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¿DEBEMOS CONSTRUIR UNA PROPUESTA DIRIGIDA A CONFORMAR UNA ALTERNATIVA POLÍTICA QUE RECUPERE EL PROYECTO DEMOCRÁTICO?

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández, Educador.

Si hay una verdad que se ha establecido como incontestable como producto del proceso político que vivimos en el país, desde el autogolpe promovido por las élites financieras y el régimen en el poder, es que la partidocracia tradicional se agotó, lo que incluye en particular al oficialismo.

Esto no solo porque es incapaz de resolver las problemáticas históricas y estructurales que padecemos, que en cambio ha agravado y profundizado, que además de cara a la desinstitucionalización y retroceso político y económico que ha supuesto la instrumentalización que hace del poder este, es por completo incapaz de articular una alternativa política/electoral de frente al fracaso que ha supuesto la apuesta neoliberal que supone el proyecto libertario para el país, pues nadie los cree.

Por otro lado, el tradicional conservadurismo salvadoreño, derivado de lo hecho por los militares en el poder, ¡durante 40 años!, estableciéndolo como único vía de interacción social, manifiestos en la intolerancia y el verticalismo que vemos tanto en las relaciones interpersonales como para con lo que queda de la institucionalidad, agravado por la media de 7,2 años de formación escolar a la que se la ha conducido, lo que la incapacita para comprender la dinámica tras el fenómeno económico que la atenaza, que tampoco es casual, sino correspondiente con los intereses de precisamente esa élite rapaz referida arriba y la de sus representantes en el poder, el ilegal régimen que nos mal gobierna, que además es profundizado por el pentecostalismo duro que lo respalda, que se extiende como hongo disputándose los diferentes territorios para expoliar a la población, refrendando y pretendiendo validar al modelo, así como por las relaciones para con los EU cuyas presiones no comprende, prefiriendo siempre a pesar de lo que implique, justificar, adoptando para sobrevivir, ese pragmatismo resiliente que ha caracterizado al grueso de la población desde mediados de los 80´s, a dado paso sin embargo a un tipo de ciudadano que si bien es producto de ello, entiende que o se logran cambios que lo beneficien materialmente, o algo, cualquier cosa, deberá suceder.

Porque, además, si en algo es exitoso el modelo en términos de cómo ha moldeado al salvadoreño promedio, es en haber logrado que no sea capaz de reconocerse, de repeler tanto su clase social como su lugar ante la historia, anulando su conciencia social y su sentido de la colectividad.

Sin embargo, las pasadas elecciones no solo fueron un descarado fraude, también nos ofrecieron a todos un atisbo del alma salvadoreña, donde el mayor porcentaje asistente al evento, el presidencial, con una participación objetiva que no superó al 23% de electores, cuyos votos fueron descaradamente manipulados, nos dicen algo diferente a lo afirmado por el régimen:

El pueblo quizás dormite un poco, y sueña con un cambio real, por lo que, sí, debemos construir una alternativa política para ese relevo, que ya llega.

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