
¿QUÉ SUPONE LA AUSENCIA DE OPCIONES, EL DESEMPLEO Y LA CARENCIA DE EDUCACIÓN PARA LOS JÓVENES?
El nuestro es un país con limitaciones de todo tipo: territoriales, de recursos naturales, y consecuentemente, pobreza de solemnidad.
Entonces, la riqueza es la gente.
Y nuestra gente se esfuerza.
Alguien alguna vez lo explicó del siguiente modo: “…los salvadoreños somos guerreros…”.
Refiriéndose a que no le hacemos mala cara a ningún trabajo.
Porque hay hambre.
Y ahí está el quid del asunto, el hambre.
El esfuerzo de nuestra gente está dirigido al solo propósito de superarla, de lograr sencillamente comer mejor, vivir mejor.
Alcanzar un mejor nivel de vida.
Lo que se nos niega desde la superestructura.
Si la gente es la riqueza de este país, es en la gente en la que hay que invertir, para que a su vez está retorne esta inversión con el trabajo derivado de esa formación.
Con creces por la especialización.
Eso dicta el sentido común como el más elemental sentido de la supervivencia.
Pues si no hay riqueza proveniente de la naturaleza, se debe generar por los medios de los que sí se dispone.
Por otro lado, la viabilidad de un pueblo, de una nación se circunscribe al enfoque que del proyecto de nación se hace, de cuán sustentable pueda este ser, pues de ello depende nuestra sobrevivencia.
Empero nuestra historia enseña algo diametralmente opuesto.
El poder se lo apropiaron las élites financieras desde la fundación del país, asumiendo así su conducción desde la sombra, instrumentalizando tanto al estamento político como al militar, asegurando relaciones de sumisión interesada con el suprapoder regional, los EU, y desde siempre.
Así, valiéndose del poder han concentrado cada vez más riqueza a su favor, mientras a su vez excluyen de la misma a la población, impidiendo incluso la movilidad social o la meritocracia.
Generando intencionadamente esa pobreza de solemnidad que nos sobrecoge.
En su miopía no consideraron cuan inviable es su proyecto, o como este nos impone el estanquismo y la corrupción que, si bien les favorece en un primer momento, simplemente les deniega el crecimiento al que aspiran, lo que vemos en las relaciones que de poder extienden para con nuestros vecinos.
Así, no solo refrendan su acumulación originaria en el robo de los bienes públicos, desviando los recursos públicos que así ambicionan hacia sus intereses, también atajan en la población sus iniciativas, además de sus posibilidades, impidiendo que esta tenga acceso elemental a sus más fundamentales derechos, los arriba señalados, salud, seguridad jurídica, educación, etcétera.
Para favorecer sus intereses.
Entonces, de nuevo expolian a la población orillándola al auto exilio, en la migración ilegal, para así estrujar de esta sus remesas, las cuales vacunan tasando impositivamente su trasiego, obligando que sean estos, los desheredados, los que mantengan sus privilegios y ventajas, el fracasado proyecto neoliberal que solo a estos favoreció siempre.
Porque sin educación, salud o seguridad jurídica, sencillamente no hay futuro, y sin futuro, no hay nación.
Y los jóvenes, el futuro de nuestra nación, lo entienden.