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EL JEFE PSICÓPATA.

POR: JOSÉ GUILLERMO MÁRTIR HIDALGO.

Hugo Marietan, es un psiquiatra y escritor argentino. Publica “El jefe Psicópata: radiografía de un depredador” en el dos mil diez. En dicha obra explora la personalidad y el comportamiento de los psicópatas en posiciones de poder. Estos individuos utilizan su inteligencia, carisma y manipulación para ascender en la jerarquía y mantener su posición de control. Se caracterizan por su falta de empatía, impulsividad y tendencia a explotar a los demás en beneficio propio. La psicopatía puede causar daño y destrucción a organizaciones y a personas que le rodean.

Marietan analiza la figura del psicópata integrado. Centrándose en el hecho que, los psicópatas utilizan a las demás personas para lograr sus objetivos, generándoles daños psicológicos y emocionales. Por eso, el psicópata es considerado un depredador emocional, que se alimenta de la energía y emociones de los demás. Pero se camufla bajo una apariencia encantadora y seductora. Aunque carecen de empatía, remordimientos y culpa. Su principal objetivo es dominar, controlar y manipular a las personas para su propio beneficio. El jefe psicópata no solo destruye la moral y la motivación de su equipo, también tiene un impacto negativo en su salud mental desarrollándoles depresión, ansiedad, estrés crónico y baja auto estima. Son hábiles para mantener una fachada positiva ante la dirección de la empresa y sus supervisores.

Característica básica de la psicopatía y del jefe psicopático es, la búsqueda del poder. Esta búsqueda puede ser a nivel macro, donde encontramos a psicópatas extravagantes como caudillos, líderes militares o jefes delincuenciales. Igualmente, puede ser a nivel cotidiano sobre la familia o sobre una persona. Lo importante es, que necesitan tener ascendencia sobre los humanos, a los que consideran cosas u objetos útiles para sus fines. La particularidad de ellos es la falta de escrúpulos, la falta de empatía y el egocentrismo. Son personas muy frías y controladas en sus impulsos.

Tienen claridad a donde quieren llegar. Gozan de un entusiasmo para auto empujarse a la cima del poder. Tienen una energía extra para subir al poder. El psicópata en ascenso tiene una energía suplementaria. Cuando el psicópata está al mando es un sujeto impiadoso, no tiene miramientos de las consecuencias de sus acciones sobre los otros y nadie lo aparta de su objetivo. Si alguien lo parta de su objetivo, va a intentar hacer todo lo posible para que la persona abandone su oposición. El psicópata hace sus actos psicopáticos sin pagar la consecuencia de ellos.  Esto, para que no sea señalado como el autor de esas acciones negativas. El jefe psicópata no es el enloquecido que presentan los medios. Este frenético es más bien un neurótico insensato que tiene poder. El psicópata es un ser sereno y frio, nada que ver con el exaltado que presentan las películas.

El jefe común siempre anda buscando consenso, hace equipo, establece cierta horizontalidad del poder y tiene mucha capacidad de delegar. El jefe psicópata es verticalista, es un jefe militar al mando. La orden baja desde él y se hace lo que él dice. Cuando un jefe normal comete un error, entre todos soportan las consecuencias de ese error. En el jefe psicópata cuando se equivoca, son los de abajo los que tienen la culpa. Establece una defensa aloplástica, “los otros han hecho que mi orden sea distorsionada”. Otra característica del jefe psicópata es, que es persuasivo. Su capacidad de persuasión no la tienen ningún otro ser humano. Otra característica del psicópata es, hacer que los otros hagan. Entonces, nos encontramos con una persona equilibrada, serena, agradable, carismática, con capacidad de persuasión, hace hacer y es indiferente a las consecuencias de sus actos sobre los demás.

El psicópata es funcional a un sistema de empresas, involucrado en los resultados y no en la calidad de vida de los subordinados. Donde hay un jefe psicópata, impera un clima laboral de tensión. Pequeñas cosas generan desasosiegos desproporcionados. Pequeñas escusas se convierten en grandes problemas. Esto provoca un alto grado de tensión, que desemboca en llevar a la gente al agotamiento. Con lo anterior se consigue que se instale el miedo, la inseguridad y las sospechas entre el grupo humano que dirige. Siempre se sospecha del neurótico que tiene al lado, ya que las personas normales no aguantan esta atmósfera y se van. Pero los neuróticos están fascinados con el psicópata. Hay un encantamiento y una fascinación en todos los aspectos. Este es el tipo esclavizado, el chupamedia, el que va a cumplir las órdenes del psicópata.

Igualmente, otra persona será la que hará el trabajo sucio del psicópata. Mientras que el jefe psicópata permanece con su traje implacable, otro es el que se ensucia. El jefe común puede ser una persona con mal carácter, un cascarrabias, es decir, un colérico, pero, cuando las situaciones lo ameritan, son paternales. El jefe psicópata nunca va a hacer eso. Los jefes psicópatas se encuentran en todos los ámbitos. Los psicópatas se disfrazan de policías, militares, políticos, religiosos y artistas para hacer sus psicopatías.

Las figuras políticas relevantes, influyentes o de gran calibre, son psicópatas porque el psicópata ama el poder. Usa a las personas para obtener más poder, las transforman en cosas para su propio beneficio. Esto no quiere decir que todos los políticos o líderes son psicópatas, pero, sí que el poder es un ámbito dónde ellos se mueven como pez en el agua.

La psicopatía es una manera de ser en el mundo. Es una variante poco frecuente del ser humano que se caracteriza por el afán desmedido de poder, protagonismo y ajusticiamientos. Funcionan con códigos propios. Están dotados para ser capitanes de tormenta, por su insensibilidad y tolerancia a situaciones extremas de tensión. En la psicopatía no hay tipos, sino, grados e intensidades diversas. Hay un tres por ciento de la población con características psicopáticas. La relación de género es de tres varones por cada mujer. Una característica básica del psicópata es la mentira. Es un mitómano, es decir, presenta una tendencia compulsiva por mentir.

Un dirigente común sabe que tiene que cumplir su función en un tiempo determinado, cumplida su misión se va. Al psicópata, una vez está en la cima no lo saca nadie. No se larga del poder, mucho menos lo delega. Otra característica es la manipulación que hace de la gente. La gente bajo su efecto persuasivo es capaz de hacer cosas que de otro modo no haría. Son gente sojuzgada. Este tipo de líderes no toman a los ciudadanos como personas con derecho, los toman como cosas.

El psicópata trabaja para sí mismo, aunque su discurso diga lo contrario. Para el líder político con estas características, personas y dinero para comprar voluntades tienen que estar a su servicio. Utilizan el dinero como elemento de presión. Su dar no es un dar desinteresado, ni movido por la sensibilidad de ayudar a quien no tiene. Es un uso de las personas para construir su propio poder. El acto psicopático, le quita a la gente la capacidad de elegir. La gente que manipula está en desventaja económica tan así que no tienen otra salida: o como y lo hago o no lo sigo y no como.

La psicopatía siempre utiliza la bandera supra personal para ocultar sus verdaderas intenciones, presentándose como abanderado de algo más grande. Banderas a las que puede apelar son el hombre nuevo, el proyecto nacional, la liberación de la raza superior, la nación y la patria. La psicopatía siempre necesita buscar un enemigo para aglutinar. El psicópata no se adapta a la tranquilidad, necesita de la crisis para ser reconocido como salvador. Las sociedades lideradas por políticos psicópatas viven de crisis en crisis.

El talón de Aquiles del psicópata es la frustración de sus planes. Cuando apuesta por un proyecto, pone todo en él y no le sale. El psicópata se desorganiza y empieza a hacer tonterías. Cuando el psicópata político se aferra al poder, hace falta un motón de líderes normales u otro psicópata pesado que se le contraponga. Entre muchos se puede lograr sacar al dirigente psicópata o al menos reducir su poder. Hay que aprender a no elegirlos. Si uno va entendiendo como es su mecanismo, los puede distinguir y votar por otros líderes.

En resumen, el psicópata con poder es un depredador voraz e impiadoso. Marietan describe que su narcisismo, le devuelve una imagen embellecida que justifica su accionar. No hay resquicio para el error propio. Sin error no hay arrepentimiento y sin arrepentimiento no hay corrección de rumbo, sino, persistencia. Su obrar psicopático se ajusta a sus códigos propios, que lo hacen impermeable e intolerante a las críticas. El que lo crítica no es un adversario, sino, un enemigo.

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