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¿CÓMO FAVORECE LA DISFUNCIONALIDAD ESTATAL AL FASCISMO?

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández. Educador.

Lo sucedido en el Perú es un llamado de atención, pues si bien sus instituciones son operativas, el modelo solo hace lo que debe hacer, privilegiar a las élites.

Por supuesto ha degenerado en un país donde la mayor parte de la población no participa de los beneficios económicos del crecimiento y supuestos éxitos neoliberales, que de nuevo como los pasados 30 años, y al menos en el papel, reportan ingentes beneficios financieros, lo que vemos en todo el continente, y que sin embargo no se tradujo en menos pobres.

Porque es la pobreza de las mayorías las que soportan los privilegios y la riqueza de esa minoría.

Cuando en 1973 y luego del asalto de La Moneda, se impuso por la fuerza a nuestra región el proyecto neoliberal, el esquema de saqueo y concentración de la riqueza estableció sus parámetros, sus beneficiarios, el expolio a la población, cómo el esquema político sirve solo a ese propósito.

Porque el modelo político llamado democrático, no es tan democrático como se nos ha dicho.

La democracia es definida como el “Gobierno de todos, por todos y para todos”, pero la incidencia que como ciudadanos tenemos en la toma de decisiones, en el ejercicio gubernativo, se reduce a depositar nuestra boleta de votaciones, respaldando la propuesta de este o aquel partido, sin que ello suponga que puedo obligar a dicho partido a cumplir sus promesas electorales, como tampoco el proyecto que me ofertó.

Esto, para la población de una región crónicamente abandonada, donde la riqueza se construyó en el expolio abierto de las mayorías, haciendo de la exclusión y la marginación la norma, establecida por la fuerza, donde el derecho es reconocido formalmente, pero solo observado para una minoría privilegiada, y por lo mismo, donde los derechos más elementales son denegados permanentemente, la población sencillamente se cansa, abandonando la observancia de la ley.

En Perú existe la institucionalidad, pero ello no ha supuesto que las mayorías participen o sean beneficiadas por el modelo, sino sido sistemáticamente excluidas, que, para colmo, asumió los costes de la imposición de un gobierno ilegítimo, el de doña Dina Boluarte, dando pie no solo a un esquema de expolio más agravado contra esas mayorías, también agravándose con mayores y más descarnados grados de nepotismo y su consecuente corruptela.

Ahora, una vez apartada del poder el impresentable gobierno de Boluarte, le imponen al pueblo peruano a un personaje señalado por supuestamente haber cometido graves delitos, sin más respaldo que el de una cuestionada legalidad, que fallara por un lado en despejar esas acusaciones mientras se profundizan los privilegios de los de siempre.

En tal escenario, Perú enfrenta el mismo escenario de desencanto social que diera paso al ilegítimo e ilegal gobierno que padecemos, que se atrajo el favor de la mayoría de votantes, y que desde que asumió, ejerce para concentrar más poder, desmontando la legalidad.

Una completa tragedia, pues alcanzar esa democracia, supuso los costes que conocemos.

Y que, claramente, olvidamos.

EL FASCISMO COMO CULMEN DEL ESTADO DISFUNCIONAL.

El agotamiento que genera la disfuncionalidad estatal no es casual, sino calculado.

También la partidocracia agota eventualmente la paciencia ciudadana, que luego busca alternativas en otras vías, porque la partidocracia en última instancia no existe para resolver los graves problemas ciudadanos.

Veámoslo del siguiente modo: la partidocracia interpreta teóricamente los intereses de la ciudadanía para, a partir de ello, resolver a favor de esta, pero eso solo es retórico, pues en realidad representa intereses de clase, mientras manipula a su base partidaria poblacional, sin que ello suponga obligaciones jurídicas reclamables, lo que redunda en que el ciudadano no ve jamás satisfechas sus apetencias políticas, porque los partidos no representan sus intereses.

El partido arena gobernó 4 períodos sucesivos, 20 años, y no legó nada.

Privatizó y llevó al país a su mayor crisis financiera, pues al desmontar al estado y privatizarlo todo, buscó favorecer solo a su red clientelar, a nadie más, lo que degeneró en el estado inviable y altamente conflictivo socialmente por lo disfuncional que recordamos, donde intencionalmente se presionó a la población hacia la migración ilegal por inseguridad, lo que se tradujo a su vez en el flujo de remesas que generaron, y que son las que desde entonces soportan el fracaso del modelo, sustentando la riqueza de apenas el 1% de población, la única beneficiada del modelo, lo que llevará a la población a apostar por la izquierda política, que heredó el desastre, y que gestionó dentro del modelo, equilibrando los gastos y finalmente, luego de 30 años, reuniendo una reserva financiera, que fuera reconocida y aplaudida por la banca multilateral, lo que empero no resolvió a favor del salvadoreño de a pie.

Ese escenario y el caos económico y social que ha supuesto es el que agoto a nuestra población, animándola a abandonar sus feudos políticos tradicionales, sin abandonar al modelo económico, que es el responsable ulterior, buscando alternativas fuera del esquema tradicional político.

Se impone un alto en este punto.

En nuestro país, la insatisfacción y desprotección ciudadana históricas, han sido también monetizadas a favor de las élites rapaces, lo que ha dado pie a que el personaje que nos mal gobierna, al que nadie con integridad puede tomarse en serio pues se lo puede considerar apenas un discurso vacío, logra capitalizar a favor de su proyecto personal, para finalmente y una vez habiéndo captado a un porcentaje mínimo de la población[pues fue elegido con la menor asistencia electoral de nuestra historia], conforma junto al ejército el estado fascista e inviable que tenemos, donde la insatisfacción no desapareció, y tampoco se desmontaron las causales de la violencia, si bien se atajó mediáticamente esa violencia.

No, la falsa democracia que padecimos ha dado pie al estado fascista que hoy tenemos, con el que algunos esperan superar no solo la inseguridad, también alcanzar la prosperidad que goza la nueva élite política, y de la que siempre será excluido porque sí.

Porque, entendamos, solo dentro de la legalidad lograremos la viabilidad.