EL PORTA ESTANDARTE DE LA HERITAGE
POR: TOÑO NERIO.
El 26 de septiembre de 2019, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas, ONU, durante la Asamblea General Número 74, bukele alcanzó la cima de su vida como político: se convirtió en el portaestandarte de un nuevo mundo diseñado por la Fundación Heritage.
Fue esa ocasión la que aprovechó para hacerse una foto con su celular, que es todo lo que se recuerda de su participación de aquel día. Del discurso que emitió, los que lo recuerdan se quedaron con la parte en la que dice que su foto va a ser vista por muchos más de los que van a saber de qué cosas se habló en esa reunión. Su egolatría, obviamente, lo llevaba a enfatizar en la importancia de su imagen por encima del contenido de lo que le habían encargado que dijera, por encima del mensaje.
Uno de los padres de las Ciencias de la Comunicación, Marshall McLuhan, el profesor canadiense de literatura inglesa, filósofo y creador del concepto de aldea global y de la frase el medio es el mensaje, con toda seguridad le habría reprochado al presidente de la por entonces República de El Salvador, la superposición, la suplantación, el hecho de soterrar el mensaje bajo las poses del canal.
En efecto, estudiando aquel momento bajo el esquema conocido por los trabajadores de la comunicación, el emisor fueron los tanques de pensamiento que produjeron las nuevas ideas para la dominación del mundo en la era del capitalismo hiperneoliberal, es decir, los creadores del mensaje. El medio, las redes sociales. El receptor era el mundo, o sea, el auditorio al que iba dirigido el mensaje. Y bukele, el canal.
Lo que se tenía que decir se dijo por parte del orador, pero de lo único que se tiene memoria es de la “selfie”. El mensaje fue anulado por el canal ¿Torpeza del inexperto egocéntrico, trivial e intrascendente?
Después de aquella primera aparición, bukele insistió un par de veces más sobre el tema, pero el influjo de sus palabras siguió siendo insignificante, insustancial, baladí y, por lo mismo, tuvo el mismo resultado: siguió sin alcanzar ningún efecto sobre la realidad; sin que las naciones le den un mínimo respaldo al deseo imperialista. Nadie, salvo Israel y los Estados Unidos, mejor dicho, Netanyahu y Trump, hacen lo que bukele propugnaba en 2019.
Pero no solo es que sea insustancial y que no encuentre seguidores, en la realidad política internacional: es un mensaje que ha sido rechazado de modo absoluto por cualquiera que tenga un dedo de frente por encima de las cejas. Nadie respalda la ley de la selva que bukele propuso a la humanidad como su idea nueva y original.
Ni siquiera Daniel Noboa y Javier Milei, aunque ese sea su más ferviente deseo.
El contenido principal del discurso de bukele fue que la ONU debe desaparecer, como los dinosaurios. Dijo que es obsoleta y que nadie la toma en serio.
En esencia, lo que estaba anunciando era un estilo de gobierno centralizado, ejercido a partir de la fuerza bruta, sin leyes ni instituciones, sin conceptos civilizados ni supuestos democráticos.
Velado, por debajo de las alabanzas al cambio que preconiza, expresadas con palabras como innovar, novedad, juventud, originalidad, frente a lo vetusto, anticuado, decrépito, estaba el deseo de ir hacia la remota antigüedad de la humanidad cuando aún no se establecían los códigos que normalizaron lo que es ético y moral.
La propuesta salvaje de los amos de la Fundación Heritage, que hablaban aquel día por la boca de bukele, era simplemente “no podemos enriquecernos si tenemos ataduras que nos obligan a pensar en los demás seres humanos, en los otros”.
En El Salvador sin legalidad ni institucionalidad bajo la administración de bukele es común escuchar la frase “si no les gusta como estamos conduciendo el país, váyanse”, dicha a cuanta persona critica algo del gobierno.
Lo mismo podría decírseles a él y a sus amos, si no les gusta el sistema de Naciones Unidas, la solución es muy fácil: ¡váyanse!
De hecho, eso de abandonar las instituciones mundiales que tutelan derechos sociales fundamentales como la Educación, la Salud y los Derechos Humanos ya lo hizo Donald Trump en su primera administración como presidente de los Estados Unidos: se salió de la UNESCO, de la OMS, del Consejo para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHNU), del Acuerdo de Paris –que es un tratado internacional jurídicamente vinculante para luchar contra el cambio climático-, y en esta nueva etapa existe un grupo de legisladores que le están pidiendo que se retire de la FAO, y así por el estilo.
Durante su gobierno, Biden regresó a esas instancias internacionales que habían sido despreciadas, pero ahora nuevamente los Estados Unidos de Trump se han vuelto a retirar y otra vez actúan por fuera de la ley, y con mayor brutalidad, por cierto.
De la misma forma bestial se conducen Netanyahu y bukele en sus respectivos entornos.
Las incursiones genocidas en Gaza, el estado de persecución militar-policial y encarcelamiento por tiempo indefinido en El Salvador contra cualquier crítica, las matanzas de pescadores en el Caribe y en el Océano Pacifico, las masacres en Río de Janeiro son los ejemplos más visibles. Pero no es evidente el fin que se persigue con ese estilo bestial de gobernar, fuera de toda ley y de toda institucionalidad.
Lo que esconden tras el palabrerío contra los organismos nacionales e internacionales es la desesperación que nace del declive inexorable de una potencia que ha entrado ya en una fase de desahucio y cuya sobrevivencia reside en la aceptación de la renuncia universal del derecho humano de existir y del derecho a la dignidad de la vida humana.
La Fundación Heritage puso en las manos de Donald Trump, desde su primera versión en 2017, una estrategia que por cierto fue remozada para este nuevo mandato, y que se conoce con el nombre de Proyecto 2025.
El Brennan Center for Justice reflexionaba -antes de las elecciones que ganó Trump el 5 de noviembre de 2024- acerca de ese Proyecto 2025 diciendo “Imagínense a un presidente de Estados Unidos que controle la rama ejecutiva del gobierno con tanto poder que no tenga a quién ni qué lo frene para despedir a decenas de miles de funcionarios públicos profesionales y remplazarlos con personas partidarias leales a él.
“O que pueda prohibir, en todas las regulaciones y contratos federales, el uso de frases como orientación sexual e identidad de género, diversidad, equidad e inclusión, y derechos reproductivos.
“O que pueda socavar la independencia de algunas agencias de la rama ejecutiva, tales como el Departamento de Justicia (DOJ), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), y hasta eliminar otras entidades esenciales como el Departamento de Educación.”
Y continuaba: “Además, el mismo Trump ha dejado en claro que piensa llevar a cabo medidas extremas como lo son el esfuerzo de deportación masiva más grande de la historia y atacar a sus enemigos haciendo uso de sus poderes presidenciales.
“Esta agenda, entre otras cosas,… respalda el despliegue de las fuerzas militares para asistir en los arrestos en la frontera con México.”
En conclusión, remataba el Brennan Center: “En todo caso, el peligro a nuestra democracia es serio.”
Por su parte, al hablar del Proyecto 2025 de la ultraderechista Fundación Heritage, la National Education Association (NEA) advertía que: “El borrador de 900 páginas para una segunda presidencia de Trump desmantelaría la financiación de la educación federal, autorizaría la discriminación contra los estudiantes LGBTQ+, desviaría los fondos de los contribuyentes a las escuelas privadas y codificaría las prohibiciones de libros y la censura en las aulas a nivel nacional. Pero es sólo el comienzo.”
Y bukele, que es el portaestandarte de las “nuevas ideas” de la Fundación Heritage a nivel mundial, no solo ha aplicado rigurosamente el recetario derechista de 900 páginas en El Salvador sino que ha añadido las recetas de su cosecha sionista.
No debemos olvidar que el 13 de marzo de 2019, un mes después de haber ganado en las urnas, la embajadora de los Estados Unidos en El Salvador lo llevó de la mano a la Fundación para jurar lealtad, darles las gracias por su ayuda, rendir su informe y recibir nuevas instrucciones.
