Reacciones, resistencias y añoranzas a Dilexi te del Papa León XIV.
Por: Jesús Arturo Navarro Ramos. ITESO – México
Como era de esperarse las reacciones a la publicación de la Exhortación Apostólica Dilexi te, empiezan a tomar forma: entre ellas rescato una muestra de la variedad de posturas que ha suscitado. Al momento identifico cinco posturas: la de los guardianes de la ortodoxia y la condena; la que critica la referencia a la opción preferencial por los pobres surgida en la Teología de la Liberación (TdL); la que se construye desde la pastoral elitista dentro de la Iglesia; los señalamientos sobre los vacíos, y la que reclama un mayor profetismo.
Un grupo de opiniones -tal vez la más llamativa mediáticamente- se decanta por convertirse en guardián de la ortodoxia y la defensa de una comprensión reduccionista de la fe, para ilustrarlo dejo aquí dos textos que reaccionan a la noticia de la publicación “Se sigue sin condenar los errores modernos y se opta por orientaciones pastorales” y “¿Primer documento y lo dedicada a los pobres? ¿Esa es su prioridad? Debería ser candidato a presidente de su país, o de la ONU. Hablen de santidad, de la salvación, de los últimos tiempos, del próximo reinado de Cristo, de las bienaventuranzas completas!!!!!” Estos comentarios publicados en Infocatólica uno de los sitios web identificados con el catolicismo de línea conservadora y tradicionalista, muestran las reacciones de un sector intransigente con el liberalismo teológico y moral, culturalmente combativo y litúrgicamente tradicional. En esta perspectiva poco importan los pobres y las opciones de Jesús, pues para ellos lo importante son la condena, la salvación y la distancia con lo que consideran pecaminoso.
Otro conjunto de opiniones se desmarca de la TdL porque señala ha dejado de ser liberacionista y dejó de desarrollarse, para centrarse en el diálogo de amigos entre teólogos que sólo publican sus ideas sin proponerse tareas socialmente significativas.
Unos más, identificados con la teología de la prosperidad y la estrategia pastoral elitista, realizan fichas, materiales de difusión y presentan un planteamiento reduccionista de la Exhortación Apostólica invisibilizando el centro de la crítica al silenciar que “a veces se percibe en algunos movimientos o grupos cristianos la carencia o incluso la ausencia del compromiso por el bien común de la sociedad y, en particular, por la defensa y la promoción de los más débiles y desfavorecidos. A este respecto, es necesario recordar que la religión, especialmente la cristiana, no puede limitarse al ámbito privado, como si los fieles no tuvieran que preocuparse también de los problemas relativos a la sociedad civil y de los acontecimientos que afectan a los ciudadanos”. Al hacer esto se deja de abordar uno de los problemas clave de la mentalidad que plantea que en vez de perder el tiempo con los pobres, es mejor ocuparse de los ricos, de los poderosos y de los profesionales, bajo la suposición de que por medio de las élites, se puedan alcanzar soluciones más eficaces a los problemas sociales (Dilexi te n. 114).
Otras opiniones señalan los vacíos de la Exhortación bajo la suposición de que todos los temas deben ser nombrados, sobre todo aquellos que pueden explicitar los nuevos rostros de la pobreza, entre los que destaca que “Dilexit te denuncia con fuerza la desigualdad del mundo, pero guarda silencio sobre la desigualdad dentro de la Iglesia. El clericalismo —esa forma sutil y persistente de dominación espiritual— sigue generando pobreza de participación, silenciamiento de víctimas, exclusión de mujeres, invisibilización de laicos, exclusión de sacerdotes casados y concentración de poder”. En lenguaje popular estas críticas buscan llevar “agua a su molino” para sostenerlo basta ver su militancia más allá de la posición teológica.
En este mismo sentido están las críticas de quienes señalan la existencia de posicionamientos fuertes frente a ajustes débiles reclamando al Papa León una mayor dosis de profetismo como Consuelo Velez, teóloga, que ante León XIV dice “lo noto muy prudente, como más con un lenguaje espiritual. Que no es que sea malo el lenguaje espiritual, pero digamos no una espiritualidad encarnada en lo social. Entonces, claro, uno lee sus homilías. ¿Quién va a criticar que diga que estamos llamados a ser santos, que todos apostemos por la paz, que vivamos en la comunión, que hagamos rezos, qué tal? Uno no va a criticar eso, porque todo eso es verdad y forma parte de nuestra fe”.
Lo cierto es que un sector de los interlocutores -que resultan clave para la operación que busca León XIV-, los religiosos y religiosas no se ha pronunciado todavía sobre las implicaciones de haber sido nombrados en un documento pontificio que se convierte en referencia del Magisterio de León XIV. Da la impresión de haber recibido un balde de agua fría que los tiene desasosegados porque el Papa los ha puesto frente al espejo de sus inicios donde los ideales eran fuertes.
Es temprano todavía, pero lo que se observa es un entramado de perspectivas hermenéuticas, algunas complementarias, otras dispares; pero todas con añoranzas que muestran un posicionamiento etnocentrista, donde se juzga desde los propios referentes, expectativas y suposiciones sin dar cabida a lo diferente. La ruptura del propio círculo hermenéutico puede abrir el diálogo y la valoración crítica del mensaje de León XIV que señala que “cualquier comunidad de la Iglesia, en la medida en que pretenda subsistir tranquila sin ocuparse creativamente y cooperar con eficiencia para que los pobres vivan con dignidad y para incluir a todos, también correrá el riesgo de la disolución, aunque hable de temas sociales o critique a los gobiernos. Fácilmente terminará sumida en la mundanidad espiritual, disimulada con prácticas religiosas, con reuniones infecundas o con discursos vacíos” (n. 113).
