
El Salvador. LA RESPUESTA DE LA JUVENTUD A LA REPRESIÓN: VIOLENCIA SOCIAL.
Luis Arnoldo Colato Hernádez, Educador.
Por los medios de comunicación hemos conocido como las fuerzas del orden intervinieron algunas infraestructuras escolares públicas, supuestamente en persecución de supuestos miembros de maras.
Antes se hizo pública la captura y posterior procesamiento de varios estudiantes de secundaria y bachillerato implicados en la fundación de una nueva pandilla.
Ambos hechos ponen en relieve una realidad, que es el que la pandilla como fenómeno social no ha sido purgado del país.
Todos hemos visto cuán vastos han sido los recursos asignados a su supresión, de los que la población carecemos de información completa, pero que ha implicado sendos recortes tanto para salud como para educación, lo que el régimen justifica en los supuestos éxitos que ha tenido en su enfrentamiento con estas estructuras terroristas.
También todos apreciamos una mejora muy significativa en lo tocante a la seguridad pública, pudiendo ahora movilizarnos por todo el territorio, que tampoco supone que sea absoluta.
Porque a pesar de celebrar el régimen supuestos 1000 días sin homicidios, la verdad apunta en sentido opuesto, pues tanto de la fgr como la pnc, reportan como si bien el porcentaje de asesinatos por cada cien mil habitantes es mucho menos ahora, los siguen habiendo (1.8 x cada 100,000 h/fgr), así como de secuestros y desapariciones.
Pero; ¿Por qué a pesar del esfuerzo punitivo no se resuelve el problema de la seguridad pública?
Todo proceso social no aparece sencillamente de la nada, tiene su génesis y por supuesto su origen; si el propósito último es suprimirlo, deben purgarse primero sus causales estructurales.
De no hacerlo, no importa lo que se haga, sencillamente subsistirá.
En los días de Martínez, usted podía supuestamente dejar lo que fuera tirado por ahí, y al día siguiente lo encontraba.
La verdad es opuesta empero, porque la violencia del martinato solo degeneró en violencia social, lo que podemos confirmar al revisar los documentos policiales y fiscales de la época.
Porque lo que el régimen hizo, fue imponer a una sociedad desigual, disciplina militar, superflua y vacía, que no resolvió nada, lo que el número de asesinatos, desapariciones y violencia en general de aquella época desnuda crudamente y que las delaciones periodísticas de la época corroboran.
Ahora tenemos además de encubrimiento y maquillaje de la realidad, represión militar, agravado por la baja oferta de educación y salud de calidad, seguridad jurídica e institucionalidad, y la desarticulación de la familia.
Pues el empleo se instrumentaliza político electoralmente, excluyendo a las capas populares, mientras se conserva relaciones de poder con la pandilla, cuya subsistencia patenta el periodismo extranjero.
Ante esa cruda realidad, la realidad histórica apunta a que algunos jóvenes responden procurando sumarse al terrorismo, buscando los beneficios políticos que supone.
Porque aspiran a un espacio político que los reconozca brindándoles opciones tanto educativas como laborales.
Que por ahora siguen siendo solo para mareros cercanos al régimen.
No será entonces reprimiendo y profundizando la desigualdad cómo se resolverá nuestra problemática social, sino desarticulando sus causales estructurales, como articulando una respuesta con opciones realistas desde educación.
No al revés.