El Salvador: LA REFORMA DE PENSIONES QUE NECESITAMOS.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández. Educador.
La generación de las AFP´s son parte de esa ola de privatizaciones de los servicios públicos, que implementarán los capitales, incapacitando primero al estado.
Así, durante la gestión de Armando Calderón Sol, sin que el sistema de pensiones públicas lo necesitaran, se dedicó a erosionarla por intermedio de los agentes privados que instaló en ella, con el único fin de justificar la privatización.
Primero nombró a elementos partidarios sumamente corruptos, sin cualificación, a cargo, cuya tarea designada fue la de corromperla, introduciendo una serie de reformas dirigidas a anquilosarla y a trucar sus cuentas, para finalmente robarlo.
Esto lo recordamos los que vimos ese descarado trabajo de arena, dirigido a justificar su propósito de privatizar las pensiones.
El resto es historia. Se montan formalmente 5 afp´s, para simular competencia, de las que sobreviven 2, pertenecientes a la oligarquía tras la partidocracia de derecha, que se han hecho con el pastel completo.
Apenas 5 años después de su fundación, el sistema ya hacía agua, al verse incapacitado de cumplir su función, que es incumplida porque se la diseña para asegurar solo los beneficios de las administradoras, que a la fecha y de acuerdo a la SSPES, habría derivado como ganancia neta, $15,144,000,000.00, usufructuando los ahorros de los trabajadores.
La respuesta estatal gestada por arena fue el subvencionar al sistema, asumiendo las pensiones de los trabajadores, cuando estas se ven agotadas, apenas en 12 años en promedio, montando así un grave agujero fiscal que es ya insostenible, pues las afp´s reciben este beneficio de modo gratuito, que traducen en mayores ganancias, mientras el estado asume un coste para el que no percibe ningún financiamiento, mientras a la par distrae otras necesidades de la población, como son salud, educación, seguridad, infraestructura, etcétera.
Para solo asegurar mantener los beneficios de las rapaces juntas que administran las afp´s.
A cambio, ello a su vez permitió que la gestión Flores utilizará el sistema como caja chica, sustrayendo bajo la figura de empréstitos, sumas cada vez mayores.
La actual gestión llevó al extremo esto, vaciando las cuentas, y dejando apenas el 20% del total de los ahorros, mientras promete que los reintegrará.
Falso, pues es una deuda impagable, y muy seguramente quedará como los robos que Calderón Sol, hizo de las pensiones estatales.
La solución del régimen es otro mamotreto.
Aumentará primero 5 años a la edad de retiro, como además el respectivo porcentaje a las aportaciones de los trabajadores por la gestión, manteniendo su función de caja chica, lo que redundará que, de nuevo, entre en crisis en menos de dos lustros.
Entendamos que el sistema de pensiones privado no ha funcionado ni aquí ni en ningún lado, en cambio, ha dado lugar a corrupción y a malos manejos, por lo que la opción es una, pero requiere valor.
¿HACIA DÓNDE VAN LAS PENSIONES?
La opción que está contemplando el régimen para refinanciar a las afp´s, no pasa por reintegrar lo sustraído, sino por extender la edad de jubilación; primero 5 años, tanto en hombres como en mujeres, y después los 10 años, para que finalmente la edad de jubilación llegue, en el caso de los varones, a los 70 años, y en el caso de las féminas a los 65.
Por otro lado, la expectativa de vida para hombres y mujeres en nuestro país es de 71 años en el primer caso, y 77 para el segundo, con una media de 73, de acuerdo a la CEPAL.
Cómo que no cuadra, ¿verdad?
Las reformas introducidas para privatizar lo público desde los 90 ‘s del siglo pasado, son de manual, no se corresponden a nada que haya parido ningún economista salvadoreño.
Responden más bien a los vientos de cambio que se introducen a marcha forzada en Latinoamérica, en el primer lustro de los 70’s, con el asalto a la Moneda, para extenderlo por el sub continente mediando los regímenes militares de derecha en el poder, con el solo ánimo de concentrar la riqueza, desmontando tanto el estado de bienestar como el de derecho.
Se hace afirmando que un mercado desregulado resolverá todo, lo que en cambio a dado lugar a una completa anarquía que pone a los estados bajo la permanente amenaza de la inestabilidad y la violencia, pues están sujetos a la interdependencia, que deriva a su vez en una acusada vulnerabilidad, lo que la pasada pandemia puso crudamente de manifiesto.
A su vez ello degeneró en una mayor y sin precedentes corruptela, que es evidenciada primero en la gestión de arena, que no legó nada de su gestión, empobreció a la población, promovió la violencia social como recurso de gobierno, y desfinanció por completo al estado, lo que nunca derivó en mejores condiciones de vida de la población, una cada vez mayor precarización, y el enriquecimiento descarnado solo para las élites, sobre la sangre de nuestro pueblo que costaron los ajustes estructurales que introdujo junto al FMI.
Las pensiones para el caso, fueron mientras eran gestionadas públicamente, de carácter permanente, pues eran consignadas como ahorros realizados por el trabajador durante su ejercicio laboral, a un fondo común donde se fundía con el que sumaron los demás trabajadores, intergeneracionalmente, dando lugar a un fondo de pensiones que se retroalimentó cíclicamente, con sostenibilidad y viabilidad, por lo que, al arribar la administración Calderón Sol, la encontró literalmente “saludable”, así como potable, con un superávit, y solo la necesidad de pequeños ajustes.
Pues los trabajadores y pensionados recibían un servicio que tenían garantizado de por vida.
Una limitación del sistema lo supuso el que no atendió la necesidad de adecuar la pensión al coste derivado de la inflación, que fue intencionada, y que dependió de la falta de interés de los militares por resolverlo, pues derivaron para su provecho los beneficios del sistema.
Lo que respondió al esquema vicioso de las gestiones militares de derecha.
A DONDE IR CON LAS PENSIONES.
Digámoslo sin ambages, el sistema de pensiones privatizado tiene un solo propósito: el beneficio de las élites.
Y para nadie más.
Mientras estas reciben esos beneficios por “gestionar”, por tener los ahorros de los trabajadores, que perciben un mísero interés por sus ahorros, lo que hace que sean de hecho los mismos que se les derivó de sus salarios mientras ejercían, les durán una media de doce años para después ser abrazados por la pensión que el estado dispone.
Esto no es sustentable, pues el estado no tiene ingresos particulares para financiarlo, que le permita sostenibilidad.
Para poder continuar, las diferentes gestiones desde Flores sencillamente descuidaron educación, salud, seguridad, infraestructura, etcétera, para desviarle recursos. Por otro lado, y para agravarlo, el fondo general de pensiones se ve, desde los días de Flores, adelgazado por los empréstitos que los diferentes gobiernos, desde entonces, le han hecho, sin reconocerle intereses a la transacción, ni siquiera simples, o garantías de que serán retornados.
Ahora por ejemplo, el régimen que nos mal gobierna sustrajo hasta el 80% de los fondos en cuestión, incluso para compras de bienes suntuarios y de lujo para la bancada oficialista, lo que revela cuán menospreciados son los trabajadores para estos, lo que procuran encubrir, vituperándolos por intermedio de aquella diputada, que achaco a estos la responsabilidad por el desfinanciamiento del FGP.
Al casi completo desfinanciamiento que se le ha hecho por la corrupta gestión de los fondos públicos, se le suma el desinterés por introducir las reformas correctivas, para garantizar en cambio los beneficios de los trabajadores.
El régimen empero, ha implementado un tácito sistema de reparto al modelo, pues los escasos fondos son utilizados para sostener los ingresos previsionales de los pensionados, lo que sin embargo es insostenible, porque no están siendo refrescados.
Para volverlos verdaderamente sostenibles, debiera reintroducirse el sistema de reparto como eje de pensiones para los salvadoreños, desmontando el esquema privado, y ampliar la base de aportaciones, lo que se puede lograr introduciendo una legislación para los trabajadores que ahora mismo se encuentran fuera del sistema, incluyéndolos, asumiendo como patrono el estado, y sin que ello suponga derivar recursos inexistentes a este propósito, pues se financiará con los recursos ya existentes, estableciendo un fideicomiso, lo que supone desmontar el esquema neoliberal, favoreciendo una transparente redistribución efectiva de los beneficios, que por ahora el tal mercado niega, a favor de apenas un pequeño porcentaje poblacional, mientras el resto ve cada vez más comprometidas sus posibilidades.
Añadamos además la corruptela dominante, como los actores indeseables partícipes como el narco, que el modelo arrastra consigo, así como la violencia imperante que deriva de la desigualdad en la que redunda el esquema que ahora respalda a las privatizaciones, que se enmendarían introduciendo reformas reales que corrijan el desastre que ha generado.
Implementarlo supone la voluntad de superar las condiciones que imponen a nuestro pueblo, apenas languidecer una vejez desvalida, negándole y apropiándose la riqueza que produce, y que las élites disfrutan, con las garantías del estado.
Así las cosas, enmendar estos desaciertos pasan por desmontar el modelo, para bien de los trabajadores, cuyo esfuerzo genera la riqueza que, por ahora, no ven.
