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LAS BRUJAS DOMINARON EL ESCENARIO SINDICAL DE UNA FECHA TRÁGICA QUE DEBE CONMEMORARSE CON MÁS CONVICCIÓN Y CONCIENCIA.

Por: Róger Hernán Gutiérrez. *

Es difícil establecer con claridad los parámetros unitarios que permitan definirnos como clase trabajadora consecuentes con la historia y el grado de represión que un régimen en turno pudo lacerar a sus opositores, necesitó hacerlo de forma tan ominosa para que quedara marcado como algo de lo más abominable que pueda imaginarse un suceso en contra del sindicalismo de aquel entonces.

Eran los aciagos años de la guerra, una etapa de la historia salvadoreña—que algunos pretenden sólo voltear la página y aceptar que nada pasó—provocada por la injusticia social y jurídica, la violación artera a los derechos humanos, la total criminalización de las fuerzas de gobierno en contra de la población sindical indefensa, que luchaba con la unidad en la acción para desenmascarar el régimen de terror y oprobio constante hacia la clase trabajadora dispuesta a oponerse a un modelo económico que despojaba del empleo, impedía las condiciones de libertad sindical, anulaba las reivindicaciones socio económicas e imponía un régimen militar fascistoide.

Ahora, en el siglo XXI, continuamos bajo un régimen autoritario y con tintes de oponerse a la democracia social y de bienestar para las personas trabajadoras, pero encontramos una clase trabajadora sumisa, fácilmente manipulable y arrastrada a una realidad que no es aquella donde se ejercen las mayores garantías constitucionales, vivimos una unidad de miedo, de temor a ser cada vez más degradados en nuestros derechos laborales y sindicales, y necesitamos vernos fuertes y unitarios, y para ello manchamos al citarnos junto al régimen, una de las fechas de conmemoración de mayor vejación oligárquica y de gobierno en la historia salvadoreña.

Fue un 31 de octubre de 1989, a mediodía en el local de FENASTRAS, donde las fuerzas del régimen se abalanzaron contra humildes personas trabajadoras que disfrutaban de la fraternidad y de la comida, cuando de manera inmisericorde colocaron un potente artefacto explosivo llevándose la vida de muchos sindicalistas, no obstante la lucha continúa para responsabilizar al régimen impune ante la masacre, para reivindicar las libertades sindicales que ahora son anuladas y abusadas por la actual dirigencia de la cartera de trabajo.

Las brujas aparecieron para manchar la historia, la unidad sindical manifestada, no era leal a los principios de la verdad histórica que debía conmemorarse, y escondía su rostro ante los que gobiernan en consignas vacías y llenas de burla hacia la historia que deberíamos conmemorar para que no vuelva a ocurrir. Era un discurso en el tema sindical que escondía traición, no se puede estar despidiendo a trabajadores públicos y privados, anulando contratos colectivos, no inscribiendo directivas sindicales, haciendo de la conciliación e inspección laboral una acción de indefensión de las personas trabajadoras en contra de los intereses de las patronales.

Sabemos que el régimen está hoy con menos fuerza, y necesita montar estos eventos con sindicatos que buscan condiciones personales de subsistencia. La fecha histórica tiene demasiado peso, y el montaje se cae solo, nuestros mártires y el sindicalismo unido en la verdad lo saben y no se engañan con pantomimas así, que no hablan de la verdadera lucha sindical.

Las brujas se apoderaron de la fecha histórica, pero la lucha por los derechos laborales y sindicales, no es de 2 horas, es de siempre, mientras haya personas gobernando que se burlan de esos derechos. La unidad sindical se ama, es una cuestión de conciencia y de trabajo en la acción y consecuente contra aquellos que la denigran, contra aquellos que se montan en una farsa que dura muy poco. Sigamos recordando con amor e hidalguía al movimiento sindical que ofrendó su vida, para que viviéramos en estos tiempos con más derechos conquistados, y señalemos a los que se benefician de esta tragedia. Fingiendo lo que no son.

La justicia tarda, pero no olvida, el sindicalismo se ejerce, no es cosa del diente al labio, el régimen espera pasividad y acatamiento de un orden que no es para todos los que queremos un empoderamiento de la clase trabajadora. La conmemoración del 31 de octubre, no se trata de salir a vociferar sin ton ni son, y montar el “show”; se trata de cumplir a conciencia con los más sagrados preceptos de la historia sindical.  

Queremos diálogo social, y la negociación en términos igualitarios de todas las reivindicaciones que mejoren los empleos y los salarios, demandamos condiciones de bienestar laboral, queremos libertades sindicales plenas, nuevos y mejores empleos con estabilidad, mejores pensiones y una alta protección social. La salud y educación, no es de las brujas, es la reivindicación más sagrada en la lucha social para la clase trabajadora y nuestro grupo familiar.

Si el Ministro de Trabajo, no se convierte en el puente para hacer un tripartismo de beneficio socio-económico en el corto tiempo, sabremos que los discursos en este 31 de octubre “Día de la persona Sindicalista”, fueron nada más que cantos de sirena y la minería de las brujas que acaban con el medio ambiente y con la vida de la gente.

*Sindicalista salvadoreño.