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¿HACIA DÓNDE VA LA EDUCACIÓN EN EL SALVADOR?

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández, Educador.

Las primeras instrucciones giradas desde el despacho de la ministra de educación fueron entregadas, tan directas como escuetas: orden en la escuela.

El docente habrá de recibir y despedir a sus educandos, pasando revista a su presentación, y ser ejemplo a seguir en su pulcritud.

Excelente.

La escuela pública enfrenta graves desafíos, entre los que la presentación, si bien es uno, debe suscribirse a las condiciones económicas tanto de las familias de los educandos como a las de los educadores.

En el caso de la actual ministra, no olvidemos que su profesión de militar siempre le ha supuesto la garantía de tener su vestuario, gratuitamente y por cuenta del estado, que ahora cubre desde su salario de ministra.

Ciertamente se deben abordar los vicios que se practican en las escuela, cosas pequeñas verdaderamente dañinas, como por ejemplo la comercialización que algunas hacen con sus educandos, la manipulación de notas por razones personales, el bullying profesional contra algunos docentes, el manejo indebido que de las finanzas hacen algunos muy contados docentes, y en particular la cultura de estancamiento en que la mayor parte del cuerpo decente cayó en su formación, lo que la llegada de las computadoras evidencia, a lo que debemos sumar la condición de la familia del educando promedio, desestructurada, disfuncional, auto destructiva, y por sobre todo, desintegrada, lo que el modelo financiero promueve para lograr que los miembros de las familias a los que expulsa del territorio por razones económicas, conformen la fuerza laboral que de sustento con sus remesas a las finanzas del país, para que el modelo que privilegia a la élite continúe.

Es decir; los problemas de la escuela pública no tienen nada que ver con guardar las apariencias, si bien es importante, porque la propuesta de fondo de la ministra es que el sistema público no funciona, que urge una reingeniería para recuperarlo, la que alegará no es posible conservando su estatus, justificando la privatización que ha llegado a promover, obviando la fenomenología que da lugar a su degradación, lo que pasa por admitir por ejemplo, como al transferir la formación de los educadores a esas seudo academias, estableció el estado la pauta para volver comercial la educación, lo que los nuevos educadores aprendieron como norma, reflejado en precisamente los señalamientos que en breve veremos hace de esos vicios referidos, sin detenerse en asumir la responsabilidad del estado como promotor último bajo la dirección de los mismos técnicos que en el primer lustro de los 80’s, establecieron las directrices de la fracasado reforma agraria.

Todos del usa aids.

Recuperar el brillo que una vez tuvo el aparato educativo y ponerlo a tono para superar los desafíos que supone el nuevo siglo, pasa sí por una reingeniería, pero sustentada en una objetiva e integradora propuesta que admita las responsabilidades oficiales para su actual estado, el debido financiamiento, y por supuesto, enmarcarlo en los intereses de estado que deben promoverlo.

Para lo que el régimen ha preferido una carta sin cualificación. 

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