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La privatización del agua.

Desde hace tres décadas, las mayores empresas productoras de agua embotellada a nivel mundial son Nestlé, Coca-Cola, Pepsi y Danone, todas ellas acusadas de complicidad con el sionismo y el genocidio de Gaza
Por: Esteban Cabal. *
Con una población mundial que ya supera los 8.200 millones (triplica la de 1955), y unos niveles de producción industrial y consumo diez veces más elevado, el agua potable se ha convertido en un bien cada vez más escaso.

En muchos países, los ríos y los canales subterráneos corren peligro de desaparecer o están gravemente contaminados. Las reservas mundiales disminuyen a medida que crece la población, el calentamiento global, la desertización y la actividad industrial. Sin embargo, la demanda mundial de agua dulce se duplica cada 20 años. Actualmente, la demanda de agua excede los recursos terrestres disponibles en un más del 50%, un problema conocido como estrés hídrico.

El gran problema mundial de nuestro siglo es el agua, la mitad de la población mundial tiene dificultades para obtener agua de calidad aceptable. Uno de cada cinco habitantes del planeta no tiene acceso al agua potable y uno de cada tres carece de saneamientos adecuados. Cuatro millones de niños mueren cada año por enfermedades causadas por la contaminación de las aguas. El 25% de las especies acuáticas de agua dulce han desaparecido o están al borde de la extinción.

La Mega-Ciudad de México, antaño tierra de bosques y lagos, se hunde irremediablemente debido a la excesiva cantidad de agua extraída del subsuelo. Los recursos de agua dulce latinoamericanos sufren problemas de contaminación constantes. En la frontera entre México y Estados Unidos es tan perniciosa, y el agua limpia llega a ser tan escasa, que los bebés y los niños beben Coca-cola o Pepsi en lugar de agua.

En Texas, los granjeros de las altas praderas bombean el líquido de los acuíferos más rápido de lo que la lluvia tarda en rellenarlos. El acuífero más grande de los Estados Unidos, el Ogallala, se está desecando a un ritmo de 12.000 millones de metros cúbicos al año.

El Mar de Aral, en Asia Central, fue una vez el cuarto lago subterráneo más grande del mundo y una de las tierras más fértiles del planeta. Los dos ríos que lo abastecían fueron desviados por la Unión Soviética para cultivar algodón en el desierto. El nivel del agua descendió más de 16 metros en 22 años. Hoy es un desierto tóxico. La región circundante tiene las tasas de mortalidad infantil más elevadas del planeta.

En India, el caudal del Ganges no sólo está altamente contaminado por arsénico, sino que además ha mermado de tal forma que los pantanos y manglares de Bangladesh corren peligro de desecarse.

En el norte de China, donde se encuentran las dos terceras partes de los campos de cultivo de todo el país, las reservas de agua subterránea se están agotando. En las zonas bajas del río Amarillo no corrió ni una sola gota de agua durante 226 días en 1997. Los tres grandes ríos que atraviesan la región están altamente contaminados.

Australia es el continente más seco del mundo. Parte de los terrenos más fértiles del país han sido destruidos por la salinización provocada por el intento de redirigir el caudal del río Snowy.

En África occidental, la situación es dramática. En Nigeria, la mitad de la población no tiene acceso a agua potable. Y en Sudáfrica la empresa concesionaria del suministro cerró el grifo a un 80% de los pobladores de Alexandra Township por falta de pago.

El lago Chad era hace tiempo el sexto lago más grande del mundo, en la actualidad ha perdido casi el 90% de su superficie y está agonizando.

Desde hace décadas, el Banco Mundial presiona a los países más pobres del mundo para que entreguen el suministro de los servicios públicos más básicos, en especial el agua, a las corporaciones privadas. Esta medida ya ha causado aumentos de precios en varios países, y revueltas en otros.

La reunión que tuvo lugar hace años en Montevideo entre el Banco Mundial y los países del Mercosur tenía por objeto asegurar el control del Acuífero Guaraní, posiblemente la más importante reserva subterránea de agua dulce del mundo. Fruto de los acuerdos alcanzados, el Banco Mundial, la Agencia Internacional de Energía Atómica, la OEA y varios países europeos financian un proyecto destinado aparentemente a la protección ambiental, pero en realidad está orientado a asegurar el control sobre el acuífero por parte de estas entidades.

El agua, fuente de conflictos

Las disputas por el control y la propiedad del agua están originando multitud de conflictos internacionales. Ya en 1996, el vicepresidente del Banco Mundial, Ismael Seregaldin, predijo que las guerras del siglo entrante serían por el agua. Según un informe de las Naciones Unidas, el acceso al agua podría ser el detonante de muchas guerras durante los próximos años. Egipto ha amenazado con utilizar la fuerza para garantizar su acceso a las aguas del Nilo, río que comparte con sus vecinos de Etiopía y Sudán. Si la población de estos países continúa creciendo desmesuradamente, la competencia por el agua podría ser atroz. La construcción de represas en Turquía sobre los ríos Tigris y Eufrates constituye un foco de tensión permanente. Siria e Irak han acusado a este país de robarles el líquido y vital elemento.

Ya en 2003, Mikhail Gorbachov afirmó ante la Tercera Conferencia Mundial del Agua de Kyoto (Japón), que “en la historia reciente ha habido 21 disputas armadas debidas al agua, y 18 de ellas involucraban a Israel”. Yehezkel Lein, un experto en agua de B’Tselem (un grupo pro-derechos humanos israelí) dijo: “Hay un nexo de unión claro entre el abastecimiento de agua y la ocupación. Israel ha controlado los recursos acuíferos de la Franja Oeste y la Franja de Gaza desde 1967, cuando ocupó por primera vez dichas áreas”.

Desde 1997 Israel ocupa ilegalmente Los Altos del Golán sirios, que son la cuna del agua del río Jordán (una fuente de agua primaria para toda la región). El Rey Hussein de Jordania dijo una vez que el agua era la única razón por la que entraría en guerra con Israel, ya que es Israel el que controla los suministros de agua del Jordán.

El agua es el recurso más preciado en Oriente Medio, más incluso que el petróleo. Las aguas del río Jordán fueron una de las principales causas de la guerra de 1967. Los israelíes de Cisjordania consumen cuatro veces más agua que sus vecinos palestinos. Siria ha acusado a Israel de permanecer en las costas del Mar de Galilea para controlar los importantes recursos hídricos de la zona.

La CIA predice que la falta de agua y su localización puede suponer problemas significativos para los gobiernos de Oriente Medio, el África Subsahariana, el sudeste asiático y el norte de China.

El negocio del agua embotellada

El agua se ha convertido en el gran negocio de este siglo XXI. De ello son plenamente conscientes las multinacionales, que ya han empezado a desplegar nuevas estrategias para asegurarse su control. En todas partes están presionando a los gobiernos para que privaticen las compañías de aguas y los recursos hídricos. Y están comprando manantiales.

El agua de grifo es un gran negocio, pero mayor aun es el del agua embotellada, por lo que a veces el control de los recursos hídricos les permite degradar la calidad del agua de grifo para forzar a la gente a consumir agua embotellada.

En 2000, las ventas de agua embotellada en todo el mundo se cifraban en torno a los 22.000 millones de dólares. En 2023 el mercado mundial superó los 300.000 millones, el 25% se comercializa y consume fuera del país de origen. Su precio medio es 1.100 veces superior al del agua del grifo. Y, por increíble que pueda parecer, el agua embotellada que se comercializa no siempre es de manantial, las multinacionales embotellan y venden como “agua mineral” lo que en realidad no es más que agua de grifo tratada con un sistema de filtros de «ósmosis inversa» y añadiendo minerales antes de venderla.

Desde hace tres décadas, las mayores empresas productoras de agua embotellada a nivel mundial son Nestlé, Coca-Cola, Pepsi y Danone, todas ellas acusadas de complicidad con el sionismo y el genocidio de Gaza, y objeto de la campaña internacional de Boicot al Estado terrorista de Israel.

Según Ecologistas en Acción, el agua de grifo es mejor que el agua embotellada por razones ambientales y económicas, ya que evita la producción de residuos plásticos, reduce las emisiones de gases de efecto invernadero y el consumo de energía, y protege un bien común frente a la mercantilización por grandes empresas. Además, el agua embotellada no es más saludable ni segura, y los envases de plástico generan más microplásticos que la del grifo.

El paradigmático caso Bechtel

La prestigiosa escritora ecologista Vandana Shiva denunció a la compañía estadounidense Bechtel, a la que acusa de “desestabilizar a comunidades locales de varios países del mundo” en su empeño por “impulsar la privatización del agua”.

En el año 2000, Bechtel fue expulsada de Bolivia. Un año antes, el Banco Mundial recomendó la privatización de la empresa municipal de aguas de Cochabamba. Bechtel se benefició de la privatización y, pocos meses después, el agua costaba más de la quinta parte del salario medio mensual. Una gigantesca movilización ciudadana paralizó la ciudad durante cuatro días y la compañía se vio obligada a abandonar el país.

Tras el atentado contra las Torres Gemelas y la ocupación de Irak, Bechtel se instaló en ese país devastado por la guerra con un contrato de 680 millones de dólares relacionado con “los sistemas municipales de agua y alcantarillado, infraestructuras de irrigación y dragado y la reparación del puerto de Um Qasar”.

El agua no es una mercancía, es un derecho

Las ONGs del Foro Social del Agua consideran que el agua “es un derecho, un bien de la humanidad, y no sólo un recurso renovable con valor económico que puede ser tratado como una mercancía, de la forma que pretenden quienes quieren privatizarla” (en alusión al BM y el FMI). El Foro se proclamó contra toda tentativa de privatización y exportación del agua en beneficio de las empresas privadas. Y manifestó su determinación para impedir que el agua se convierta en una mercancía en manos de compañías multinacionales que se lucran a costa del dolor, el hambre y la vida de millones de seres humanos inocentes.

Sin embargo, 160 gobiernos reunidos en la Haya, Holanda, en el 2000 acordaron definir el agua como una necesidad humana y no como un derecho del hombre. No es pura semántica, un derecho no se compra.

Para Michael Kane de FWT (From The Wilderness), “sin petróleo, la vida industrial es imposible. Pero sin agua, la vida humana es imposible. Privatízala y pondrás la vida de cada hombre, mujer y niño en manos de unas pocas corporaciones cuyas mentes automatizadas persiguen el máximo beneficio a través de un mecanismo inflexible y arbitrario llamado capitalismo”.

La privatización del agua en España

En todo el mundo, la privatización del agua se ha probado con el tiempo menos eficiente y más cara que los sistemas públicos. Sin embargo, en España, entre 1985 y 2015, más del 50% de los servicios municipales de aguas fueron pasando a manos privadas sin que mediara un debate público. Ahora, la tendencia se ha revertido y muchos ayuntamientos intentan recuperar el control sobre el agua municipal de gestión externalizada. Pero no está resultando nada fácil.

Ada Colau fracasó en Barcelona. En 2019, el Tribunal Supremo tumbó la única posibilidad de gestionar el abastecimiento de manera pública, lo que permitió que Aigües de Barcelona (participada en un 70% por Agbar) fuese quien se quedara con la concesión hasta 2047. “Se trata de un proceso muy complejo porque normalmente la privatización está blindada. Si quieres romper el contrato por las malas, el ayuntamiento se quedaría en la ruina debido a las indemnizaciones que tendría que pagar. Por eso hay que judicializar el proceso y demostrar que la empresa privada está incumpliendo el contrato de la concesión. Es jurídicamente muy complejo”, explica Ricardo Gamaza, periodista y director del documental Trileros del agua.

Según el documental, el 55% del abastecimiento de agua en España se encuentra en manos privadas, el 87% está gestionada por dos únicas multinacionales: Agbar, filial de la francesa Suez, y Aqualia, propiedad de FCC y de un fondo de inversión australiano.

Pero otras operaciones de remunicipalización del servicio de abastecimiento de aguas se han llevado a cabo con éxito. En Alcázar de San Juan (Ciudad Real) el pasado 2021 una sentencia del Tribunal Supremo confirmó que la venta de Aguas de Alcázar a Aqualia por parte del PP local en 2014 fue una operación “puramente ideológica y política”, marcada “por las prisas y por las malas formas”. Finalmente, en septiembre, la alcaldesa firmó la salida de la multinacional del capital social de la empresa pública.

*Diario Red.

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