Luis Arnoldo Colato Hernández, Educador.
¿QUÉ PERDEMOS COMO PUEBLO, COMO PAÍS, SI SE CONSERVA EN EL PODER EL ILEGAL Y CORRUPTO RÉGIMEN QUE NOS MAL GOBIERNA?
Para el hombre ético, la gran pérdida es la credibilidad, que lamentablemente es insuficiente para mover al soberano a actuar en su propio favor.
Sin embargo, vemos ya algunos hechos que apuntan a lo que podría sobrevenir.
Una comparación.
Se ha dicho que dos son los factores que favorecieron el arribo del nazi fascismo al poder en Alemania, y son por un lado el hambre en que degeneró la supresión de la economía a la que la orillaran los aliados, negándole las capacidades mínimas de proveer a su población, lo que supuso la muerte de miles por sencillamente carecer de alimentos, como a la indignación moral y ética en que derivara entre los alemanes, moviéndolos a converger en torno al discurso incendiario de la figura pequeña de aquel austriaco, que prometía una nueva Alemania, grande, fuerte y digna, que terminaron en las atrocidades que conocemos, y que supuso la pérdida de hasta 60 millones de personas, un 4% del total poblacional de entonces.
Por supuesto ni es la misma época ni son las mismas circunstancias, pero el hecho es que el fascismo en ningún caso a supuesto ni progreso, ni equidad para los pueblos, y que el supuesto aceptado por el común de haberse alcanzado un estadio de seguridad, se corresponde más bien al interés de aparentar esa seguridad, lo que los pasados 3 años nos enseñan, constatando que la inseguridad que padecimos previamente, se correspondió siempre a un tema de interés político, patente en el actuar de las pandillas, que siguen operando, habiendo mutado, como parte de un nuevo acuerdo con el régimen, lo que es evidente en los favores y privilegios que sus líderes reciben con fondos estatales, como se ha demostrado en diferentes investigaciones independientes, así como no haberse individualizado a los ejecutores de los asesinatos de aquellas 87 personas, que siguen siendo instrumentalizado por el régimen para justificarse y al estado de excepción, como tampoco recuperado el armamento pandilleril.
Debemos añadir que precisamente las condiciones que dieron vida a las pandillas han sido agravadas por el régimen, con más desigualdad, inequidad y exclusión, como sucediera antes del pasado conflicto, el mismo que el régimen quiere que olvidemos.
Porque son implícitas las mismas causales y el mismo devenir.
Así, no solo es descrédito el que padecemos, también es menos empleo, pues nadie arriesga donde no hay garantías ni para el capital, aumentados los niveles de violencia social, manifiesta en el intento de generar una nueva pandilla con la que aquellos estudiantes reproducen la violencia organizada desde el régimen, porque les recuerda a las pandillas, todo lo cual tiene el potencial de acuerdo a nuestra historia, de empujarnos a una espiral de violencia social que solo puede ser peor a la que dejamos atrás.
Es el costo de creer que solo el régimen puede controlar la violencia.
Debemos entonces entender, conservar este estado solo implicará más pérdidas.
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