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RETOS PARA UN SINDICALISMO QUE SE DEBILITA EN CADA ACCIÓN DE SUS ADVERSARIOS.

Por: Róger Hernán Gutiérrez. *

¿Qué tendría que hacer un sindicalismo salvadoreño que se debilita en cada acción de sus adversarios—el gobierno y el capital—? ambos contendientes le son los contrincantes idóneos para una lucha por los intereses más sentidos en su sector y que la clase trabajadora necesita para su desarrollo propio.

En la historia pasada y presente, la representación sindical como todo grupo humano con idoneidad e identidad propia, autónoma e independiente, ha cometido errores y ha tenido por momentos luces que le iluminen su camino hacia un derrotero de desarrollo y fortalecimiento de sus intereses de clase. Su campo de acción el mundo del trabajo—factor humano de vital importancia pues el trabajo remunerado y decente, es el elemento consustancial para una existencia digna, además de ser la base para una satisfacción plena de las condiciones materiales de existencia: alimentación, vestuario, vivienda, transporte, ocio-recreación, educación y formación profesional, salud, seguridad ciudadana, convivencia familiar y social.

Los gobiernos han estado y lo siguen siendo, apéndices de intereses que no son del pueblo, sino en pro de grupos dominantes que concentran el poder social, económico y político para el crecimiento y sostenibilidad de sus sectarios intereses. Y ha sido un instrumento de uso exclusivo de grupos económicos que se sirven con la cuchara más grande, este factor es clave en la manifestación de la sociedad por intereses electorales y constitucionales que le traigan su beneficio a través de la representación democrática del denominado gobierno.

Como parte del Estado, se requiere que el gobierno, sea totalmente representativo de los intereses más globales en una determinada población, de tal manera que la riqueza producida, sea capaz de distribuirse en formas iguales y equitativas, con el objetivo que los derechos civiles, políticos, sociales, económicos y hoy medio ambientales se cumplan a cabalidad para todos y cada uno de los que integran individual y colectivamente el país.

El sindicalismo salvadoreño ha enfrentado retos desde su existencia y desarrollo organizativos, mucha de su existencia inicial en base a la falta de legislación propia y acorde al disfrute de los intereses y derechos, lo que le trajo mucha marginación, exclusión y pobreza para sus miembros, siendo leyes dispersas que se fueron construyendo para rescatar los derechos per se que el contexto del trabajo implicaba. Siendo un marco jurídico deficiente y de poco o nulo desarrollo para los derechos positivos como son los laborales y su principio de primacía de la realidad—la total protección del sujeto en inferioridad, por los abusos y arbitrariedad de empleadores que maniobran con relaciones civiles que eluden las obligaciones laborales.

Luego de esfuerzos en 1963 en la era del pcn y gobiernos militares, la anulación de derechos laborales se disfrazaron en la ley del servicio civil y el código del trabajo para trabajadores del sector privado, que fue reformado en 1972 con el golpe de estado a Molina, y que hasta la fecha subsiste con mínimas reformas, sin incorporar absolutamente y equitativamente las reglas del nuevo mundo del trabajo como las maquilas, los trabajos del cuidado, el teletrabajo, la incorporación de call center, el trabajo eventual, temporal, incorporación tecnológica avanzada como la robótica, el agro a través de monopolios y oligopolios que imponen formas de producción y comercialización interna y externa.

Todo esto da pauta al cambio del mundo del trabajo y por consiguiente a los trabajos, empleos y ocupaciones, que moldean un tipo de trabajador(a) joven, con aversión a organizarse, despolitizado, ensimismado en subdesarrollos y en cualidades inculcadas individualistas, que lo alejan de la educación, de la formación profesional, del trabajo en equipo y del cumplimiento y responsabilidad ante la sociedad y sus congéneres.

La lucha sindical contra el modelo de libre comercio ad hoc de arena (1989-2009), el contexto de ausencia de reconocimiento, de representación y diálogo social ante sus contrincantes el gobierno (menos y nada comprometidos con los intereses del pueblo) a través de la desinstitucionalización del Estado y los empleadores (más y menos organizados) concentradores de la riqueza producida y falta de cumplimiento en los Acuerdos de Paz (2009-2019). La reprivatización férrea del capital bancario y financiero en clara anulación y exterminio de la organización sindical, en los sectores de las comunicaciones, la energía eléctrica, la seguridad social (salud y previsión social), la educación universitaria y técnica, y otros sectores.

La educación y la salud como derecho humano de la ciudadanía se pierde, se privatiza la formación profesional, los servicios del ISSS, la previsión social en favor del gobierno; y se anulan los derechos sindicales a través de la desarticulación de las organizaciones sindicales del sector público y privado, según el interés económico y político del gobierno y empresarial.

El sindicalismo tiene retos, y actuando marginalmente, despolitizado, desunido, sin organización consecuente con los intereses de los sectores empobrecidos, será fácil presa de la acción de sus adversarios conocidos

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