Cultura

Murió Luis Arévalo: la izquierda y la honradez están de luto.

Por: Víctor Manuel Valle Monterrosa.

El viernes 3 de octubre de 2025, falleció en la Heroica Puebla de Zaragoza, México, a sus 94 años, el Dr. Luis Ernesto Arévalo, salvadoreño, jurista y académico del Derecho de meritoria calidad. Había nacido en Santa Ana el 5 de junio de 1931.

Estudió Derecho en la Universidad de El Salvador y alcanzó a recibir clases en La Casona, del Centro Histórico de San Salvador, ahora plaza universitaria con venta de comidas y rueda de caballitos. Compartió aulas en esa Casona con René Fortín Magaña, José Napoleón Rodríguez Ruiz, Schafik Handal, Guillermo Ungo, Mario Flores Macal y otros a quienes les tocó pasar por la huelga estudiantil de 1950, propulsora de la autonomía de la UES en la Constitución de ese año, y recibió el golpe del incendio de la Casona en 1955, perpetrado por pirómano –un coronel con poder- enemigo de la cultura, con odio a que se llegara a la libertad por medio de la cultura.

Luis llegó a Puebla en 1973, después de haber sido exiliado por la satrapía de Arturo Molina en julio de 1972, cuando él era Fiscal General de la Universidad de El Salvador y el gobierno propinó el ya célebre zarpazo de lesa cultura a la UES. Durante más de 50 años llevó a cabo una carrera académica en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla donde se jubiló hace pocos años para vivir un sereno y honroso retiro, “sin carnaval ni comparsas”.

En el mundo desordenado y desinformado de hoy, es bueno recordar vidas como las de Luis Arévalo para mostrarle a las nuevas generaciones que no todo está perdido en la humanidad y que aún hay espacio para los honrados en las visiones y acciones sobre la realidad circundante.

El último contacto directo de Luis Arévalo con la realidad inmediata de El Salvador fue cuando con Rafael Menjivar, Rector, y Miguel Sáenz Varela, Secretario General y él, como Fiscal General de la UES, fueron de prisa el 19 de julio de 1972 a la Asamblea Legislativa para exponer la situación de la Universidad y la legalidad de sus actuaciones pues ya se sabía de los planes del gobierno para intervenirla.

Era muy tarde. La decisión estaba tomada. Había que intervenir la UES manu military, pero con ropaje de legalidad. La Asamblea aprobaría un decreto que avalaba una resolución de la Corte Suprema y el Ejecutivo se encargaría de hacer cumplir la ley. En lugar de permitirles el uso de la palabra, salieron esposados a la cárcel y después al exilio. Y la Universidad se hundió en la ignominia de tener como jefe supremo el general Alfredo Alvarenga, coordinador de la ocupación militar que siguió a la payasada institucional. Los tres órganos del Estado actuaban sumisos al poder político de turno encabezado por el coronel Arturo Armando Molina. De esos tres universitarios magníficos, sólo Luis quedaba con vida. Ahora se suma al espacio de la memoria colectiva, con Rafael Menjívar y Miguel Sáenz Varela que partieron antes.

Conocí a Luis Arévalo en 1962 cuando con Miguel Sáenz y otros estudiantes andábamos articulando una amplia alianza que llevaría a Fabio Castillo Figueroa como Rector y a Vicente Arévalo, hermano de Luis, como Decano de Medicina de la UES, entonces la única existente en el país.  No había unanimidad, pero si afinidad de proyecto reformista. Y en esas lides comencé a apreciar las rasgos sobresalientes de Luis: ponderado, analítico, erudito y firme en sus posiciones. Traslucía su pensamiento de izquierda y su honradez intelectual.

Compartimos exilio en Costa Rica por unos meses entre 1972 y 1973. De ahí partió a México donde recaló en Puebla para hacer docencia universitaria en los campos del Derecho y los Derechos Humanos. Además de su meritoria carrera académica, en Puebla tuvo la ocasión de compartir exilio y anhelos de lucha y liberación con Pepe Rodríguez Ruiz, Fabito Castillo, Tomás Guerra y otros. Siempre pensando en cómo hacer de El Salvador una sociedad educada y desarrollada con libertad y dignidad que ha sido la estrella orientadora de muchos luchadores en El Salvador. Algún día será.

Luis Arévalo fue precursor y pionero en lo que actualmente es la Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la UES. Gracias a esfuerzos de santanecos como él, su hermano Vicente, los hermanos Góchez Marín, Gustavo Adolfo Noyola y otros, le reforma universitaria de 1963 liderada por Fabio Castillo Figueroa puso en 1965 la “primera piedra” del Centro Universitario de Occidente devenido la actual Facultad Multidisciplinaria de Occidente.

Por su vida, actuaciones y trayectoria cívica, política e intelectual es pertinente y valido decir que la izquierda y la honradez están de luto. Han perdido uno de sus genuinos practicantes: Luis Ernesto Arévalo.

Ojalá, los aportes intelectuales y morales de Luis Arévalo se redescubran y rescaten para entregarlos como paradigmas a las nuevas generaciones. La Universidad de El Salvador tiene la palabra.