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EL SALVADOR convertido en finca. “Gobierno sin límites, pueblo sin derechos.”

Por: Miguel A. Saavedra.
Anatomía de una autocracia bananera cool.
En el país de El Salvador del Mundo ,de las pupusas y las promesas incumplidas, la política ya no es un ejercicio de representación, sino una función teatral de horror repetido: mismo guion, mismos actores, pero con una escenografía digital que proyecta luces sobre la oscuridad. El Salvador se presenta hoy como una ironía ambulante: un Estado con toda la tecnología para la transparencia… y toda la voluntad para el secretismo.
Vivimos una época en la que el pensamiento complejo ha sido reemplazado por lo inmediato. Las grandes mayorías ya no se movilizan por ideales, ni por utopías, sino por impulsos emocionales fabricados. El inmediatismo ese culto a la gratificación instantánea ha logrado imponerse en casi todos los niveles sociales y culturales.
En este ecosistema emocional y desinformado, las decisiones políticas se consumen como contenido viral; se aplauden sin pensar y se aceptan sin cuestionar. Se ha vaciado el debate público y se ha llenado de narrativa emocional envolvente, ideal para instalar un régimen que normaliza el abuso con fachada estética de modernidad.
 El Presupuesto Nacional: El botín de una nueva casta
El presupuesto del Estado, que debería ser instrumento del bien común, ha sido secuestrado y convertido en el principal motor de enriquecimiento privado de la élite en el poder. Funciona como un botín institucionalizado, alimentando una maquinaria de saqueo sistemático que reparte privilegios a los leales y reparte sobras cuidadosamente dosificadas en tiempos de crisis pandemias, desastres naturales o emergencias sociales. Para disfrazar la desfachatez, maquillan el saqueo con gestos mediáticos: entregan migajas envueltas en propaganda, con el rostro presidencial impreso, como si fueran actos de generosidad y encubrir el desfalco monumental.
El presupuesto destinado a obras y políticas sociales ya no es una herramienta de desarrollo, sino el cofre del tesoro de una élite político-empresarial que lo ordeña con precisión quirúrgica, como hackers de cuello blanco que clonan la tarjeta de un país entero. Se lo reparten con una eficiencia perversa, dejando apenas unos centavos para que el sistema no colapse… y el pueblo, confundido, siga creyendo que todo funciona. Porque en esta economía de espejismos, lo que no se roba, se disfraza de caridad con logo presidencial incluido.
Y cuando surge la posibilidad de que sus actos queden al descubierto, se activan mecanismos de autoprotección institucional: decretos de silencio, reservas de información y el control de la narrativa oficial. Todo esto, mientras un contrato millonario con Google (500 millones de dólares) digitaliza información pública que no estará al alcance del público, sino de quienes controlan el relato.
Así, las instituciones contraloras, en lugar de fiscalizar, acompañan en silencio. No participan directamente en los hechos, pero lo hacen con su omisión, convirtiéndose en cómplices por inoperancia calculada.
Ciudadanía cuasi zombie: El producto de una autocracia mediática
¿Democracia? No. Lo que vivimos es un modelo de autocracia total, disfrazado de eficiencia. No hay voces disidentes. No instituciones que fiscalice y espacio civil que le permitan . Solo una ciudadanía moldeada mediáticamente para obedecer sin chistar. Un comportamiento automatizado, zombie o ese animalito de mar, que aplaude cada golpe como si fuera un abrazo paternal.
La ignorancia y la desinformación eficiente son el terreno fértil para que cualquier abuso se perciba como un acto de amor al pueblo. «No hay nada que hacer» muchos, dicen. Porque eso es lo que les enseñaron a decir. Así, el control es casi perfecto: una sociedad emocionalmente secuestrada, adiestrada para no dudar.
El País Como Hacienda, el Pueblo Como Colono
La lógica del poder actual trata al país como una finca privada de 21 mil km². Nosotros, los ciudadanos, somos los colonos. Ellos deciden cuánto podemos consumir, con qué moneda y a qué costo. Nosotros cultivamos, ellos cosechan. Y si no les basta, tienen listas leyes de expropiación para arrebatarnos incluso el hogar.
La narrativa del “nuevo país” esconde una vieja práctica: el dominio colonial interno. Ellos acumulan, nosotros entregamos. Si reclamamos, nos silencian. Si protestamos, nos expropian… también la dignidad.
El miedo y el FOMO como herramientas de gobierno
En esta distopía disfrazada de modernidad, la población es manipulada como en el mercado de futuros: juegan con nuestro miedo y nuestro FOMO (miedo a quedar fuera). Nos inducen al pánico, nos empujan a ceder no acciones, sino derechos. Como los pequeños inversores, los “pececitos”, nos vemos obligados a vender barato: nuestra libertad, nuestra crítica, nuestra dignidad.
Pero mientras el pueblo liquida su conciencia, los grandes tiburones acumulan más poder, más control, más impunidad.
 La Ausencia del Bien Común y la Dignidad Crucificada
La esencia del bien común ha sido borrada de las agendas de quienes gobiernan. Lo más trágico es que quienes más apoyan este modelo son, paradójicamente, los más golpeados: los olvidados, los desvalidos, los históricamente maltratados.
Restituir la dignidad ciudadana implica despertar del adormecimiento inducido. Implica dejar de ver al poder como un redentor y empezar a exigirle como a un servidor. Y en esa cruz que carga el pueblo, día a día, se crucifica no solo el pan, sino la esperanza.
 El Límite del Poder: La democracia no se reescribe a capricho
Nadie, absolutamente nadie, debería tener tanto poder como para reescribir a su antojo las reglas del juego democrático. Porque cuando el poder cambia las reglas para perpetuarse, lo que tenemos ya no es una democracia: es un régimen que se alimenta de obediencia y vive de impunidad.
Valoración desde la Sociología Contemporánea
Este fenómeno puede analizarse como una reconfiguración del contrato social, donde el poder ha dejado de ser negociado colectivamente y ha sido secuestrado por una élite carismática que combina control mediático, simbología emocional y mecanismos legales de concentración autoritaria.
Desde una perspectiva sociológica, este contexto representa un *nuevo autoritarismo líquido* siguiendo a Bauman: uno que no necesita represión física masiva, porque se impone a través del entretenimiento, la desinformación y la administración simbólica del miedo.
Se está construyendo una sociedad de colonización emocional, donde el ciudadano ya no piensa, solo reacciona. Y en ese silencio emocional, el poder se desliza sin obstáculos, como una serpiente en el asfalto.
Y en estos momentos, donde la finca se expande… y la democracia se encoge.
¿Por Qué Se Atreve? ¿Hasta Dónde Puede Llegar? ¿A Qué Imperio Se Atiene?
Se atreve porque puede. Y puede, porque se lo permiten. Como lo vimos ayer en el comunicado de la embajada de los EUU en el país, donde avalan la reforma constitucional de los legisladores del régimen por orden de su presidente de darle reelección indefinida por ley.
Lo que deja muy en claro q que se atiene y quien los respalda .Su poder no nace solo de los votos locales ni de su astucia narrativa. Su blindaje real proviene del apadrinamiento geopolítico que le ofrece el imperio de la MAGA: el que en nombre de la “libertad” respalda a quienes garantizan estabilidad para sus intereses, no para sus pueblos.
Mientras juegue el papel de peón útil, de experimento digital exitoso en la región, podrá reformar constituciones, militarizar la institucionalidad, privatizar la soberanía e hipotecar el futuro. Todo mientras le sonríen desde Washington o desde los lobbies cripto y de inteligencia que ven en su figura a su «líder cool bananero», de trajes diseñados con alta costura y métodos aprendidos de los manuales de control social más sofisticados.
Y llegará tan lejos como su padrino lo necesite o lo tolere. Porque todo poder autocrático tiene fecha de caducidad… pero también tiene fecha de utilidad. Cuando deje de ser funcional, lo sabrá. Mientras tanto, seguirá haciendo patria como si fuera finca, digitalizando la obediencia y vendiendo la idea de que gobernar sin límites es la nueva libertad.
Y sí, como en la película de Brad Pit de los jugadores , puede parecer brillante al inicio , eficiencia sin alma, promesas con gráficas ascendentes.
Mientras los desposeídos son los votantes más fieles de sus propios verdugos, la esencia del bien común ha sido enterrada bajo toneladas de propaganda emotiva. En nombre del progreso se expropia, se silencia, se criminaliza la crítica.
Paradójicamente, quienes tienen menos son los que más aplauden. Una ciudadanía que no solo acepta las migajas del poder, sino que las bendice con devoción casi religiosa ,ante cada recorte, imposición agresiva ,cada decreto, o cada detención arbitraria.
Pero tarde o temprano, los números dejan de cuadrar y se revela lo que siempre ha sido ,un juego especulativo disfrazado de estrategia. Y al final, después de tantas jugadas chuecas, al pueblo solo le quedarán dos caminos: o se encachimba, se levanta del banquillo y toma el rumbo de su vida , de su familia y de su comunidad con dignidad recuperada… o se queda ahí,  viendo cómo su país se negocia como si fuera un jugador barato más en la subasta global, viéndola pasar, esperando que esta vez sí, como por arte de algoritmo, le toque ganar¡ cosa que nunca va a pasar con estos especuladores autoritarios del poder.
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