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El Salvador: LA REFORMA EDUCATIVA DE AHORA, ¿ES PARA PROGRESAR O PARA CONTINUAR COMO HASTA AHORA?

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández, Educador.

Los sistemas educativos son por definición dinámicos, pues responden a la necesidad de garantizar que la población sea capaz de resolver los retos que supone el desarrollo.

No solo debe garantizar que la población accederá a conocimientos formales, como son la lecto escritura y habilidades con el cálculo, también a destrezas que la califique digital, lingüística y técnicamente, implicando por extensión el desarrollo de habilidades investigativas, y en un mundo ideal, destrezas agrícolas y hasta mecánicas.

Empero la de arriba es solo una idea, un esquema imposiblemente integrador del deber ser de la educación, que los teóricos de educación en la actualidad obvian para en cambio apostar por lo memorista y bancario, la obediencia y el orden, implicando resolución dirigida de problemáticas y abandonando la duda, el cuestionamiento, la investigación integrada, el fomento de valores y las habilidades organizativas, para en cambio apostar al individualismo y la competencia, con énfasis en la nota y no en el desarrollo de habilidades reales, donde el reino educativo se extienda al umbral de los salones de clase, y sin consideración de la realidad existente más allá.

El resultante son educandos parecidos a máquinas, con una admirable memoria, pero sin la destrezas de la interpretación o la comprensión, con extremos dominios digitales, pero sin conexión con su realidad – y menos aún el deseo de transformarla – individuos interesados sobre todo en la aceptación, en la aprobación, que se aíslan y divorcian de su entorno, en cada vez mayores porcentajes, pues como nunca en la historia, la escuela falla en los procesos de socialización, la que es consecuencia de construirse sobre una vía única, y no doble, como debe ser.

Por supuesto no es casual, responde a razones tanto evolutivas como histórico y sociales.

En los últimos 10,000 años, el cerebro humano se ha contraído en relación al de nuestros ancestros, lo que se explica neurológicamente en el que nuestra memoria ha sido sustituida por la simbología, las letras, el papel, y ahora, los chips, dando lugar a una menor necesidad de recordar.

Además, la necesidad de interactuar por sobrevivencia se ha reducido en la medida que se establecen las leyes y el orden, lo que también se experimenta con las habilidades agrícolas, administrativas y de bricolaje, por la especialización, por un lado, pero también a la sistematización de la productividad, derivando y reforzando una creciente individualización.

Y acá el meollo del problema, pues ésta es fomentada además por un esquema económico que establece como real el supuesto de que el esfuerzo derivará tarde o temprano en riqueza individual, lo que es afirmado positivamente además por una sobre estimulación en esa dirección, quebrando la moral socializadora, el sentido del deber cívico, y en particular, el comunitario, privilegiando un individualismo exacerbado, superficial y vacío, útil al interés de perpetuar este esquema que no puede conducirnos a ningún buen puerto.

Por lo que, no, el fin último de esta reforma es profundizar lo mismo.

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