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¿SON INÚTILES LOS EJÉRCITOS EN SOCIEDADES DIVIDIDAS EN CLASES ANTAGÓNICAS E IRRECONCILIABLES?

POR: MIGUEL BLANDINO.

Con harta frecuencia oigo decir por igual a los opinadores profesionales de los medios salvadoreños, de los análogos y de los digitales, de los medios corporativos y de los independientes, que los ejércitos son gastos inútiles; que esas agrupaciones expertas en el uso de la violencia -llamadas con toda justicia “fuerzas armadas”, porque son fuertes y portan armas de guerra- gastan dineros que podrían hacer muchísimo bien si se invirtieran en cosas verdaderamente de beneficio para la mayoría de la gente. En fin, que son un gasto innecesario.

Inocentes criaturas, crédulos incautos, párvulos cándidos, hombres –y hasta mujeres- que llegaron a la mayoría de edad y siguen siendo ingenuos; aunque a veces pienso que no lo son y que realmente solo se hacen los tontos para ir por la vida navegando con esas banderas para no asumir una posición clasista y los riesgos que derivan de ella ¿De veras se creen la patraña de que “alguien consciente” va a desarmarse nomás porque alguien lo dice en una pantallita o pantallota?, ¿hablan en serio?, ¿desvarían?

Porque idiotas no son –idiotas (idiotes) les decían en Atenas a los que no se interesaban por la polis, la cosa común-, ya que ese es el tema principal de sus tertulias, aunque pretendan parecer bien estúpidos alegando que no son “oposición”, en una sociedad y en un tiempo que se desborda de injusticias por todos los costados.

Pretenden ser neutrales, a pesar de que desde hace cuarenta años Desmond Tutu dejó bien clarito para todo el que tenga oídos para oír que “ser neutral en situaciones de opresión es ponerse del lado de los criminales”.

Y pretender ignorar que los ejércitos son precisamente la garantía decisiva para la defensa de la clase dominante equivale a negarse a asumir que el papel que se le asigna en las estructuras defensivas de esa clase dominante no es otro que la eliminación física de cualquier amenaza.

Cuando bukele tomó el juramento a su ministro de defensa y a su jefe nacional de policía les encomendó directamente, con toda nitidez, la misión de defenderlo a él, personalmente, del enemigo interno, es decir, del pueblo, de los salvadoreños pobres.

Vale decir que en todos los países que se ubican bajo la égida “protectora” de los Estados Unidos, cada gobierno –sin importar la impronta o marca que use para la gradería- puede darse el lujo de nombrar los ministros de su gabinete entre lo más granado de la ciencia, de los negocios, de lo que sea, menos uno: el ministro de defensa. Tiene que ser bendecido por quien ocupa el puesto principal en “la embajada”.

En ese sentido –y por poner algunos ejemplos de la vida real y no argumentos etílicos-, son muy relevantes las noticias de estas últimas semanas y, al mismo tiempo, han sido también muy reveladoras de la declinante posición imperial, ya que está echando mano del que es su último recurso.

Las criminales acciones de fuerza contra Venezuela y el despliegue de miles de tropas, buques acorazados, miles de misiles, de aviones artillados y bombarderos en el Caribe son eso: muestra de la declinación y muestra de que las armas sirven como el puntal decisivo para la defensa de los intereses de clase de los ricos más ricos del mundo.

En Ecuador la política económica efemeista de quitar los subsidios se sostiene porque Noboa, además de las fuerzas armadas ecuatorianas, ha llamado al ejército de los Estados Unidos para establecer bases militares de ocupación y ha contratado el servicio del ejército privado de mercenarios conocido como Blackwater.

En Argentina, la aceleración de la privatización de empresas estatales y, nada menos ayer, los intentos de decretos mileistas que proponen la rápida venta de la energía nuclear, son pasos desesperados hacia el anclaje del modelo neoliberal, y se basan en la mano dura de la fascista inclemente ministra de seguridad Patricia Bullrich, a la que siguen fielmente los siempre fascistas generales y almirantes devotos de Videla.

Los gringos realizan el robo de nuestros recursos mientras nos apuntan con la pistola. El saqueo de los fondos de salud y de educación indica que están decididos a privatizar hospitales y escuelas en todos los países latinoamericanos que reconocen y aceptan sin emitir ningún pujido la hegemonía imperialista.

Hace treinta años los gringos estaban solos en la cima del mundo y se lanzaron al ataque final sobre América Latina. Estaban tan solos y pletóricos de confianza en su nube que hasta retiraron de la Zona del Canal la horripilante Escuela de las Américas.

El Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA) era el nombre de la estrategia neoliberal yanqui con la que pensaban recolonizar por la vía económica el continente entero. Iban pacíficamente avanzando, pero de pronto fracasaron en menos de una década al irrumpir la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que lanzó el Presidente Hugo Chávez Frías. Creció la conciencia de la izquierda en su fuerza, despertó de la inconsciencia en la que había caído tras la muerte del mundo socialista realmente existente y derrotó alegremente las tesis de Francis Fukuyama.

La estrategia económica fue vencida por la estrategia económica.

Sin el uso de las armas, la lucha ideológica siempre se inclina hacia la victoria de la justicia, porque lo justo está del lado de los intereses de los pobres.

Ahora, los gringos retroceden en la historia y vuelven a usar la estrategia de los años setenta y ochenta, la que les dio el triunfo sobre la URSS y anuló el poder detrás de la influencia ideológica marxista: la vía militar.

Como en tiempos remotos que ya fueron sistematizados por Sun Tzu, en toda la historia que ya explicó Marx -y con mayor precisión Engels-, y que demostraron Lenin y Fidel, ninguna victoria que se alcanza por la vía electoral se sostiene sin el respaldo de la fuerza de las armas. Allende fue el trágico peor ejemplo de la utilidad de las armas.

AMLO logró el triunfo en las urnas con un poderoso movimiento popular y en cuanto asumió el mando, con su mano derecha puso a todas las fuerzas armadas a trabajar en la construcción de infraestructuras y en la administración de las aduanas, puertos y aeropuertos, y con la mano izquierda, creó su propia fuerza armada para ponerla al frente de los combates contra los ejércitos del crimen organizado y ganar experiencia militar en la guerra real: la Guardia Nacional es el ejército de la Cuarta Transformación.

Cuba y Nicaragua derrotaron a los viejos ejércitos y crearon los nuevos. Por cierto, el 17 celebramos el Día de la Alegría Nacional, por la ejecución (1980) de Tacho Somoza.

En Venezuela, el 19 de abril de 1810, con el fortalecimiento de las fuerzas armadas nacionales nació el ejército de los patriotas que conduciría la guerra de liberación de la Gran Colombia. Hugo Chávez recreó aquel ejército libertador y, en diciembre de 1999, fundó la Fuerza Armada Nacional de Venezuela (FANB). Sin esa fuerza militar, Maduro estaría arrumbado en el lugar donde habita el olvido, como dice Joaquín Sabina.

Por el lado de la ultraderecha, de la mafia y del crimen organizado internacional también lo saben y hacen lo suyo. En El Salvador, tras el fin de la guerra civil, las fuerzas armadas fueron reducidas a su mínima expresión, depuradas de los peores criminales que la dirigían y comenzaron a ser educadas en una doctrina humanista basada en el respeto irrestricto de los Derechos Humanos. Pero la familia bukele las ha sustituido por unas fuerzas armadas dirigidas por militares relacionados con el crimen organizado internacional, que han vuelto a la Doctrina de Seguridad Nacional basada en la violación sistemática de los Derechos Humanos y ha incrementado el gasto en armamento y en el pago de sueldos para un número creciente de hombres armados que mantienen el terrorismo estatal.

La democracia burguesa implantada y tolerada por los Estados Unidos en América Latina está difuminándose y dejando su lugar a tiranías militares que defienden a los ricos, mientras cometen a la luz del día el robo más grande de la historia en cada país.

Y lo hacen porque pueden, es decir, porque tienen el poder de fuego en sus manos, y lo utilizan cuantas veces el pueblo se resiste. Como solía decir Felipe Montesinos, el Yeyo, el abuelito de mis hijos: “tiene la palabra el camarada Mauser”.

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