RELATO | “La humilde lección del Parque”

Estaba sentado en el parque, del centro de San Salvador, disfrutando de los rayos de sol de un sábado por la mañana y leyendo un libro.

Por: Miguel A. Saavedra

Y aprovechando observar sus alrededores , donde pude ver una serie de estampas usuales, unas parejas, gente preocupada buscando clasificados de empleos, otros mirando ansiosos la hora, cuatro efectivos del CAM en un extremo y en las esquinas adyacentes dos grupos de efectivos militares, hecho que me anima a soltar la plática a una pareja de jóvenes y les pregunto ¿qué piensan ustedes de eso? que se encontraban a unos metros míos, uno responde casi en automático como respuesta de bot.

“Si, eso es garantía, para la población”, el otro mira a su alrededor y me dice “yo pienso: ¿qué va a pasar cuando ese montón de gente armada en las esquinas ya no esté” y ¿que no hay otra forma o leyes para dar seguridad?.

En medio de la plática se acercan un grupo de encuestadores que al principio creí que eran de los de la DPI que solo hacen encuestas de precios y toman fotos de los productos y dan una conferencia cada semana; pero no, esta vez se trataba de una de las tantas casas encuestadoras que siempre van al mismo parque cada mes, y nos invitan a responder las encuestas que llevan , solo uno de los jóvenes se ofrece como voluntario para responder.

De repente una señora apresuradamente se acerca y saca de un recipiente plástico un par de panes y sándwiches y nos ofrece con mucho sigilo (pues ahora es prohibido por ley municipal donde la venta ambulante es un delito porque da mal aspecto al paisaje cool , la belleza y el turismo en el centro histórico). Pasan los minutos ; mientras tanto la gente paseaba y charlaba, muchos con expresiones de hastío y descontento.

Escuché quejas sobre el trabajo, el gobierno, el tráfico, la subida de los precios sin parar… Una sinfonía de desagrado y molestia. otros en baja voz comentan sobre los vecinos que “se han jalado hace meses”…

Me pregunté: si están tan insatisfechos con sus vidas, ¿por qué no hacen nada al respecto? Simplemente siguen quejándose día tras día, sin tomar acción real para cambiar su situación.

De repente, me di cuenta de que yo también me enfadaba a menudo pero por cosas mínimas que en realidad carecían de importancia.

Me quejaba de la lentitud del transporte público, de los ruidos de los vecinos, de los correos electrónicos que no recibía respuesta… del vendedor de pan que pasa más tarde y otras pequeñeces.

Fue entonces cuando “me cayó el veinte” : si tanto nos molestan las cosas, ¿por qué no hacemos nada para cambiarlas? Pasamos más tiempo culpando a los demás o a las circunstancias que tomando cartas en el asunto.

La humildad de la lección, que proviene de observar a los demás. Solo quejarse y no actuar sólo alimenta la frustración. Tomar acción, por pequeña que sea, enciende el cambio.

Los partidos que gobernaron tienen la culpa , es que la oposición no se pone claro, no hay nada que hacer. “Es que ellos” – No esperes a que “ellos” arreglen lo que está mal. Tú eres “ellos”. Tú puedes hacer la diferencia.

Deja que tu descontento te impulse, no te deprima. Conviértelo en combustible y energía para construir lo que quieres ver.

Esa fue la lección que me llevé ese día, observando a los demás que pasaban por el parque, quejándose pero sin actuar. Decidí romper ese ciclo de inconformidad estéril, empezando por mí y me acordé de lo que decía mi abuela : No sean como la gallina chiriza que “Ni pone huevos, ni deja la culequera”.

Moraleja:
La lección silenciosa del parque: Ver más allá del descontento y pasar a ponerle fuego al cohete.

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