morir como Génesis, a ocho meses de edad y habiendo estado presa ese tiempo con tu madre en la cárcel, que morir como Jéssica, en el lugar símbolo del gobierno de El Salvador: el centro histórico de la capital. Génesis murió en el anonimato y en la penumbra (en el lugar más “inseguro” del país), Jéssica a plena luz del día (en el lugar más “seguro” del país). Seguridad e inseguridad son conceptos intercambiables en este país.
2. Dice Yanci Solís que no escucharon ninguna detonación, que su hermana cayó al piso a causa de un disparo certero en el cuello. Que ella pidió ayuda desesperadamente, pero que nadie la auxilió. Pero eso es normal en la era digital: las personas están más interesadas en la imagen de la realidad que en la realidad misma.
3. Jéssica no es solo una muerta: es una mujer de las clases subalternas trabajadoras. Sus funerales no fueron funerales de Estado, con la acostumbrada parafernalia (alfombra roja, música regimental, cadetes, discurso grandilocuente, con entrega de bandera a su madre, salvas de cañón, etc.). Es solo una mujer. Ni siquiera un número en las estadísticas del régimen totalitario y tecnócrata.
4. Si la muerte de Jéssica fue “accidental”, entonces no cuenta como asesinato deliberado, y no puede entrar en las estadísticas del Estado. Así, no obstante las evidencias, se seguirán reportando “cero homicidios”. ¡No, Jéssica, tu vida vale más que una estadística de corte político!
5. Pero el asesinato de Jéssica tiene un valor simbólico. Si bien ella muere de un disparo en el cuello, su muerte apunta al corazón simbólico del régimen actual. Lo desnuda en sus formas falsificadoras de lo real.
6. Pero su muerte tiene también un valor diabólico, porque hay otro tipo de mujeres, como la procuradora de derechos humanos, insensible con la muerte de otra mujer, encubridora del régimen, bien pagada y parásita del sistema.
7. Limpiaron la escena del crimen, porque en El Salvador es más importante la imagen del gobierno que la vida de una mujer.
8. No fue suficiente. En su saña contra las mujeres, capturaron a otra acusándola del asesinato. ¿Quién le devolverá la dignidad a esta mujer anónima? (¡Que alguien nos diga su nombre!).
9. Así sigue siendo El Salvador. Parafraseando al arzobispo Rivera Damas: “los inversionistas extranjeros, los oligarcas y los oportunistas del gobierno ponen el dinero y los pobres ponen los muertos”.
10. Nos unimos al dolor de la familia Solís, pero al mismo tiempo nos unimos a la consigan feminista: !NI UNA MENOS!
11. Un transeúnte subió la foto del asesinato. Así lo supimos y así se vence a un gobierno totalitario y tecnócrata. Usando con inteligencia la tecnología. El pueblo lo va entendiendo.
