
De Gaza a Cisjordania, el interminable martirio de los palestinos.
En el último par de años han aparecido abundantes obras referidas a lo que frecuente y erróneamente se denomina “conflicto entre Israel y Palestina”. Muchos de esos libros reconstruyen con precisión la naturaleza colonial del problema y contribuyen a comprender mejor los factores de la actual conflagración en Oriente Medio. Algunos también permiten cobrar conciencia de la responsabilidad y la complicidad de Occidente en la guerra y genocidio en Gaza, mientras que otros echan abajo la propuesta de una quimérica “solución de los dos Estados”.
El 7 de noviembre de 2023, un mes después de los ataques palestinos en Israel y mientras el “infierno” prometido por el primer ministro Benjamín Netanyahu se abatía sobre la Franja de Gaza, Fayard, el por entonces editor francés de La limpieza étnica de Palestina (1), obra del historiador israelí Ilan Pappé publicada por primera vez en inglés en 2006, decidió detener la comercialización del libro pese al aumento de la demanda. El sello del grupo Hachette, adquirido en junio de 2023 por el multimillonario de ultraderecha Vincent Bolloré, adujo que el contrato con Oneworld, el editor original, había caducado. Pero lo más probable es que el verdadero motivo de esa decisión estuviera relacionado con el carácter comprometido del libro de Pappé, intelectual antisionista y uno de los principales exponentes de los “nuevos historiadores” israelíes, cuyos trabajos han desmontado el relato nacional sobre la creación del Estado de Israel (proclamado el 14 de mayo de 1948). El ensayo, reeditado finalmente en Francia por la editorial La Fabrique, es considerado una obra de referencia sobre la dimensión colonial del proyecto sionista que, a finales del siglo XIX, promovió el proyecto de creación de un Estado judío en Palestina.
En esta obra, Pappé se dedica a refutar, con el respaldo de pruebas, el argumento israelí según el cual el éxodo de 800.000 palestinos en 1948 (de una población total de 1,4 millones por aquel entonces) se debió a desplazamientos voluntarios para huir de los combates durante la guerra entre Israel y los ejércitos árabes (15 de mayo de 1948-20 de julio de 1949). En opinión de Pappé, se trata de un “mito” y una “pura invención” destinados principalmente a ocultar la responsabilidad de Israel en la Nakba (‘catástrofe’) palestina. Es más: el historiador explica que el exilio masivo fue el resultado directo de “la expulsión sistemática de los palestinos de vastas regiones del país”, así como de la destrucción y los abusos perpetrados por las tropas judías tras la aprobación por parte de las Naciones Unidas, el 29 de noviembre de 1947, de la partición desigual de Palestina en dos Estados. Unas acciones que siguió llevando a cabo el Ejército israelí (creado en la primavera de 1948) con el fin de garantizar la homogeneidad étnica del Estado atribuido a los judíos y aumentar su territorio.
El paradigma de la limpieza étnica
A partir de la consulta de archivos militares y administrativos de primera mano, de diarios de responsables políticos, así como de documentos palestinos, entrevistas con supervivientes o testigos oculares, Pappé refiere un “considerable número de atrocidades” cometidas por los sionistas contra los “autóctonos” árabes: ejecuciones sumarias, grandes masacres, bombardeos de pueblos, violaciones, creación de “campos de trabajo especiales”, pillajes, … También detalla cómo los dirigentes judíos dieron los últimos retoques al “plan de limpieza étnica” (el plan Dalet) el 10 de marzo de 1948: más de dos meses antes del comienzo del conflicto árabe-israelí. Cuando estalló la guerra, “las fuerzas judías ya habían logrado expulsar con el uso de la violencia a cerca de 250.000 palestinos”, explica Pappé. Menos de un año después, cerca del 60% de la población palestina se pudría en campos de refugiados repartidos entre Cisjordania, la Franja de Gaza y los países vecinos. Israel, por su parte, conquistó un tercio de territorio suplementario en relación con lo que estipulaba el plan de “reparto” de la ONU y ocupó el 78% de la Palestina histórica (echó mano al 22% restante tras la guerra de junio de 1967).
El estudio de Ilan Pappé, que revela las circunstancias que rodearon al nacimiento de Israel en 1948, arroja luz sobre la naturaleza colonial y racista del sionismo, que preconiza la sustitución de una población indígena por otra venida de fuera. Esta depuración étnica no puede sino apoyarse en una lógica de exterminio y “debe arraigar en nuestra memoria y nuestra conciencia —escribe el historiador— en tanto que crimen contra la humanidad”. Es por ello por lo que defiende un cambio de enfoque en lo que atañe a las condiciones de formación del Estado israelí, que no se constituyó a raíz de una “guerra de independencia” —como sostiene el discurso establecido—, sino que se construyó sobre la base del espolio de un país: Palestina. “El paradigma de la limpieza étnica debe sustituir al de la guerra”, considera Pappé.
En el prólogo incluido en la nueva edición francesa de su obra, el historiador señala que este concepto de limpieza étnica también puede aplicarse a la política israelí perpetuada desde hace más de ochenta años sobre los palestinos de Israel o de los territorios ocupados —algo que ellos mismos califican de “Nakba continua”—. Dicho de otro modo: “Aún no hemos salido de ese periodo histórico”, como sostiene Pappé. De ello dan fe las expulsiones masivas realizadas por todo el país, además de en Jerusalén Este y en Cisjordania, con el propósito de “crear nuevas realidades demográficas sobre el terreno” y profundizar en la judaización de toda la región “desde el río hasta el mar” por medio de la creación de nuevas colonias. Cisjordania (incluido Jerusalén Este) tiene una superficie de 5660 km² y comprende en la actualidad cerca de 300 “implantaciones” israelíes en las que residen 750.000 colonos, frente a 3,3 millones de palestinos.
Por más que estas prácticas sean ilegales desde el punto de vista del derecho internacional, Tel Aviv puede contar con “la apatía” y “la persistente indiferencia” de los dirigentes políticos y los medios de comunicación occidentales. Pappé explica que, de igual modo, las masacres perpetradas por el Ejército israelí en 1948 no suscitaron por entonces “la menor reacción entre los redactores jefe de los periódicos, los responsables de la ONU o los líderes de las organizaciones internacionales”, pese a estar perfectamente al corriente de lo que sucedía. En opinión del historiador, el “mensaje de la comunidad internacional a Israel era claro: la limpieza étnica de Palestina, por ilegal, inmoral e inhumana que fuera, sería tolerada”. Hoy en día, el régimen israelí sigue sabiendo que goza de una casi total impunidad debida a su estatuto excepcional, pero también al apoyo de Estados Unidos y Europa.
El último libro de Ilan Pappé, escrito a la luz de la situación actual en Palestina, busca ser una obra divulgativa y, a la vez, una herramienta de sensibilización (2). En concreto, dedica un capítulo al “contexto moral y político del 7 de octubre de 2023”. Según Pappé, el incendio llevaba mucho tiempo alimentándose debido al “implacable asedio impuesto a Gaza desde hace 17 años” y las devastadoras guerras contra el enclave emprendidas por Tel Aviv en este tiempo, por no hablar de la cuestión de los miles de prisioneros políticos palestinos en cárceles israelíes, las provocaciones de los colonos en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén Este, etc. También recuerda que la Franja de Gaza —a donde llegaron más de 200.000 palestinos en 1948 (3), parte de los cuales eran originarios de las localidades circundantes— fue creada por Israel como entidad geográfica que sirviera de vasto “recinto cerrado para llevar a cabo la limpieza étnica de otras regiones de la Palestina histórica”. Este territorio de 365 km², que antes de los sucesos de 1948 contaba con 80.000 habitantes (35.000 de los cuales se concentraban en la ciudad de Gaza), alberga hoy a más del 70% de los refugiados y sus descendientes.
La mayor parte de los gazatíes —de los cuales el 65% tienen menos de 25 años— han crecido bajo los bombardeos y el asedio militar israelí (terrestre, aéreo y marítimo) impuesto en 2007. “Los combatientes de Hamás que atacaron Israel el 7 de octubre —señala Pappé— eran en su mayoría jóvenes que aprendieron el lenguaje de la violencia bajo las bombas que Israel había arrojado sobre ellos”. Desde los ataques, la solidaridad con Israel mostrada por los dirigentes occidentales ha sido interpretada por el régimen israelí como una luz verde para castigar de manera colectiva a los más de dos millones de personas que viven en la cárcel a cielo abierto que es Gaza.
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