
¿EN QUÉ CONSISTE EL MODELO FISCAL PROGRESIVO?
A lo largo de nuestra historia la completa existencia de la institucionalidad salvadoreña ha respondido a un solo propósito: el enriquecimiento de las élites.
Lo vemos en la instrumentalización que siempre se ha hecho del estado para cargar los dados a favor de esas élites, en detrimento del resto de la población, que apreciamos crudamente en el lobby que esta hizo desde el primer momento para apropiarse de las tierras ejidales, lo que logró a sangre y fuego en el decenio de los 80’s del siglo 19, conformando el hecho originario de la permanente violencia que nos amenaza, un eco que reclama justicia por ese pasado infame.
Otro evento que lo evidencia son las privatizaciones que adelantó la partidocracia de derecha en los 90’s, como es el caso de las pensiones por ejemplo, ya entonces algunos advirtieron serían usados como reserva para esa élite, lo que vemos descarnadamente ahora; o el caso del iva, que en breve veremos se incrementa a la par de un desmesurado aumento al cobro de la renta tasado directamente sobre los salarios de los trabajadores, para supuestamente “democratizar el progreso”, un eufemismo a tono con la estafa a los desheredados que suponen estos procesos.
Porque esas medidas, u otras como el caso del bitcoin o el del dólar, estuvieron siempre dirigidas, lo que la historia refrenda, a concentrar más riqueza en las mismas manos, lo que podemos constatar quienes son los beneficiados de siempre desde el estado salvadoreño.
Siempre son los mismos.
La élite financiera, el 1% de la población.
De entre estos, el actuar en términos económicos del régimen que nos mal gobierna el pasado sexenio, ha delimitado los beneficios a apenas el 0,00002% de la población de acuerdo a la banca multilateral [BCIE/BID/BM/FMI], en torno a los 1,300 individuos, a los que transformó gracias al quehacer del estado a su favor, en verdaderos superricos, de lo que la revista FORBES además da cuenta, mientras precariza al resto de la población.
Entonces, ¿cómo hacer para concretar una genuina redistribución de la riqueza?, ¿para qué más ciudadanos alcancen un estado de bienestar que dignifique sus vidas?
Democratizando objetiva y realmente el aporte ciudadano al progreso.
El modelo fiscal que se nos aplica es uno que promueve la exclusión y la inequidad social, pues tasa una mayor carga impositiva en los que menos ingresos tienen, mientras y por la vía de la exención o las amnistías fiscales, por ejemplo, se favorece los grandes capitales, bajo el supuesto que ello supondrá una mayor inversión y más empleo, lo que nunca sucederá, enriqueciendo así, aún más a la riqueza.
¿Qué hacer?
En términos fiscales la vía es sustituir el modelo fiscal regresivo por el Progresivo, que tasa el aporte ciudadano, a todos, de acuerdo a sus haberes, y no de una maliciosa perspectiva política dirigida a asegurar mayor concentración de la riqueza.
¿Es la solución?
Por supuesto que no, pero es el comienzo.
La historia y la evidencia incontestable lo demuestran.