
EL VICIOSO CICLO DE VIOLENCIA ESTATAL Y SU RESULTANTE LA VIOLENCIA SOCIAL.
Los vejámenes y agresiones que el estado acomete contra la población, económica, física, política o cultural, provoca que esta responda organizándose, encerrándose en sus posiciones.
De frente a ello, la estrategia de la partidocracia derechista desde la firma de los acuerdos de paz, fue erosionar las instituciones resultantes, corrompiendo por ejemplo a la pnc, recortando y limitando las finanzas para la PDDH, incidiendo negativamente en el tse, mientras al mismo tiempo privatizó y vendió a precio de barata al estado y sus bienes, abandonando bajo los ajustes que derivaron, sus obligaciones institucionales para con la población, lo que generó rápidamente un vacío de poder que se lo apropió el hampa, las pandillas y el narco.
Con anuencia estatal.
Ello ha degenerado en el establecimiento tácito de guetos dentro de las comunidades afectadas desde la segunda gestión arenera, deprimiéndolas profundamente, promoviendo una primera ola migratoria motivada por razones económicas, desarticulando a la familia, estrangulada directamente por el reacomodo de la privatización, que responde disociándose, empujando a uno o más miembros de esta en busca del sustento en terceros países, particularmente EU, que a su vez aplica los primeros retornos obligatorios al país de inmigrantes ilegales, junto al germen de las pandillas.
De frente al abandono estatal, precarizados al extremo y sin soporte institucional, la sociedad salvadoreña se reduce a los feudos que conforman sus comunidades, donde gradualmente las pandillas se imponen por la fuerza y con violencia, mientras el estado retrocede para favorecer la privatización de la seguridad, estimulando su desarrolló de modo directo y consciente, que a su vez supone la gradual anulación del poder real de este en esas comunidades, mientras se lo apropia la pandilla.
Entretanto, el estado responde conviviendo, transando con esta amenaza emergente a la que le impone una relación interesada, instrumentalizándola para incidir por ellas en esas comunidades, favoreciendo factualmente del crimen, promoviendo su expansión en el territorio.
Este resumen que cualquiera refrendará, tiene el propósito de establecer un hecho, y que es el que si bien la pandilla aparece como recurso identitario y de autodefensa, rápidamente se degenera transformándose en organización terrorista, conformando una amenaza tanto para la ciudadanía, como para la institucionalidad, permitiéndoles reptar por los beneficios políticos y económicos que supone para la partidocracia y la élite económica, que así penetra político electoralmente esas comunidades, como también se asegura que la población no busque resolver la profunda desigualdad en que el modelo la sume, para en cambio apenas sobrevivir.
El resultado es la agudización de la inequidad, exclusión y desigualdad, consonante con una profunda inoperancia estatal, que sólo redunda en el estado inviable que padecemos, y que, a pesar del supuesto control territorial, el solo hecho de haber profundizado las condiciones que dan lugar a esa violencia social e histórica, la ha agravado, dando lugar más temprano que tarde, a un nuevo ciclo más virulento de zozobra social.