Relatos

Lego para Adultos

En mi niñez, tener juguetes Lego era magia pura. Después de armar y desarmar la vida, y apilar las piezas y ver como poco a poco se perdían era lo normal. Entiendo que Lego solo saca al mercado, juguetes para niños, y Dios sigue fabricando una línea de juguetes Lego para Adultos.

Por: Francisco Parada Walsh*

Recientemente recibí unas bolsotas de medicina para aliviar al invisible, al pobre, al rostro electoral y sí que da resultado que alguien piense en mí y sobre todo, en ese paciente que chuponea un güisquil con una tortilla para su hora de almuerzo y cena repollo picado guisado con tortilla y café; recientemente alguien me vuelve a repetir que mis escritos no tienen caldo, que señalo situaciones que poco importan y que no soy dueño de la verdad con lo que escribo; preferí callar, debe el lector que si mencionar esta infinita pobreza que vive ese campesino que no tiene identidad, no sabe si es salvadoreño u hondureño pues el cantón Las Pilas entró en ese pleito por los ex bolsones es una ofensa, seguiré ofendiendo; el toque de la vida es sentir lo que el otro siente, no venir de “pic nic”, no, eso es delito de lesa humanidad, hay que visitar casa por casa, entender cómo se vive, qué se come, qué se viste, cuál es el futuro de esos salvadoreños olvidados por todos y así, entender lo que significa que un paciente obtenga una medicina que no debe pagar.

No es fácil que vengan esos donativos, uno es por la indolencia y en segundo lugar es por la lejanía, pero da el que quiere no el que puede. Fue un amigo a traer esas cajotas de medicinas, no podía caminar cuando se bajó del bus, lo llevé a su casa y al día siguiente por la madrugada empecé a sacar todas las medicinas, me gusta regarlas en el suelo, esos son ¡Los juguetes Lego para adultos! Mientras los doctores gatos se vuelven locos saltando y revisando la composición química de cada medicamento; empiezo a clasificar por especialidad, después de horas y casi un derrame cerebral de tanto esfuerzo, todo acaba; debo colocar los juguetes Lego para adulto en un sencillo mueble y empieza la magia del servicio.

Siempre he creído que durarán una eternidad pero no, en un mes, todos esos juguetes son historia; el mejor honorario es una sonrisa, ese “gracias, doctor”, eso me hace inmensamente feliz y debo aclarar que no es el paciente que me pide esta u otra cosa sino es mi persona quien le llena una bolsa de lo que estoy seguro, ésta familia necesitará.

Si para mí una consulta de treinta o sesenta dólares me es imposible pagar   (Aunque solo una colega que no es colega me ha  cobrado en toda mi vida profesional) ¿Cómo puede una persona que gana diez dólares al día, además el almuerzo y dos refrigerios poder cancelar una consulta que ronda los sesenta pesos? No puede pagar.

La medicina es un negocio, como la prostitución y la venta de tomates, todo se trata de un trueque o servicio donde se debe ganar y los que ejercemos la medicina sabemos que es tan fácil engañar a un paciente para esquilmarle cual oveja al matadero; basta inventarse una temperatura elevada, una baja saturación, una glucosa descontrolada y es seguro que el miedo que hinca a mi país, hincará a mi paciente y eso no se vale. Jamás he facturado en una semana ni quinientos dólares, a lo sumo, doscientos dólares cuando la situación económica era estable y no esta pobreza que día a día se agrava por ende, si escogí esta comunidad debo ser yo el agradecido y siempre me pregunto por qué el pobre comparte ¿Por qué? Ejemplos sobran.

Si paso por una tienda comprando mis cervezas y se encuentra un grupo de jóvenes en el chupe, inmediatamente me compran una cerveza Corona y las que yo quiera, es igual, cuando pasan frente a mi casa, les paso un par de chelas; entro a una casa a preguntar por algo ajeno a la salud, inmediatamente me sirven café negro con azúcar blanca en tazas verdes como la esperanza; cuando hay un cumpleaños  me envían una porción de pastel, sin lástima, una porción generosa y ¿Por qué el rico no comparte? Jamás lo entenderé, jamás.

Quien me envió esas piezas Lego para adulto no quiere que el lector sepa su nombre, esos son los hombres de verdad, sin aspavientos, sin afán de protagonismo sino de servicio y sé, que cada gracias y bendición recibida no es para mí, sino para este verdadero hijo de Dios y sobre todo un hombre en todo el sentido de la palabra. Hacer lo que él hace no es para cualquiera, sé de colegas que botan las medicinas, ni necesitan regalárselas a sus pacientes pues la situación económica de éstos les permite comprar el medicamento más caro y están tan ocupados, que, es el dinero el juguete lego de ellos.

Cada quien en su mundo. No escribo para criticar sino para agradecer. ¿Cuánto se podría hacer si existiera una red de colegas y de laboratorios farmacéuticos que el dinero evadido en impuestos lo destinaran en servir a ese hermano que chuponea un güisquil con tortilla? ¡Cuánto! Esa es mi realidad, y me es difícil esperar algo de alguien que no sabe el gozo infinito de compartir y debemos quizá mencionar que si este médico que sirve a mi gente, serán sus hijos que copiarán el ejemplo del padre, no hay duda que en cada bolsa de medicina, aparte de juguetes Lego vienen muchísimos valores, y nuevamente, doy las gracias a este colega que me tiene en su memoria y voltea su mirada y su corazón a mi montaña, y empieza la rueda del amor y de la caridad a girar. Dejemos que ruede, que no se detenga.

*Médico salvadoreño