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DERECHOS HUMANOS ¿Y AHORA QUIÉN PODRÁ SALVARLOS Y DEFENDERLOS?

Por: Róger Hernán Gutiérrez. *

Los diferentes derechos humanos—a la vida, sociales, económicos, culturales y ambientales—en el país han estado históricamente invisibilizados, desprotegidos, disminuidos, con poco rescate y valoración por los suelos; y nunca han sido importantes al no tener a la persona humana como lo más valioso en una sociedad. En mucho en la disputa por la ganancia versus los derechos laborales y sindicales; luego en tanto los gobernantes militares, oligárquicos, partidarios, con liderazgos falsos y mucha demagogia política, período a período los degradan, los pisotean con toda la impunidad y desfachatez, con esa prevalente “actitud de descaro, desvergüenza o falta de respeto”, que se caracteriza por no tener en cuenta la dignidad, los derechos o la sensibilidad para con los demás. Quienes han actuado con desfachatez lo han hecho sin recato, vergüenza o pudor, y sobre manera bajo la ilegalidad. 

En la actual coyuntura ha regresado a la conversación nacional, ante la inminente elección de una nueva persona en la Procuraduría o la reelección de la actual procuradora destacada en una labor insulsa, que ha desprestigiado los derechos humanos, bajo el cobijo de actitudes serviles y de poco provecho al estatus progresivo de los derechos humanos.

La situación es por demás casi irrescatable, por cuanto quienes dan su aprobación son el cuerpo de diputados, que hasta ahora no han tenido la dignidad para hacer un trabajo público decente, de beneficio para el pueblo que lo necesita con urgencia, en tanto están involucrados en formas autoritarias y plegadas al régimen autocrático que nos caracteriza. Y se hace difícil pensar que esta vez harán un trabajo que los reivindique y los posicione a la altura de lo que significa el respeto pleno de los derechos humanos en un país como el nuestro.

Simplemente hemos caído en un precipicio de condiciones en el servicio público que algo tan importante, se toma como que no tiene la funcionalidad que se necesita reivindicar, en tanto las violaciones e incumplimientos constitucionales han estado a la orden del día, un régimen de excepción que se ha hecho parte de la vida en el país, cual si fuera uno de los pilares más democráticos de la sociedad, diferentes hechos que enmarcan desprotección total del debido proceso, la legislación debilitada por la mano dura del régimen dominante, sin que hasta ahora la postura y cumplimiento irrestricto por los derechos humanos haya estado por sobre los designios y acción de la actual Procuradora de Derechos Humanos.

La ley de creación de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos hasta ahora sigue sin escuchar a la ciudadanía que sufre los valladares de un régimen autoritario que lesiona a cada momento los derechos humanos, y actuar de oficio o por denuncia recibida, en casos de violaciones a los derechos humanos, ha sido una tarea incumplida; y menos ido más allá de todo aquello que incluye la falta de libertades—incluso a los privados de ella— de modo que también es su función “vigilar la situación de esas personas y cuidar que sean respetados los límites legales de la detención administrativa”. Siendo un cargo tan proactivo como reactivo, no ha estado a la altura de las circunstancias, y no ha existido una actuación con autonomía y la tutela efectiva de las garantías y derechos de la población.

Lo laboral en la propia sede de la Procuraduría, donde los derechos sindicales y laborales son de facto incumplidos; todo el Ministerio Público es para el país algo tan plegado a intereses que no son los de la gente, dejando de actuar en la mejor disposición de la legalidad que le es inherente, y que debe cumplir a cabalidad—pero eso implicaría un estado democrático que no tenemos—

Despidos, incumplimiento descarado del debido proceso, cierre de empresas, servicios públicos como salud y educación, completamente debilitados en su institucionalización y caídos en mercantilismos que lesionan su finalidad y en un total incumplimiento de lo mínimo en derechos humanos económicos y sociales. Luego está la constante de los efectos nocivos en la desculturización que manifiesta la sociedad al desconocer mejores grados de civilización, cultivando el desarrollo, ejercicio del talento, el ingenio, la memoria histórica, en un proceso amplio de resiliencia a un contenido específico, en un entorno de lo que quiere ser el país.

Lo más triste es no saber rescatar una institucionalidad que reconozca y sea capaz de defender los derechos humanos, cuando la vida fue degradada en la guerra civil, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos surgió como Acuerdo de Paz, tan importante como la creación de una policía nacional civil o como las primeras reformas al Órgano Judicial, y la transformación del rol orgánico y de la doctrina de la Fuerza Armada. Situación que ahora vemos lacerada por las condiciones impuestas por el autoritarismo y autocratismo que vemos a diario. Y ahora las condiciones climáticas que abarcan cultivos, comercio, vivienda, educación y demás formas de existencia con dignidad y respeto de la humanidad de cada quien.

*Sindicalista salvadoreño.