Entrevista

El laboratorio neofascista llamado Ecuador.

Un país en Estado de excepción permanente con toques de queda, ‘paquetazos’ y pobreza solo puede existir gracias a un autoritarismo.

Lo que está ocurriendo con el régimen de Daniel Noboa ha puesto en discusión, de nuevo, el devenir de unos gobiernos de derecha hacia modelos con fuertes rasgos neofascistas, antidemocráticos y pro estadounidenses. No olvidemos, además, que Noboa tiene la doble nacionalidad -nació en Miami- y se siente más cercano a los valores gringos, porque ha demostrado que el país que dirige no lo conoce ni en su historia ni en su geografía.

Y para muestra solo dos datos:

Desde que asumió el poder, por primera vez, en noviembre de 2023, varias provincias de este país andino han pasado en estado de excepción. Y ahora, tras los anuncios de protestas por el incremento del precio del diésel, también impuso toque de queda en cinco provincias, casualmente donde la población indígena es mayoritaria. ¿Han servido de algo estas acciones para neutralizar la violencia criminal, que son el pretexto para instaurarlo? No, para nada. Al contrario, el 2025 es el más violento de su historia, bajo el mandato del mismísimo Noboa.

El otro dato: la política económica del gobierno actual amplió la pobreza, incrementó la desigualdad y vapuleó las cifras de niños y jóvenes que no vuelven a las aulas, que se quedan en sus casas y, para más, integran las filas de las bandas criminales. Y con todo esto, no se puede entender de otro modo que la economía ecuatoriana se sostenga en tres pilares: deuda externa, lavado de activos y las remesas de los migrantes.

Desde que asumió el poder, por primera vez, en noviembre de 2023, varias provincias ecuatorianas han pasado por el Estado de Excepción

Entonces, esa mezcla de un país sumido en la pobreza y bajo un estado de excepción permanente solo puede existir gracias a un autoritarismo, que algunos llaman “constitucional” porque usa a su antojo las leyes, la misma Constitución, según se conveniencia, incluso para favorecer a los negocios de su familia y para la persecución a sus adversarios políticos.

Pero no solo es eso: los dos componentes que desatan la crisis múltiple vienen de un polo hegemónico para decidir la vida de los 18 millones de ecuatorianos: el FMI y la política de seguridad hemisférica de EE.UU. En otras palabras, tal como ocurría antes de la llegada de Rafael Correa en 2007, la embajada ocupa un lugar determinante y el FMI “organiza” la economía y las finanzas, siempre a favor de los tenedores de bonos de la deuda externa.

Y si a todo ello se añade esa relación directa con Israel, no hay duda de que todas las acciones políticas tendrán ese componente ideológico y estratégico para favorecer los negocios de armas, la asistencia en inteligencia, de modo que Ecuador sea un “enclave” para acciones militares en la región, después de todo lo que hemos visto contra Venezuela y ahora con el hostigamiento a Colombia.

La consecuencia de todo esto ha sido impunidad sobre el asalto a la embajada de México, al narcotráfico intenso en las cajas de banano que van a Europa (negocio principal del emporio Noboa), el negocio multimillonario de la minería ilegal, con las secuelas en las disputas de grupos criminales, la crisis carcelaria que ya deja medio millar de muertos y, por qué no, la violación de derechos humanos por parte de policías y militares en contra de niños, adolescentes, mujeres y hombres asesinados, ejecutados extrajudicialmente o desaparecidos, como registran y relatan organizaciones humanitarias del Ecuador.

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