Categoría: Editorial

  • La culpa es del imperio

    La culpa es del imperio

    No solo Washington decide “quién es el malo y quién es el bueno y también cuándo el malo se vuelve bueno y el bueno se vuelve malo”, tal como lamenta Bukele; Moscú y Pekín también lo hacen y, antes, Gran Bretaña y Francia, y todos los imperios. Dictaminar el bien y el mal es competencia de ellos.

    Por: Rodolfo Cardenal*

    El mismo Bukele decide quién es bueno y quién es malo, y cuándo alguien deja de ser una u otra cosa. Ejemplo de ello son la justicia que administra y el criterio para designar funcionarios. Los imperios no tienen amigos, sino compañeros de viaje y solo en la medida en que sus intereses coinciden. Es necio y torpe confiar en sus buenas palabras.

    La guerra de Ucrania y la crisis del petróleo han acercado a Washington no solo a Caracas, sino también a Teherán. Hábilmente, Caracas ha reaccionado de manera positiva, sin romper con Moscú. El acercamiento le abre a Venezuela la posibilidad de paliar su crisis económica y obtener el reconocimiento de su presidente. Teherán tampoco ha cerrado la puerta. Enredado en sus filias y fobias, Bukele carece de flexibilidad para aprovechar las oportunidades. En el ámbito internacional, la tolerancia y la creatividad son cruciales para mejorar la propia posición. La coyuntura internacional ha convertido al petróleo de Venezuela y de Irán en un bien muy valioso. El Salvador no tiene petróleo, pero, a diferencia de Venezuela, no solo desperdicia las aberturas para avanzar, sino que se enclaustra aún más. Los imperios están para quedarse. En consecuencia, hay que contar con ellos y negociar inteligente y astutamente. Bukele, en cambio, elige mirar hacia adentro. Intenta explotar la crisis mundial para consolidar su posición interna.

    En una comparecencia de casi dos horas de palabra atropellada y prolija, atribuyó los males internos a las potencias mundiales y, por consiguiente, se declaró impotente para contener los efectos negativos de la pandemia, de los trastornos experimentados por la producción y la cadena de suministros, de la inflación y de la guerra. Es cierto que el origen de esas crisis está fuera de su control, pero también es verdad que, excepto la última, las demás tienen al menos dos años de castigar a la gente sin que él haya hecho algo para suavizar su impacto. Excepto la pandemia, y solo al comienzo, Bukele se ha desentendido de todas ellas. Solo se ha interesado en el bitcóin. Su posición actual es débil. La gente resiente cada vez más las consecuencias de esas crisis. Tal vez por eso dedicó casi una hora a recorrer los noticieros internacionales que informaron sobre ellas. Quizás dudoso de su credibilidad, no se atrevió a hablar por sí mismo. Bukele asumió el papel de presentador de noticias y convirtió su comparecencia en noticiero de radio y televisión para declararse una víctima más de las potencias.

    Si Estados Unidos acudió a Venezuela a causa del petróleo y si la Unión Europea se niega a prescindir del suministro de gas ruso, mucho menos margen de maniobra tiene el presidente de El Salvador. Dicho esto, Bukele anunció once medidas económicas, cuya eficacia es muy relativa. Suprimió algunos impuestos a los derivados del petróleo, liberó de aranceles la import1ación de bienes cuyo arancel ya es cero y pretende controlar los precios de algunos bienes básicos. El farragoso énfasis en el costo de estas medidas le sirvió para subrayar su papel de víctima de circunstancias externas.

    Contrario a su liberalismo decimonónico, Bukele insistió en intervenir en el mercado para controlar los precios y contener la inflación. Ordenó desplegar inspectores, policías y soldados en puntos estratégicos y aumentar las sanciones a los rebeldes. A primera vista, convence. Pero la tarea es inasequible, porque no tiene capacidad para intervenir en la economía de esa manera. No lo hizo antes y no lo hará ahora. El despliegue de estos primeros días no es universalizable ni sostenible a mediano plazo. El caos generado a raíz de la captura de un connotado busero y de la confiscación de sus vehículos augura el fracaso del plan. La improvisada operación presidencial y su torpe ejecución han generado más descontento que satisfacción en la población. Endurecer las sanciones es ineficaz, porque no hay agente que identifique a los infractores. Asistimos a acciones demostrativas de una voluntad presidencial que se agota en su demostración.

    Al final, Bukele se refugió en el tradicional llamado a la conciencia de la empresa privada para que traslade el beneficio de sus medidas al consumidor, reduzca el margen de ganancia y no se aproveche de la coyuntura. E invitó a su audiencia a hacer un acto de fe para creer que ahora hay mejor educación, salud e infraestructura. Pero los llamados a la conciencia y los actos de fe se estrellan contra el egoísmo y la ambición de dinero, de poder y de fama. La política internacional ha resultado demasiado compleja para un régimen incauto e inculto.

    *Director del Centro Monseñor Romero.

  • Medidas tardías, insuficientes y demagógicas

    Medidas tardías, insuficientes y demagógicas

    En respuesta a las críticas ciudadanas por la inacción gubernamental frente al incremento del costo de la vida, ahora agravado por la situación política y energética internacional, el presidente Nayib Bukele anunció la semana pasada en cadena de radio y televisión varias medidas para reducir el precio de los combustibles y algunos productos básicos.

    Editorial ARPAS

    Entre las medidas más relevantes están suspender temporalmente algunos impuestos a los combustibles y eliminar aranceles a la importación de productos básicos. Según Bukele, con la primera medida el galón de gasolina bajará 25 centavos y la segunda disminuirá el precio de los alimentos.

    Dichas medidas son -a primera vista- positivas. Sin embargo, una revisión más a fondo muestra que son tardías, insuficientes y demagógicas.
    Son tardías porque el alto costo de la vida no es un problema de las últimas semanas o meses, sino desde el inicio de la administración Bukele. El aumento de los precios de los alimentos y otros productos venía desde mucho antes de la invasión de Rusia a Ucrania, pero el gobierno no tomó acciones más allá de las ineficaces “verificaciones” de la Defensoría del Consumidor.

    Pero aun frente a la crisis provocada por la guerra en el este de Europa, otros mandatarios de la región tomaron acciones antes que el gobernante salvadoreño.

    Son insuficientes por temporales y porque no abordan estructuralmente el problema vinculado a los bajos salarios, el esquema tributario regresivo donde “pagan más los que menos tienen” y la desregulación de precios de productos básicos. Si Bukele de verdad quisiera impactar anunciaría un aumento salarial acorde al costo de la vida, una reforma fiscal progresiva “donde paguen más quienes tienen más”, eliminación o reducción del IVA a los alimentos y otros productos básico y controles de precios a bienes y servicios esenciales.

    En redes sociales la gente también reclama con toda razón la falta de anuncios sobre reducir gastos públicos innecesarios en propaganda, lobistas, compra de bitcoins, etc. Ahorrando estos gastos, Bukele podría -por ejemplo- pagar las pensiones atrasadas a los adultos mayores y establecer subsidios para otros sectores vulnerables.

    Y son demagógicas porque sólo buscan un efecto mediático que haga creer que el gobierno actúa y defiende los derechos de la gente, pero no tienen un impacto real. Es posible que después del pomposo anuncio presidencial la población seguirá comprando igual o más caro el combustible, la comida y las medicinas.

    El anuncio fue un golpe propagandístico, como lo es también el espectáculo montado alrededor del transportista Catalino Miranda. ¿O acaso Bukele hará lo mismo con empresarios oligarcas que también suben precios? ¿Se imaginan a policías capturando a Carlos Calleja y militares interviniendo Súper Selectos por subir los precios? ¿O a Roberto Kriete por encarecer descaradamente los boletos aéreos de AVIANCA?…

    Ojalá más temprano que tarde la población sea consciente de estas falacias propagandísticas y exija soluciones reales a los problemas que le afectan.

  • Editorial ARPAS: La solución es reforma fiscal progresiva

    Editorial ARPAS: La solución es reforma fiscal progresiva

    La deficitaria situación de las finanzas públicas es cada día más insostenible, por lo cual el gobierno más temprano que tarde impulsará alguna reforma tributaria para resolver la urgente necesidad de ingresos.

    Cuando finalmente no consiga los 1,300 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), se confirme que el Bitcoin no es alternativa de financiamiento estatal, los préstamos del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) sean insuficientes y no pueda conseguir más deuda de corto plazo, el gobierno de Nayib Bukele buscará resolver su crisis financiera con impuestos.

    ¿Y qué tipo de medidas tributarias impondrá? Ésa es la incógnita. ¿Será incrementar la regresividad fiscal y la injusticia tributaria aumentado el IVA y poniendo más impuestos al consumo?; ¿o aprovechará la súper mayoría legislativa para realizar la postergada reforma fiscal progresiva donde “paguen más quienes tienen más”?. En este segundo caso tocaría poner impuestos directos al patrimonio de los más ricos, aumentar la renta empresarial y gravar las grandes transferencias financieras y los bienes y servicios de lujo.

    Sin embargo, nada indica que el oficialismo vaya a impulsar la necesaria reforma fiscal progresiva. En primer lugar, porque -a poco de cumplir tres años de su gobierno- Bukele no ha implementado ninguna medida que afecte a las grandes empresas, razón por la cual los principales grupos oligárquicos (Dueñas, Regalado, Kriete, Callejas) lo respaldan o conviven pragmáticamente con él.

    En segundo lugar, la perspectiva ultra neoliberal de Bukele empuja hacia mayores exenciones tributarias y otros beneficios fiscales a las grandes empresas como medida de atracción de inversiones. Por ejemplo, el mandatario proyecta crear la “Bitcoin City” que sería una zona económica especial libre de todos los impuestos y recientemente anunció la presentación de varias reformas legales para crear un “refugio de libertad” para los inversionistas, especialmente para sus amigos fanáticos bitcoiner.

    Lo anterior apunta a que la solución de la crisis fiscal que tomará el gobierno será incrementar los impuestos a la población y no a las grandes empresas. Y si lo hace aumentará el costo de la vida y la pobreza, afectará a las capas medias y agravará el sufrimiento de los sectores populares.

    Por eso es urgente que las organizaciones sociales y la población en general presionen al gobierno de Bukele para que la solución a la crisis fiscal no sea aumentar el IVA y otros impuestos a la gente, sino la reforma fiscal progresiva donde “paguen más quienes tienen más”.

  • Un país sin justicia social,  un país sin desarrollo humano

    Un país sin justicia social, un país sin desarrollo humano

    La justicia social es un deber del Estado para con la ciudadanía. En el primer numeral de la Constitución se describe a la persona humana como fundamento del Estado y se señala las responsabilidades básicas de este con los ciudadanos. Pese a ello, los políticos y los funcionarios apenas hablan de justicia social. Menos aún la empresa privada.

    Es un término constitucional casi olvidado, muy poco desarrollado en las leyes y en las instituciones públicas de El Salvador. En el siglo XIX, cuando se acuñó el concepto, la justicia social se definió como el establecimiento de la igualdad para todos los seres humanos en los derechos básicos que se desprenden de la dignidad de la persona. Tal como se le lee en el documento fundacional de la OIT, “La paz universal y permanente solo puede basarse en la justicia social”.

    Al ser la justicia social una obligación constitucional del Estado salvadoreño y un derecho de cada ciudadano, resulta necesario corregir la desigualdad de acceso a los derechos básicos. ¿Todos los salvadoreños tienen el mismo derecho a la salud? Es evidente que no. La existencia de dos sistemas públicos de salud con diferente capacidad de atención y cuido muestra que en este derecho básico hay desigualdad.

    Con respecto a las pensiones, la cuestión es aún más grave: tres cuartas partes de la población está excluida de ese servicio. Por otra parte, una alta proporción de los estudiantes no termina el bachillerato y la baja calidad de muchos institutos y colegios priva a un buen grupo de jóvenes de una formación adecuada.

    Además, es obligatorio preguntarse si es justo que el Estado pague a algunos de sus funcionarios el equivalente a 20 salarios mínimos. Si el Estado se ciñera a la justicia social que le exige la Constitución, esa exhibición de desigualdad sería imposible.

    La creencia de ser superior a otras personas, y por tanto con mayores derechos, está culturalmente muy incrustada en las élites salvadoreñas. Los altos salarios estatales y los variados sobresueldos, aunque legales, son socialmente injustos, violan un principio constitucional.

    Igual sucede con una ley de impuestos que permite acaparar mucha riqueza mientras otros ciudadanos, con los mismos derechos, pasan hambre. La indiferencia y desprecio de las élites a la justicia social es, entre otros factores, una de las causas de que con tanta facilidad los políticos violen la Constitución de la República y haya tanto beneplácito ante la adopción de medidas populistas.

    En 1931, el papa Pío XI decía que la distribución de la riqueza debía regirse por los principios de la justicia social. El destino universal de los bienes y, por tanto, el acceso a ellos tiene prioridad sobre la propiedad privada. No la excluye, pero la pone al servicio de que todos tengan al menos la posibilidad de satisfacer sus derechos básicos y desarrollar plenamente sus capacidades.

    Acaparar y despojar son correlativos. La justicia social habla de otra cosa: satisfacción plena de los derechos. El derecho a la libertad de empresa no puede estar por encima de los derechos de la gente, ni de la dignidad de los pobres, ni del respeto al medio ambiente. Sin justicia social no hay desarrollo equitativo y sostenible.

    (Editorial UCA)

  • Editorial ARPAS: el desafío de seguir luchando

    Editorial ARPAS: el desafío de seguir luchando

    El sábado pasado se cumplieron veintiocho años de la fundación de ARPAS, la coordinadora nacional de medios comunitarios del país. Veintiocho años de lucha por democratizar la palabra y darle voz especialmente a aquellos sectores de la población que no han tenido acceso a otros medios de comunicación.

    El 26 de febrero de 1994 un grupo de radios creadas por comunidades rurales repobladas y otras que había surgido en contextos más urbanos se juntaron para crear un espacio común de articulación de esfuerzos para el fortalecimiento de sus proyectos de comunicación alternativa, buscar acceso a frecuencias del espectro radioeléctrico e incidir en la democratización del modelo mediático salvadoreño.

    Los últimos dos objetivos -obtener frecuencias y democratizar el espectro radioeléctrico- pronto se vio truncado con la aprobación de una Ley de Telecomunicaciones que ni siquiera reconoció a los medios comunitarios y favoreció únicamente a los grandes medios corporativos que promueven una visión comercial de la comunicación.

    Fue hasta veinte años después, en mayo de 2016, que se aprobó un pliego de reformas a Ley de Telecomunicaciones que incorporó a los medios comunitarios y estableció el concurso como mecanismo alternativo a la subasta para asignarles frecuencias. La reforma también modernizó y actualizó la ley en varios aspectos técnicos, administrativos y financieros del trabajo de la Superintendencia General de Electricidad y Telecomunicaciones (SIGET).

    El acceso a las frecuencias y la democratización del espectro, sin embargo, siguen pendientes casi seis años después de aprobadas las referidas reformas, debido a la falta de voluntad política del gobierno anterior y del actual.

    Lo confirman las resoluciones negativas en todos los concursos de frecuencias para medios comunitarios realizados hasta ahora. Recientemente SIGET negó el otorgamiento de frecuencias a Radio Mangle, alegando que ésta “no cumplió todos los requisitos” y que “la calificación de su proyecto resultó muy baja”, aún cuando no se presentó ningún otro concursante.

    A esto suma el retraso en la renovación de la concesión de varias de las fragmentaciones de la frecuencia 92.1.FM y el cierre de las radios Fonseca, Copinula y La Voz de Mi Gente a inicios del año pasado, con el pretexto de que “no estaban autorizadas para transmitir”.

    Finalmente, hace un par de semanas se conoció una propuesta de reformas presentadas por el gobierno, la cual incluye varios aspectos dudosos y preocupantes que significarían un retroceso con respecto a las históricas reformas de 2016. Uno de estos es la mezcla o confusión de la subasta y el concurso, que pondría  nuevamente en desventaja a los medios comunitarios frente a los privado-comerciales.

    Todo lo anterior plantea a ARPAS y sus radios comunitarias asociadas el desafío de seguir luchando por la democratización de la palabra.

  • Editorial UCA: Sin alternativas

    Editorial UCA: Sin alternativas

    Todo Gobierno se desgasta políticamente con el paso del tiempo. Aunque el de Bukele todavía mantiene altos índices de respaldo social, los signos de desgaste ya son evidentes. Lenta pero gradualmente la población se va desencantando de las promesas que en un inicio entusiasmaron, pero que hoy contrastan con la realidad diaria. Cada vez más gente cae en cuenta de las negativas implicaciones de dejar la suerte del país en manos de un muy reducido grupo de clara tendencia autoritaria. Frente a lo que pasa en El Salvador, hay al menos cuatro tipos de personas.

    Por un lado, las que gracias a la propaganda del mandatario han establecido un vínculo emocional con él que les impide ver los signos antidemocráticos, la corrupción y la falta de humanismo del régimen. Para ellos, todo lo que venga del presidente y de quienes le rodean —sin importar la trayectoria y catadura moral de estos— debe ser respaldado, porque persigue el bien del país. Según las últimas encuestas, este grupo sigue siendo mayoritario, pero su tamaño se ha reducido. Un segundo tipo es el de las personas pasivas: las que observan lo que pasa, se dan cuenta de que el país no va por buen camino, saben que los pronósticos económicos no son halagüeños, están en contra de muchas medidas gubernamentales, pero no hacen ni dicen nada. Muchos no quieren expresarse o comprometerse por temor a represalias mediáticas o laborales. De este modo, por omisión, terminan avalando las actuaciones de Bukele y sus funcionarios.

    El tercer grupo es el de los que activamente alertan sobre la situación y resisten la embestida autoritaria. Estas personas expresan su descontento, protestan en la calle, se movilizan para hacer sentir su oposición, pero aún no tienen una propuesta o alternativa ante el estilo autoritario de gobernar. Su afán es resistir hasta que pase la tormenta. Finalmente, el cuarto tipo es el de quienes se oponen a lo que está haciendo el Gobierno, desaprueban la actitud del presidente, lo denuncian y buscan alternativas para que el país se enrumbe en un camino más prometedor, más democrático, inclusivo y humano.

    Aunque todavía faltan dos años para las elecciones generales de 2024, el régimen ya está en campaña. El ejemplo más claro es el perfil partidario de la Dirección de Obras Municipales (DOM), una artimaña diseñada para restarle alcaldes a los otrora partidos mayoritarios. Algunos sectores descontentos con el Gobierno también tienen puestos sus ojos en 2024. Unos proponen crear nuevos partidos o reciclar los existentes; otros buscan posibles candidatos o candidatas. Tienen en común su oposición a que se consolide un régimen autoritario, pero poco más. Y en los dos años que le restan a la administración de Bukele, pueden pasar muchas cosas, demasiadas.

    De cara al bien del país, el primer paso es contar con una propuesta que beneficie a la mayoría de la población y tenga en su centro los derechos humanos y la justicia social. Cuando se actúa con el único interés de salir de un problema, se corre el riesgo de crear otro igual o peor, tal como sucedió en Guatemala con la elección de Alejandro Giammattei. Es fundamental tener claro qué se ofrece o busca como alternativa a lo que hay, y actuar de manera coordinada, superando las diferencias sectoriales y los esencialismos. La dispersión solo favorece a quien ostenta el poder. Sin un proyecto claro y unificado, difícilmente cambiarán las cosas.

  • La cantaleta

    La cantaleta

    Todas las fechas que el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, y sus más altos funcionarios anunciaron como punto de partida de una eventual invasión militar de Rusia contra Ucrania se vencieron, sin que un solo soldado o tanque de Moscú haya cruzado la línea de demarcación.

    Por: Guillermo Alvarado

    Más aún, el presidente Vladimir Putin anunció que una vez terminados los ejercicios militares realizados en esa zona, sus tropas comenzaron a retirarse a sus cuarteles de manera gradual y escalonada, según corresponde a sus propios programas y no a un calendario impuesto desde Washington.

    La cantaleta de la Casa Blanca, sin embargo, se mantiene intacta y el fin de semana Biden volvió, una vez más, a anunciar la “inminente” operación militar rusa, sólo que esta vez acompañada de irresponsables provocaciones que incrementaron la tensión.

    Entre ellas la más peligrosa es el inicio de una ofensiva contra las zonas de Ucrania que auto proclamaron su independencia, Lugansk y Donetsk, donde fue necesario evacuar a miles de civiles, hombres mujeres y niños, hacia la vecina Rusia para proteger su vida y su seguridad.
    A la vez el presidente ucraniano, muy cercano a Estados Unidos, Volodymyr Zelensky, exigió que se acelere el proceso de adhesión de su país a la OTAN, a sabiendas de que la expansión de la organización guerrerista hacia las fronteras con Rusia es el meollo del conflicto.

    En las últimas tres décadas esa alianza militar pasó de 16 a 30 miembros, muchos de ellos que formaban parte de la antigua Unión Soviética y hoy son vecinos del territorio ruso, violando así compromisos internacionales.

    Los reclamos de Moscú de que se garantice su seguridad y cese esta aproximación bélica hacia sus límites soberanos fueron desoídos por Estados Unidos y la Unión Europea y precisamente esa es la fuente de la actual crisis en esa región.

    Resulta increíble que los miembros del mecanismo integrador del viejo continente no se hayan dado cuenta, o no les importe, lo que es peor, de que si se desata la guerra que desea Washington, esta se librará en su territorio y les tocará a ellos poner los muertos y el sufrimiento.

    La Casa Blanca demostró en Corea, Vietnam, Iraq y Afganistán que no le importa perder algunos miles de sus soldados, que son hijos de obreros y de las minorías étnicas, nunca de los millonarios y oligarcas, pero los europeos parecen olvidar el terror de las dos matanzas universales del siglo pasado.

    En sus cálculos bélicos Biden parece estar basado en la falsa premisa de que los ramalazos de la guerra no llegarán a su país, pero esta vez podría estar brutalmente equivocado.

  • Editorial UCA: El orden querido por Dios

    Editorial UCA: El orden querido por Dios

    Monitorear el acontecer nacional lleva una y otra vez a una realidad marcada por la violencia, expresada tanto en los homicidios y las desapariciones como en la dinámica de las relaciones interpersonales ante situaciones de conflicto.

    Una violencia que forma parte de la cultura machista profundamente enraizada en la sociedad salvadoreña; tan arraigada que ya se considera natural. La violencia y el machismo son parte de los elementos estructurales que condicionan a nuestra sociedad, causan un profundo daño a sus miembros e impiden el desarrollo humano.

    Actuar con violencia no se limita a causar daño físico a otra persona. También es imponer a la fuerza una idea o una forma de pensar, ser indiferente ante el sufrimiento y las necesidades de los demás, despreciar a otros. Violencia es todo aquello que le impide a las personas desarrollar a plenitud su potencial y vivir de forma fraterna y armónica con sus semejantes. El papa Pablo VI, hace ya 55 años, afirmó que el desarrollo integral de la persona y los pueblos es el nuevo nombre de la paz, pues ambos factores están interrelacionados: “Combatir la miseria y luchar contra la injusticia es promover, a la par que el mayor bienestar, el progreso humano y espiritual de todos, y, por consiguiente, el bien común de la humanidad. La paz no se reduce a una ausencia de guerra, fruto del equilibrio siempre precario de las fuerzas. La paz se construye día a día, en la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta entre los hombres”.

    La sociedad salvadoreña está lejos de ese orden querido por Dios, en el que, como señala Pablo VI, todas las personas puedan aspirar a su legítimo deseo de “verse libres de la miseria, hallar con más seguridad la propia subsistencia, la salud, una ocupación estable; participar todavía más en las responsabilidades, fuera de toda opresión y al abrigo de situaciones que ofenden su dignidad de ser humano; ser más instruidos;(…) y los pueblos aspiran a la necesidad de añadir a esta libertad política un crecimiento autónomo y digno, social no menos que económico, a fin de asegurar a sus ciudadanos su pleno desarrollo humano y ocupar el puesto que les corresponde en el concierto de las naciones”.

    En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2022, el papa Francisco propone tres caminos para conseguir y mantener la paz, o en otras palabras, tres caminos que conducen hacia ese desarrollo integral al que aspira toda persona: el diálogo intergeneracional, la educación y el trabajo. Pareciera que al escribir su mensaje el papa hubiera pensado en El Salvador, señalándonos el camino a seguir para superar la violencia, el desempleo y los profundos déficit de la educación.

    Para el papa, “dialogar significa escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y caminar juntos”. El diálogo busca, pues, el entendimiento, la comprensión, la construcción de algo nuevo que surge de poner en común diversas ideas o posiciones, para avanzar hacia un futuro mejor. Una dinámica que debe ser incluyente: “Los procesos de construcción de la paz no pueden prescindir del diálogo entre los depositarios de la memoria ?los mayores? y los continuadores de la historia ?los jóvenes?; tampoco pueden prescindir de la voluntad de cada uno de nosotros de dar cabida al otro, de no pretender ocupar todo el escenario persiguiendo los propios intereses inmediatos como si no hubiera pasado ni futuro”.

    Y tan importante como el diálogo es ofrecer a la población una educación que haga “a la persona más libre y responsable” y sea la “base de una sociedad cohesionada, civil, capaz de generar esperanza, riqueza y progreso”. Por ello, nos dice el papa, invertir “en la educación de las jóvenes generaciones es el camino principal que las conduce, por medio de una preparación específica, a ocupar de manera provechosa un lugar adecuado en el mundo del trabajo”.

    Por último, Francisco llama a reconocer la importancia del trabajo para la plena realización de la dignidad humana, en tanto que “es expresión de uno mismo y de los propios dones, pero también es compromiso, esfuerzo, colaboración con otros, porque se trabaja siempre con o por alguien. En esta perspectiva marcadamente social, el trabajo es el lugar donde aprendemos a ofrecer nuestra contribución por un mundo más habitable y hermoso”. De ahí la vital necesidad de garantizar el acceso a un trabajo “en condiciones dignas y decentes, orientadas al bien común y al cuidado de la creación”.

    Para el papa, toda persona tiene la obligación de ser artesana de la paz para “la construcción de un mundo más pacífico: partiendo del propio corazón y de las relaciones en la familia, en la sociedad y con el medioambiente, hasta las relaciones entre los pueblos y entre los Estados”. Ojalá El Salvador atendiera ese llamado; en particular, aquellos que obcecada y estratégicamente insisten en sembrar discordia, odio, división.

  • Opinión UCA: Ausencia de planificación

    Opinión UCA: Ausencia de planificación

    Todo país que quiere un futuro digno lo planifica con base en la realidad. Y puesto que la capacidad de acceder a datos objetivos ha aumentado enormemente en esta época, la dificultad de dicha planificación radica más bien en encontrar la voluntad de reflexionar adecuadamente sobre las cifras y estudios con los que se cuenta.

    En el caso de nuestro país, abundan los datos sobre la economía, la productividad, la población, los recursos naturales, el mercado laboral y las necesidades educativas. Pero se suele rehuir el estudio de la realidad, prefiriendo prometer y presentar renders de un futuro espléndido sin considerar costos y beneficios. La represa de El Chaparral es un ejemplo. Anunciada a un costo de poco más de 200 millones de dólares, terminará requiriendo el triple. La rentabilidad de la obra quedó en el área de los sueños: pura imaginación.

    Sobre todo en lo relativo al desarrollo y la protección social, la planificación nacional es prácticamente inexistente. Una buena muestra se encuentra en el tema del envejecimiento de la población. Los cálculos de la Cepal sobre el incremento de la población adulta mayor en los próximos decenios deberían ser motivo de alerta y de acción. Según el censo de población, en 2020 había un poco menos de 800 mil personas mayores de 60 años; en el año 2050, afirma la Cepal, habrá un millón y medio de personas con esa edad.

    Pese a que ese aumento de la población adulta mayor generará nuevas necesidades y problemas, la ausencia de pensamiento y de planificación al respecto es notable. En la actualidad, solo un 25% de la población mayor de 60 años tiene pensión. La Cepal calcula, basándose en datos oficiales, que el porcentaje de mayores de 60 años con discapacidad severa es del 13.2%. En otras palabras, unos 100 mil ancianos padecen un nivel de incapacidad que necesita cuido; dentro de 30 años serán 300 mil.

    Los datos disponibles son suficientes para planificar un sistema de pensiones y una economía del cuido que contribuyan a solucionar los problemas que se derivarán del escenario que se avecina. Por desgracia, es casi seguro que nada se hará. La mayoría de quienes tienen dinero velan en exclusiva por sus inversiones y ganancias; los políticos, por la permanencia en el poder. Y cuando miembros de la sociedad civil critican esa incapacidad gubernamental de pensar el futuro y esa tendencia de los poderosos a centrarse solamente en sus intereses, se les ignora o se les ataca sin tregua, buscando desprestigiar a quien alza la voz.

    Si no se planifica el futuro, no habrá salida a la violencia, la marginalidad, la corrupción y la vulnerabilidad. La planificación requiere transparencia, realismo y participación ciudadana. Sin ello, los proyectos gubernamentales se reducen a puras promesas o especulaciones. Los pequeños avances que El Salvador ha logrado hasta el presente han tenido como base el diálogo, el estudio y la información. Dejar a un lado ese camino solo llevará al fracaso.

  • La desaparición de personas: amenaza a la vida y seguridad de la población salvadoreña*

    La desaparición de personas: amenaza a la vida y seguridad de la población salvadoreña*

    Por: Saúl Baños*

    Hay datos que dan cuenta que entre 2002 y 2004 se inició con las prácticas de fosas o cementerios clandestinos en la historia reciente de El Salvador. Uno de los primeros casos que acaparó la atención mediática, fue el hallazgo en 2005 de los cuerpos de varias personas en un cementerio clandestino de la Comunidad Iberia, de San Salvador.

    Entre 2005 y 2013 la Fiscalía General de la República reconoció haber trabajado en alrededor de 80 cementerios clandestinos, mientras que entre 2014 y 2016 las autoridades identificaron 158 cementerios clandestinos donde yacían cuerpos de centenares de víctimas, muchas de las cuales habían sido reportadas previamente como desaparecidas. Alrededor del 70% de estos sitios fueron localizados con el apoyo de pandilleros a quienes se les otorgó el criterio de oportunidad.

    Esa oprobiosa práctica, lamentablemente, no se ha podido controlar por los distintos gobiernos hasta llegar al actual.

    Las autoridades se han venido negando a revelar el número de cuerpos que han sido exhumados en las fosas encontradas en los casos de Chalchuapa, que se conoció en 2021; y en los casos más recientes como el de la fosa encontrada en el municipio de El Paisnal, departamento de Chalatenango; y también el del municipio de Nuevo Cuscatlán.

    Este último caso se conoció desde el año pasado y las investigaciones han trascendido hasta el 2022. Un medio de comunicación publicó el viernes 4 de febrero de 2022 que en esa fosa había cerca de 26 cuerpos, esto según información brindada por el Ministro de Seguridad.

    Teniendo conocimiento de esta información, es válido preguntarse qué tan confiables pueden ser las cifras sobre homicidios que las autoridades están revelando.

    Por ejemplo, de acuerdo a datos proporcionados por la Policía Nacional Civil, en el mes de enero de 2022 se tuvieron 78 homicidios, y se dijo que la cifra era menor comparada con la que se registró en el mismo periodo de 2021, cuando hubo 115 homicidios. El mensaje que se manda desde la oficialidad es que el Plan Control Territorial es cada vez más efectivo.

    Pero ¿Qué tan confiables pueden ser esas cifras si se contrastan con estos casos de personas no identificadas encontradas en estas fosas?

    La respuesta obvia es que las cifras cambiarían, y por tanto, nos están dando información imprecisa, es decir que no es cierta.

    Incluso, se puede poner en tela de duda la frase con la que se asegura que en el país hay días con cero homicidios. Pues no hay que olvidar que ese slogan viene siendo usado desde allá por 2013 cuando el ahora presidente de la República era alcalde justamente de Nuevo Cuscatlán. Es de recordar que en enero de 2014 él tuiteó que en todo el 2013 hubo cero homicidios en ese municipio. Ahora vemos que como presidente ha retomado el mismo slogan pero lo aplica a todo el país diciendo que se tienen días con cero homicidios.

    Sin duda, el problema de la desaparición de personas es sumamente complejo y no va a desaparecer mientras el Estado no reconozca el fenómeno de las desapariciones de personas como una de las principales amenazas a la vida y seguridad de la población salvadoreña, y mientras no adopte una política nacional de prevención, búsqueda y reparación integral de las víctimas de desaparición. Además de la política, o como parte de ella, se deben tomar otras medidas como:

    Garantizar una investigación diligente, objetiva e imparcial que permita localizar e identificar a todas las posibles víctimas.

    Solicitar la asistencia técnica de entidades especializadas en materia forense, pues con tantos cuerpos encontrados en las fosas, es posible que el personal con que se cuenta no dé abasto y posiblemente no se estén siguiendo los procedimientos de manera adecuada.

    También, la Asamblea Legislativa debería retomar la discusión y el estudio de las diversas propuestas de Ley de Búsqueda de Personas Desaparecidas, presentadas recientemente, incluyendo la propuesta analizada en la legislatura anterior.
    En la discusión y formulación de la Ley de Búsqueda de Personas Desaparecidas debe ser considerada la consulta a los Comités y grupos de familiares de personas desaparecidas, organizaciones de derechos humanos, principalmente aquellas que atienden víctimas de la desaparición.

    Además, debería definirse una estrategia comunicacional que provea mecanismos de rendición de cuentas y transparencia a la opinión pública, a los medios de comunicación; en torno al avance y resultados de las investigaciones.

    En la medida en que no se reconozca el problema, su complejidad crecerá y su atención será mucho más difícil; así también crecerán las amenazas a la vida y seguridad de la población salvadoreña.

     *Abogado, Defensor de Derechos Humanos.

  • Editorial UCA: Hacia atrás

    Editorial UCA: Hacia atrás

    Es simple: sin transparencia no hay democracia. Aunque el derecho de acceso a la información pública sea más o menos reciente, su concepción siempre estuvo unida a la idea de democracia.

    Algunos teóricos ubican el origen de la transparencia en el siglo XVI, cuanto en Suecia se estableció que, como un derecho constitucional, los datos gubernamentales fueran hecho públicos. El término “gobierno abierto”, relacionado con la transparencia, se comenzó a usar en los años cincuenta del siglo pasado en Estados Unidos. En El Salvador, el derecho de acceso a la información llegó mucho después.

    En 2011 se aprobó la Ley de Acceso a la Información Pública, que fue catalogada como una de las mejores a nivel internacional. Casi dos años después se creó el Instituto de Acceso a la Información Pública. En pocos años, este derecho se fue haciendo parte de la cultura de la gestión oficial, pese a que la mayoría de la población no lo hiciera suyo de manera significativa. Muy pronto, la labor del Instituto se volvió molesta para los Gobiernos del FMLN, porque aquel procuraba hacer cumplir la ley cuando se declaraba, sin fundamentos, la reserva de alguna información.

    La democracia se distingue de los absolutismos, entre otras cosas, por el respeto a las libertades humanas y por perseguir el bien común. La democracia es incompatible con el secretismo de Estado porque el ocultamiento de la información buscan esconder que los funcionarios trabajan en beneficio de intereses particulares, no del general. Por ello, la transparencia se ha vuelto un presupuesto del Estado de derecho, en tanto que hace posible el control y la rendición de cuentas de todos los ámbitos de la gestión pública. A ningún régimen autoritario le conviene que la gente sepa cómo se manejan los asuntos públicos, porque la información es fuente de poder.

    Una ciudadanía informada se empodera para pedir que se le rindan cuentas. Por el contrario, una ciudadanía pasiva, que solo observa lo que hacen los gobernantes, facilita los actos de corrupción y la violación de sus mismos derechos. En este punto radica la defensa que hacen muchos políticos de la democracia representativa y el rechazo a la democracia participativa. La democracia representativa se basa en la creencia de que la población da una especie de cheque en blanco a los funcionarios que elige. Sin embargo, si bien la democracia se basa en la elección de representantes, estos no tienen un poder absoluto y deben rendirle cuentas a la ciudadanía que los eligió. La gente tiene el derecho y el deber de participar en la dinámica nacional exigiendo cuentas claras tanto del uso del dinero público como de las decisiones políticas que se toman.

    Los autoritarismos contemporáneos ocupan la democracia para llegar al poder. Una vez en él, apelan a la voluntad popular para hacer lo que quieren sin rendirle cuentas a nadie y destruir la misma democracia que les permitió ser elegidos. Es claro que El Salvador vive un grave retroceso en materia de transparencia y, por tanto, de democracia. Si algo caracteriza al ejercicio del poder en la administración actual es la opacidad en el manejo de los recursos públicos y en el proceso de toma de decisiones, la eliminación de los organismos de control del ejercicio del poder y un discurso que condena los vicios más rancios de la vieja política mientras en en la práctica se les repite e incluso supera.

    Una de las primeras víctimas del Gobierno de Bukele fue el Instituto de Acceso a la Información Pública. El presidente, a través del nombramiento de subalternos suyos, convirtió en un florero decorativo a la que fue una de las instancias protagónicas en el avance de la democracia. Después se trastocó el reglamento de la Ley de Acceso a la Información Pública a fin de, entre otras cosas, dar más poder al titular del Instituto y así obstaculizar el acceso a la información. La última estocada es desnaturalizar la misma ley, volviendo reservada la información que de oficio debe ser pública. Cuando ese paso se dé, no quedará nada de la ley que fue motivo de orgullo hace más de una década.

  • El Salvador: el populismo digital

    El Salvador: el populismo digital

    Daniel Bernabé. (RT).

    El miércoles 26 de enero Nayib Bukele, presidente de El Salvador, subió a su cuenta de Twitter un meme de Los Simpson para responder a la exigencia del FMI de eliminar el bitcóin como moneda de curso legal en su país. Cuando leo la noticia en este mismo medio lo primero que pienso es que demasiadas cosas están empezando a fallar a la vez. No concretamente con este mandatario y en este país centroamericano, sino en la propuesta de sociedad que se empieza a intuir en la tercera década del siglo XXI. Algo que podríamos describir con una idea tan directa como sencilla: cómo la industria tecnológica californiana desmembró el mundo. Para llegar de la anécdota a la conclusión, acompáñenme en este fascinante viaje.

    Como ya nos explicaron en Ahí les va, la administración Bukele, que da la sensación de ser un ente unipersonal, decidió de forma súbita y opaca aprobar en septiembre de 2021 la adaptación de la criptodivisa bitcoin como moneda de curso legal para El Salvador, convirtiéndolo en el primer país del mundo en llevar a cabo esta maniobra monetaria. Es decir, permitir pagar en comercios, cancelar deudas y fijar precios con la criptomoneda, incluso obligar a los trabajadores a aceptar sus sueldos en bitcoin, que acompañará al dólar como alternativa. Las razones de Bukele son atraer a los inversores y aprovechar mejor las divisas remitidas por los emigrantes salvadoreños en Estados Unidos, cantidad que asciende al 20% del PIB. Por detrás se abre la puerta a convertir el país en un paraíso fiscal indicado especialmente por las características del bitcoin para el lavado de dinero negro.

    La maniobra monetaria ha venido acompañada en estos meses de una fastuosa campaña de publicidad, donde Bukele se ha enfundado el traje de maestro de ceremonias, uno a medias entre el conferenciante TED y el vendedor de coches usados en Las Vegas, prometiendo incluso la construcción de una ciudad bitcoin. Sin embargo, el experimento no ha empezado con buen pie su andadura. La razón es que el desplome del bitcoin, un 10% de su valor la pasada semana, ha hecho perder a El Salvador una cantidad estimada en torno a los 22 millones de dólares. De ahí que el Fondo Monetario Internacional haya manifestado su preocupación por confiar en una criptodivisa, de naturaleza tan inestable, para situarla como moneda de curso legal.

    Suponemos que tras la desastrosa operación lo normal es que Bukele hubiera dado explicaciones en el Parlamento, no que se hubiera despachado vía Twitter para intentar zanjar el asunto, uno que perjudica a una población salvadoreña que en su gran mayoría no puede acceder a la criptomoneda ni por capacidad adquisitiva ni por carestía de medios tecnológicos. Pero estamos en el año 2022, donde lo normal empieza a ser una excepción. Este episodio nos resume varios elementos inquietantes: cómo los procedimientos democráticos son sustituidos por el populismo digital; cómo este populismo se ve acompañado de una cultura de exaltación del triunfo individualista tan falsa como errónea; cómo este escenario gira en torno a los nuevos métodos de especulación financiera; y cómo las instituciones internacionales, como el FMI, que durante las últimas décadas promocionaron el neoliberalismo, son incapaces ahora de controlar su último y más demente resultado. Algo se ha roto y a ver quién lo arregla ahora.

    Cuando hace década y media se empezó a implementar la web 2.0 nadie podía anticipar los resultados desastrosos que tendría para la democracia en todo el mundo. La idea era sencilla, transformar una web plana, de emisor y receptor definidos, en un entorno donde fuera el usuario quien lo construyera constantemente, mediante la interacción con otras personas a la vez que añadía su propio contenido. ¿Cuál era el motivo para este cambio? La rentabilidad. Se pasó de que la web albergara simples anuncios, como cartelería publicitaria situada a los lados de una autopista, a poder conocer al usuario mediante sus interacciones y gustos, es decir, obtener una ingente cantidad de datos a través de esa interacción. Datos valiosísimos ya que las empresas podrían conocer primero y moldear después a un consumidor que era inconsciente del juego en el que participaba.

    ¿Cómo millones de personas en todo el mundo empezaron a trabajar gratis para estas empresas de extracción masiva de datos? Llamándolas redes sociales, que situarían no sólo a ese usuario con otros de su afinidad, sino que le proporcionarían la recompensa psicológica del reconocimiento: millones de perros de Pavlov en busca del «me gusta» como galletita. ¿Cuál fue la lectura que a mitad de la década pasada se hizo de la web 2.0? Si valía para conocer e inducir a los consumidores, de la misma manera valdría para conocer e inducir a los votantes, con propuestas diáfanas, pero también con todo tipo de mentiras, ardides y engaños. El Brexit y Trump fueron sus primeros resultados, unos indisolubles de la entrada mundial en funcionamiento de Facebook en 2006.

     

    Este populismo digital, la vertiente política, necesitaba de un armazón cultural para desarrollarse como un proyecto ideológico, sino definido, sí reconocible. Es cierto que las redes sociales tuvieron una importancia notable en los movimientos de protesta contra la gran recesión de 2008. Tanto como que la propia evolución de esta forma de entender Internet llevó a la web 2.0 a buscar herramientas para que el usuario pasara más tiempo conectado, lo que supuso desarrollar contenedores de contenido más breve y fraccionado: frente a una interacción concreta y con un objetivo único, algo que siempre tiene un final, se pasó a la cascada constante de pequeñas píldoras sin fin ni coherencia. Lo que alrededor de 2011 podía aún valer como un cierto foro de debate público, en esta tercera década se ha vuelto óptimo para generar sesgos, prejuicios y desconcierto.

    Todo este armazón cultural del fraccionamiento y desorden se ha ido llenado con una semiótica indigente de memes con los que difícilmente se pueden transmitir ideas complejas, necesarias para la crítica, pero sí lugares comunes prestos a generar comunidad señalando a un enemigo, crear ideas basadas en falsedades o campañas de desprestigio usadas ya, indistintamente, del color político. En el ejemplo con el que hemos iniciado el artículo lo observamos a la perfección: frente a un hecho cierto, una operación económica lamentable, su responsable no da una explicación, aun de parte e interesada, simplemente contesta con una imagen descontextualizada que vale para expresar un sentimiento más que una idea y que es celebrada por miles de personas como válida por su capacidad de ocurrencia.

    La pandemia parece que ha potenciado esta dinámica digital. Pasar más tiempo en casa, aislados y con el móvil en la mano nos ha hecho consumir aún más horas de redes sociales y vídeo digital en directo, uno de escasa calidad en forma y contenido, pero que enlaza con los usuarios por la cercanía: a falta de amigos reales pasamos horas contemplando a amigos imaginarios con los que pretendemos identificarnos. Los streamers, evolución coronavírica del youtuber, precarizan aún más el mensaje y la estética visual, pero aportan el elemento de lo inesperado, bien comentando la partida a un videojuego, bien metiendo por medio todo tipo de opiniones perentorias sobre impuestos, política internacional o machismo. La rápida monetización de los primeros pioneros les crea una imagen de triunfadores que explotan, a menudo desde una escenografía falsa, como individuos triunfantes en lo económico y lo sexual, algo de rápida conexión con los jóvenes que, ausentes de un hilo con la cultura del siglo XX, desarrollan su ideología, sentimentalidad y afinidades en base a este escenario.

    ¿Qué hacía falta para acabar de completar la ecuación? Una propuesta económica acorde: la especulación mediante los sistemas de encriptación, la transformación del juego bursátil en algo aún más caótico y brutal. Las criptomonedas, pese a su nombre y pretensión, no tienen que ver con el concepto de moneda clásica, sino con bienes que pretendidamente escasos aumentan exponencialmente su valor mediante la especulación. Son la evolución natural de la economía financiera neoliberal a un estado pornográfico, donde ya no se busca el asiento o la correspondencia con un bien real. No hablamos de acciones de una empresa, de una moneda respaldada por la riqueza productiva de un Estado, ni siquiera de paquetes de activos que se referencian lejanamente en un fondo de pensiones o el mercado inmobiliario, sino de una virtualidad digital cuya única capacidad es poder asegurar su propiedad y transacción mediante un sistema sincronizado.

    Un sistema ineficiente en lo energético, ya que estas transacciones encriptadas requieren de una capacidad de procesamiento de datos ingente; altamente concentrado, el 1% de los usuarios realizan el 60% de las operaciones; enormemente opaco, ya que conocemos la operación pero nunca al operador, lo que lo hace óptimo para el blanqueo de capitales procedentes de lugares tan poco recomendables como el narcotráfico; y sin ningún beneficio social, ya que no produce nada, tan sólo especula, y está pensado por su descentralización para la evasión fiscal. No es que al FMI, institución de raigambre neoliberal, le preocupen las criptomonedas por estos parámetros, es que ve que son una manifestación tan incontrolable que su extensión y uso hace inestable al resto del sistema financiero.

    Los NFT, los bienes digitales no tangibles, son el acompañamiento a este mercado como el mundo del arte lo es para los inversores a la bolsa. Salvo que, en una pirueta absolutamente demencial, el arte aquí se ha convertido en cualquier contenido digital, en una impúdica admisión de que lo que importa no es el objeto sobre el que se vuelva la especulación sino la especulación en sí misma. Es decir, que ese meme, una imagen con extensión jpeg, que se encuentra replicado millones de veces por toda la red, pasa a tener un valor con el que especular una vez que se establece un certificado de supuesta autenticidad, propiedad y naturaleza única. Es la elevación al absurdo de especular con paquetes de deuda hipotecaria, pero funciona, hasta que, como en 2008, se pinche la burbuja y deje de hacerlo.

    Asistimos no sólo a una gigantesca operación especulativa, cuya única separación del fraude es la confianza de sus usuarios en la nada más absoluta, sino al complemento perfecto de todo el aparato político y cultural de lo digital. Ante una crisis pandémica sin precedentes, donde la economía real importó más que nunca, donde estamos comprobando la fragilidad de las cadenas de suministro, donde llegamos a ver pirateo aéreo entre países para apropiarse de los recursos sanitarios, el capitalismo ha reaccionado poniéndose a especular con memes de gatos, donde las redes sociales y los servicios de vídeo en directo sirven para replicar la fantasía y donde la cultura digital imperante del éxito individualista sirve de aliciente para que millones de incautos piensen que han encontrado el nuevo dorado. Es tan dramático como desesperante. Son los efectos de una tecnología que prometiendo en los noventa una revolución sin precedentes no ha fallado en sus vaticinios.

    No ha sido la revolución del conocimiento. Está siendo una revolución que pone en peligro la democracia, la economía, la cultura y nuestra propia conciencia como seres humanos. Seguramente nunca fue el objetivo de los simpáticos informáticos, la mayoría ex-hippies, que fundaron la industria tecnológica californiana. Seguramente ninguno de ellos tuvo en cuenta la magnitud potencial de lo que se avecinaba, sólo si podían llevarlo a cabo.

     

    Fuente: RT

  • Bukele debe eliminar el Bitcoin

    Bukele debe eliminar el Bitcoin

    El Fondo Monetario Internacional (FMI) instó nuevamente al presidente Nayib Bukele a eliminar el Bitcoin como moneda de curso legal, señalando “graves riesgos para la estabilidad financiera y la protección de los consumidores”.

    El llamado de dicho organismo financiero internacional coincide con la estrepitosa caída del cripto activo, que disminuyó su valor de 55,000 dólares a menos de 35,000, ocasionando a El Salvador pérdidas por unos 25 millones de dólares en solo cuatro meses.

    Ciertamente el bitcoin debe ser eliminado, no porque lo diga el FMI (que no es una instancia benéfica interesada en el bienestar del país y de gente); sino porque es una apuesta fracasada que solo genera pérdidas, incertidumbre y corrupción en el uso de fondos públicos que Bukele dispone desde su celular sin ningún control.
    Por algo la gran mayoría de la población lo rechaza: alrededor del 70% de los encuestados en el último estudio de opinión pública de la UCA, porcentaje que no ha variado desde que se aprobó la Ley del Bitcoin en septiembre del año pasado.

    Es probable que el Bitcoin también se use para ocultar dineros provenientes de la corrupción y otras actividades ilícitas o sirva como nuevo paraíso fiscal para grandes evasores de impuestos. Además de fraudes financieros y el robo de datos a través de la billetera digital “Chivo Wallet”.

    Bukele vendió el Bitcoin como panacea para resolver el problema de las finanzas públicas y atraer inversiones, por eso hasta ofreció construir una ciudad privada para los “bitcoiners” y anunció la emisión de bonos en bitcoin por 1,000 millones de dólares.

    El presidente debería ponerse serio, aceptar su fracaso y asumir que los problemas son más complejos de lo que él imagina y que no se resuelven inventando cosas mágicas o con propaganda. Y que la solución del déficit de las finanzas públicas no es imponer el uso de un activo digital que ni siquiera es moneda.

    Tampoco es solución el financiamiento del FMI que sólo busca asegurar que el país le pague su deuda y que se endeude más y -de paso- imponer su recetario fiscal neoliberal: subir el IVA, reducir pensiones, eliminar subsidios y reducir el “gasto público”.

    Ni siquiera lo son préstamos exprés que pudieran otorgar países con gobernantes autoritarios, a los que Bukele acuda para suplir la negativa del FMI y la inviabilidad de sus bonos en bitcoin.

    Como hemos dicho tantas veces en editoriales anteriores, la solución pasa por una profunda reforma tributaria progresiva donde “paguen más quienes tienen más”, a través de impuestos directos al patrimonio de los más ricos, a la gran ganancia empresarial, grandes transferencias financieras y a los bienes y servicios de lujo.

    Esto incluye también una persecución real a la evasión y elusión tributaria, desprivatizar las pensiones, renegociar la deuda externa, evitar la corrupción y reducir los gastos inútiles en propaganda, asesores y lobistas.

    Ojalá Bukele deje de jugar y asuma el rol que le corresponde como presidente.

    (Editorial Arpas)

  • Economía mundial tropiezo a tropiezo.

    Economía mundial tropiezo a tropiezo.

    Por: Guillermo Alvarado.

    La reactivación de la economía global tendrá que esperar aún más debido a la persistencia de la pandemia de covid-19, sobre todo por la acción de las variantes Delta y Ómicron del virus que incrementaron el número de enfermos y obligaron a retomar medidas de restricción en muchos países.

    Así lo advirtió el Fondo Monetario Internacional, FMI, en su más reciente informe sobre las perspectivas para 2022, donde reduce las proyecciones de crecimiento y advierte que la inflación se mantendrá elevada debido al incremento de los precios y las dificultades de abastecimiento.

    La economía mundial entró este año en una posición más débil de lo esperado, señaló ese organismo, sobre todo por la crisis sanitaria agudizada por Ómicron, que afecta el mercado laboral en sectores de servicios, como el turismo, restaurantes y bares.

    A ello se suman dificultades y tropiezos acumulados durante años anteriores y factores geopolíticos, como  los  problemas en Europa del Este, donde Estados Unidos y la OTAN alientan tambores de guerra contra Rusia que mantienen en vilo a los principales mercados financieros occidentales.

    Como consecuencia en 2022 el crecimiento del Producto Interno Bruto Mundial será de 4,4 por ciento, por debajo del 5,8 previsto con anterioridad.

    Con la excepción de Japón, este indicador será menor a las proyecciones hechas en diciembre, con más impacto en Estados Unidos, Alemania y China, en los dos primeros casos por la ruptura de las cadenas de abastecimientos y en el Gigante Asiático debido a la caída del mercado inmobiliario.

    El FMI hace una serie de recomendaciones para mejorar esta situación y la primera de ellas, vean ustedes, pareciera más de la Organización Mundial de la Salud que de un organismo multilateral de crédito.

    La condición fundamental para mejorar el desempeño económico pasa, según el Fondo, por “poner fin a las disparidades persistentes” en el acceso a las herramientas para combatir la covid-19, es decir, vacunas, pruebas, tratamientos y equipamiento protector.

    No es un consejo que deba caer en saco roto. En la actualidad los países ricos están cerca de inmunizar al 70 por ciento de sus habitantes, pero en el otro extremo, entre los más pobres, este indicador está por debajo de 4 puntos, lo cual implica que la circulación y las mutaciones del virus son altas.

    Hay otras acciones de tipo técnico que deben emprenderse para mejorar el empleo, combatir la inflación y garantizar el poder de compra de los salarios, pero al final todo se resume a una simple ecuación: si la pandemia empeora, nada mejorará en el corto plazo.

  • EDITORIAL UCA: Un malestar creciente

    EDITORIAL UCA: Un malestar creciente

    No siempre los problemas más grandes de un país son los más sentidos por su gente, así como no siempre los logros nacionales coinciden con los de cada familia o persona.

    Por ejemplo, en algunos períodos de la historia, la economía salvadoreña a nivel macro presentaba cifras exitosas mientras la mayoría de familias vivía en la pobreza. Sin embargo, a veces coinciden. Según los resultados de la última encuesta del Iudop, el principal problema del país es también el principal flagelo de las familias salvadoreña: la precariedad de la economía.

    Para el 43% de la población, el principal reto de El Salvador tiene que ver con la situación económica (desempleo, alto costo de la vida y pobreza). El porcentaje se eleva hasta el 54.6% cuando la gente responde cuál es el principal problema que le afecta a su familia. La situación económica es también la principal preocupación de la gente. Un 56.2% cree que el aumento al salario mínimo ayudó poco o nada a aliviar la economía familiar y un 63.5% opina que en 2021 la economía siguió igual o empeoró con respecto al año 2020.

    Lo que más reciente el bolsillo de los salvadoreños es el alto costo de la canasta básica. 93 de cada 100 encuestados creen que aumentó en 2021; en particular, 79 de cada 100 piensan que se incrementó algo o mucho. Esta problemática está amarrada a la principal política económica del país. Cuatro meses después de haberse implementado la circulación del bitcóin, 70 de cada 100 personas le tienen poca o ninguna confianza; 76.4% piensa que la economía sigue igual con la introducción de la criptomoneda y 11.1% piensa que ha empeorado.

    En la encuesta, más de la mitad de la gente dijo que había bajado la billetera electrónica gubernamental solo para canjear los 30 dólares de bienvenida. Con respecto al bitcóin, el punto en que hay más unanimidad es en que su uso debe ser voluntario: así lo cree el 97.5% de los encuestados. La gente no está en contra del bitcóin per se, sino de su imposición y de que se utilice dinero público para comprarlo.

    Desde la perspectiva de los ciudadanos, el otro gran problema del país es la inseguridad y la criminalidad. Aunque la población tiene una opinión muy favorable sobre el rol de la Policía y del Ejército en el combate a la delincuencia, reconoce que este problema se les escapa de las manos. En comparación a 2020 y 2019, más gente se siente insegura. En 2020, 63% de los encuestados creía que la delincuencia había bajado; en 2021, el 40.2% de los encuestados opinó así. Asimismo, menos gente cree que el Plan de Control Territorial ha ayudado a recuperar las localidades. En 2020, 30% de los encuestados dijo que el Plan de Control Territorial ayudaba poco o nada a recuperar los territorios, mientras que en 2021 ese porcentaje llegó al 42%.

    El pueblo salvadoreño no la está pasando bien. La vida se le hace difícil tanto por la situación económica como por la delincuencia y la violencia. Por eso no es tan optimista como hace un año. Solo una tercera parte (33.9%) cree que la situación económica nacional mejorará en 2022; el 61.9% cree que estará igual o peor. Por otra parte, 73% piensa que la situación política estará igual o peor este año y el 60% piensa lo mismo con respecto a la economía de su familia.

    A pesar de este realismo y de lo difícil de la situación, 66 de cada 100 encuestados sienten esperanza cuando piensan en el futuro. En general, la gente sigue apostando por el país y espera que los grandes problemas comiencen a resolverse de una vez. El Gobierno de Bukele goza del respaldo de la mayoría de la población a pesar de que esta todavía no ve cambios concretos. Si muchos salvadoreños siguen creyendo es porque esperan que esos cambios se den. Si ello no sucede, no habrá estrategia mediática capaz de contener el malestar ciudadano. Un malestar que, como muestran los datos, va creciendo.

  • La destrucción del diálogo

    La destrucción del diálogo

    Las actitudes y procedimientos de quienes tienen el monopolio del poder político se han dirigido a reventar los Acuerdos de Paz. Llamarlos “pacto de corruptos”, sustituir el día dedicado a recordarlos por un teórico día de las víctimas, apostar por un país gobernado desde el autoritarismo, sin búsqueda de consensos, es romper con una historia en la que, incluso con sus dificultades, el diálogo era fundamental a la hora de construir futuro.

    En las discusiones de otros tiempos se argumentaba con el cumplimiento o incumplimiento de algunos aspectos importantes de los Acuerdos. Hoy, desde la base propagandística de un presidente que dice ser capaz de alcanzar un futuro tan justo como maravilloso, se busca barrer con todo lo anterior como si el pasado fuera un mal absoluto.

    Los Acuerdos de Paz tienen dos aspectos que debemos considerar. El primero, el espíritu que los alentó: la convicción de que los problemas, por graves que sean, se solucionan mejor desde el diálogo que desde la fuerza bruta. La Iglesia fue promotora e inspiradora de ese espíritu. Aunque buena parte de él se mantuvo, hay que reconocer que en algunos momentos se le traicionó; por ejemplo, en la elección de funcionarios gracias a componendas y reparto de cargos. A pesar de eso y de las tendencias autoritarias de los sucesivos Gobiernos, el espíritu de los Acuerdos permaneció como una especie de barrera contra los abusos de la fuerza bruta.

    El segundo aspecto son los acuerdos concretos, redactados y firmados en Chapultepec. Algunos se cumplieron bien; otros, a medias; y algunos cayeron en el olvido o se violaron. Y fue precisamente el no pleno cumplimiento, junto con las negociaciones de los partidos repartiéndose cargos y siendo permisivos con la corrupción, lo que provocó un fuerte cansancio en la población y posibilitó el triunfo electoral de Nuevas Ideas. Ese triunfo electoral masivo podría haberse aprovechado para recuperar el espíritu de los Acuerdos e impulsar un ambiente de armonía social, pero la nueva élite en el poder ha preferido el autoritarismo y la arbitrariedad, fomentando una división que en el mediano o largo plazo se revertirá contra el afán de control gubernamental. De hecho, ya se advierte un crecimiento de la oposición, aunque esta aún no tiene mucha coherencia interna.

    Con su propaganda, prepotencia y negativa al diálogo, el Gobierno de Nayib Bukele está creando, en general, más desacuerdos que acuerdos. Ha entrado en tal derrotero de polarización y agresividad que, por mucho que multiplique sus gestos espectaculares, no conducirá a nada bueno. Hay temas de país que el Gobierno ha orillado. La lucha contra la pobreza, la reforma fiscal, la conservación del medioambiente y el respeto a los derechos humanos son cuestiones que debían ser de diálogo permanente. Pero un gran número de funcionarios han demostrado en la práctica que saben poco o nada de estos temas. Aunque no quieran celebrar el aniversario de los Acuerdos de Paz, ojalá el espíritu de estos les ayude a salir de la actual ebriedad del poder y a reflexionar sobre la importancia y urgente necesidad del diálogo en la vida social y política de El Salvador.

    Editorial UCA

  • Hablemos de esperanza

    Hablemos de esperanza

    Feliz año. Resistamos. No permitamos que nos quiten la alegría, ni los ánimos de luchar. Construyamos la alternativa para la esperanza.

    Por: Walter Raudales*

    Es en esta oscuridad, en este reino de mentira, en donde debemos resurgir con la esperanza de la luz y la verdad. Tenemos que aprovechar esta incertidumbre, este vacío, este sin sentido, para sobre las ruinas de lo que queda de democracia, reconstruirnos.

    Es en este entorno de pobreza, desempleo, sin futuro, en donde se vuelve más urgente hablar de esperanza soñando con un mundo más justo, alegre y humano.

    No es fácil mantenerse con ilusiones, con propuestas, constructivo y hasta positivos cuando el entorno y el desastre de la clase gobernante, lo enturbia.

    Por ello les incito a seguir soñando, hablando de esperanzas, construyendo alternativas, hay que abrir caminos y recorrerlos.

    De lo que queda, de las ruinas, hay que reconstruirnos a base de solidaridad, soñando una sociedad y un país que no dependan de individualidades autoritarias.
    En El Independiente anunciaremos en enero del 2022 una propuesta de alternativa y la someteremos a debate, a una construcción común.

    Les deseamos lo mejor en el año que viene. Y mientras otros siguen lanzando odio, nosotros seguiremos construyendo esperanza, pues como personas de FE sabemos que el espíritu de Dios permanece en quienes construyen paz.
    El deseo del equipo de El Independiente es que nuestros lectores estén con paz y bien.

    En un país lleno de odio, como el nuestro, entre oscuridad y corrupción, resulta difícil encontrar una luz de esperanza.

    Pero los incorruptibles, los que amamos la República y la familia, confiamos en que el mismo Dios que vino hace más de 2,000 años será el justo juez que pondrá a los malos donde corresponde.

    Así que construyamos ya una Nueva Alternativa, sin perder la esperanza que nuestro DIOS supremo así como vino a liberarnos de nuestros pecados nos librará de la peste de la corrupción y de estos sinvergüenzas que hoy gobiernan.

    *Director de El Independiente.

  • Edición número 1000 de El Independiente. Celebración postergada

    Edición número 1000 de El Independiente. Celebración postergada

    Usted tiene en sus manos la edición número 1000 de El Independiente, es una alegría inmensa, pues significa: VENCIMOS, SOBREVIVIMOS, RESISTIMOS Y SEGUIMOS.

    Por: Walter Raudales*

    Desde aquella edición 1, el 24 de enero de 2005, con portada de un aniversario más de la firma de los Acuerdos de Paz, éramos un manojo de ilusiones. Sorteamos infinitas vicisitudes, agitadas tormentas, fuimos presa de la mentira y el engaño, y aprendimos mucho, porque lo más valioso del camino es el aprendizaje para seguir caminando.

    No es fácil hacer un balance de 16 años, pero nos pasó de todo, desde lo más sublime hasta lo más nefasto. Hubo épocas de entusiasmo y otras de enorme desengaño. Motivados por los cambios políticos en el país decidimos, en abril del 2009, convertirnos de Semanario en Diario, pero un año después, convencidos de la infamia del gobernante impostor, debimos regresar a nuestra edición semanal y ahí nos mantuvimos y seguimos librando mil batallas.

    ¡Quién iba a creerlo que sobreviviríamos! Nadie. Nos hicieron malos augurios y pésimas profecías. ¿Cómo es que va a existir un periódico que subsiste sólo con los ingresos de las suscripciones? Nos decían y vaticinaban un par de edición más para el colapso. Pero aquí estamos VIVOS y CAMINANDO, PROCLAMÁNDONOS VICTORIOSOS PORQUE SEGUIMOS CAMINANDO.

    Pasamos muchos vituperios y calamidades, y también buenos momentos, hemos ido adaptándonos a los nuevos tiempos, El INDEPENDIENTE cuyo primer eslogan fue “Un periódico para el cambio social”, evolucionó a “Más que periodismo” hasta combinarlo ahora con “Multimedia”.

    La pandemia nos apresuró a enfocarnos en la versión digital, formato que cada día alcanza más y más lectores adentro y afuera del país, hasta obligarnos a reinventarnos y construir la versión radial del periódico. Así surgió, en plena pandemia, El INDEPENDIENTE RADIO en la frecuencia 106.9 FM con retransmisión en redes y en podcast. Aumentando exponencialmente nuestros lectores, cibernautas y oyentes.

    Desde nuestro origen le hemos apostado a responder dos preguntas: ¿Qué está pasando? Y ¿Por qué están pasando las cosas? La búsqueda de respuesta nos lleva de la mano constante de la información, el análisis, la interpretación de los acontecimientos y a tomar en cuenta, siempre, la participación ciudadana, que nos sirve de brújula en lo que hacemos, decimos y pensamos.

    En el camino siempre van quedando amigos, verdaderos hermanos, cuyo espacio no es fácil llenar. Del equipo de distribución extrañamos a Eduardo Ramos (a quien cariñosamente llamaba Hormiga) que mientras repartía periódicos a suscriptores tuvo un fatal accidente que le dejó inconsciente y paralítico por 4 años hasta morir recientemente; del mismo modo al buen amigo Jonathan Blanco, repartidor de periódicos a puestos de venta en la zona del Centro de San Salvador, en plena cuarentena no sobrevivió el virus del Covid19.

    Muchos pasaron por la escuela de la redacción de El Independiente, en donde potenciamos, y lo seguimos haciendo, la creatividad y la honestidad intelectual, de tantos que pasaron haríamos una buena lista, muchos ahora exitosos en sus nuevos trabajos, buenas personas unos y otros fundidos en el fango de la traición.

    Como en todo proyecto siempre hay altos y bajos, ahora recuerdo con prístina claridad cómo comunidades enteras lo tomaban de referencia e incluso hasta de debate en su formación humana, política y en algunos casos cristiana.

    Recibimos apoyo voluntario, que aún mantenemos, de destacados profesionales de distintas partes del mundo para darle altura, respeto y coherencia a nuestras secciones, por ejemplo: el Dr. Elio Masferrer Kan, de la ENA-INA de México (Escuela Nacional de Antropología) experto en antropología de las religiones que edita nuestra sección Creencias, una de las más leídas y consultadas por nuestros lectores digitales; también el Dr. Manuel Alcántara, politólogo de la Universidad de Salamanca, España, quién nos comparte regularmente sus lecturas políticas de Iberoamérica y nos da luces sobre esos intrincados caminos del poder; así mismo Marcelo Valko, psicólogo argentino, docente universitario, especialista en etnoliteratura y en investigar el genocidio indígena, autor de numerosos textos y que en El Independiente nos ilustra, en la sección cultural, con una visión diferente a la del pensamiento dominante sobre las luchas de los pueblos originarios.

    Mención aparte, en esta edición 1000, merece el líder sindical salvadoreño Roger Gutiérrez de FEASIES (Federación de Asociaciones y Sindicatos Independientes de El Salvador), que con su columna semanal ha ido leyendo los acontecimientos nacionales desde la óptica del sindicalismo. Y al médico Francisco Parada Walsh que en la sección Estetoscopio nos propone una lectura diferente y cotidiana desde “su montaña”, como le llama él a su ranchito, desde que optó por dejar la ruidosa y contaminada ciudad para ayudar con sus conocimientos en medicina a los pobres en el norte del departamento de Chalatenango. Una verdadera y literal opción por los pobres que no deja de interpelarnos.

    Evidentemente, aparte de nuestros suscriptores, que sin su apoyo no existiríamos, expreso un profundo agradecimiento a la Universidad Francisco Gavidia (UFG), a los laboratorios VIJOSA, a SERVIPRONTO, y a las diferentes organizaciones del movimiento social, por seguir siendo fieles anunciantes de nuestras páginas y espacios.

    Hay razones de sobra para alegrarse, pero no hay condiciones para estar celebrando. ¿Cómo celebrar mientras el país se hunde en la deriva autoritaria? Son los peores momentos, ya hay presos políticos, persecución sistemática, el nuevo régimen continúa tejiendo una red de leyes para coartar todo tipo de libertades, existe evidente y descarada violación de los derechos humanos, la apuesta es una grotesca vuelta al militarismo.

    Estamos pues en un escenario en donde reina la mentira, la corrupción y todas las sombras y oscuridades que eso conlleva.

    Insensato sería, de nuestra parte, estar celebrando la edición 1000 cuando las esperanzas de la gente, por un país digno, se derrumban en mil pedazos.

    *Director de El Independiente.

  • Protesta ciudadana

    Protesta ciudadana

    Es un fundamental derecho constituyente de los estados democráticos, en el que tanto el libre pensamiento, de reunión, de expresión, de disensión, se manifiestan congregando a la ciudadanía que así se expresa contra lo opuesto no solo al interés general como particular, pero, además, contra la institucionalidad que así admite y promueve tales derechos.

    Por: Luis Arnoldo Colato Hernández

    Debemos subrayar el que, si bien estos constituyen privilegios ciudadanos, no lo son en un sentido de regalía, puesto que poder protestar ha costado abusos, atropellos, arbitrariedades, violaciones, y en última instancia, vidas ciudadanas, sacrificadas por regímenes autoritarios para negarse a las demandas ciudadanas.

    Tales costes constituyen el valor mismo del derecho en cuestión, que así retribuye en una ciudadanía consciente, su demanda y reclamo civil ante las autoridades para enmendar lo que mal funciona. Entonces el que ahora padezcamos de un estado seudo policial, en el que buen porcentaje de la sociedad teme expresarse por las diferentes regulaciones generadas desde el actual régimen para negarle e impedir al soberano vigilar sus intereses, supone un retroceso a lo logrado en los años que le siguieron a la firma de los acuerdos de paz.

    Los años en cuestión no supusieron el Edén que todos esperábamos luego de finalizado el conflicto, pues los acuerdos de paz no resolvieron las causales del conflicto mismo, por lo que constituye un lastre para la democracia que queremos construir.

    En esta los privilegiados conservaron sus privilegios y los descalzos continuaron siendo descalzos, manteniéndose la institucionalidad al servicio de perpetuar las condiciones que promovieron el conflicto, favoreciendo siempre a las élites en detrimento del soberano.

    Así las cosas, la legalidad no se ha hecho sentir sino solo en el papel, lo que hace del estado uno también de papel, siempre dispuesto por ley a favorecer a los de siempre.

    Por supuesto ello derivó en el cansancio que la inoperancia de la institucionalidad ha degenerado, en el que la desidia y la corrupción se encuentran siempre a la orden del día, favoreciendo así el arribo del presente gobierno, el mas populista y corrupto que la historia reciente recuerda.

    Esta procura por los medios a su disposición impedir la protesta ciudadana, intentando negar, por ejemplo, a los ciudadanos el libre desplazamiento desde el interior de la República a la marcha del pasado domingo, reteniendo en las diferentes carreteras probablemente hasta 5, 000 ciudadanos, a los que impidió su derecho.

    Otro medio utilizado por el régimen son sus troles, quienes se vaciaron distorsionando y deformando la información del evento, denigrando a los asistentes de la misma, descalificándolos y reduciéndolos a simples “sátrapas del imperio” al cual tales troles si sirven.

    Como sea, y de acuerdo a la fuente consultada, el domingo se reunieron entre 15 y 20, 000 ciudadanos que se congregaron para rechazar las políticas adelantadas desde el gobierno central, como su campaña pro impunidad y corrupción, que anulara a la institucionalidad, favoreciendo al círculo presidencial, dejando por fuera al soberano, al cual desollé y silencia.

    Y ya sabemos; más valdría escuchar la protesta ciudadana.

  • Lecciones del triunfo de Xiomara en Honduras

    Lecciones del triunfo de Xiomara en Honduras

    Honduras como nación, y especialmente la clase política hondureña, deben comprender lo que pasó el domingo… y por qué pasó. La paliza electoral que recibieron el oficialismo y sus compañeros de cama política no fue algo ideológico: Ha sido el rechazo masivo a la corrupción que llegó a niveles exagerados, y una sonora bofetada a esa cleptocracia arrogante.

    Ebrios de poder, llegaron al extremo (con el apoyo del lado oscuro del liberalismo y los partidos de maletín, también apaleados el 28 de noviembre) de legislar para la impunidad del saqueo, y hasta echaron del país a una Comisión Anticorrupción que trataba de limpiar la porqueriza.

    El enriquecimiento a costa del erario llegaron a verlo como algo natural y un merecido botín, creyendo que con pagar millones a medios de prensa y pastores tarifados, y repartiendo migajas antes de las elecciones, podrían obnubilar a todo un pueblo. Pero invirtieron lo de Hamelin, pues la nación supo entender que quienes tocaban la flauta eran las ratas.

    Xiomara Castro no ganó por el voto duro de su partido, ni porque ella quiera o la mayoría de los hondureños quieran que Honduras sea una Corea del Norte o algo parecido, argumento ridículo de la cleptocracia desesperada; ella ganó -y de manera arrolladora- porque logró representar la esperanza de terminar con el saqueo que produce pobreza e injusticia, aglutinando a centenares de miles de hondureños hastiados de la corrupción de JOH.
    Resultaron minoría quienes por comodidad, egoísmo, falta de solidaridad con el país, se engañaron a sí mismos con eso de que la corrupción es un razonable precio a pagar por preservar su retorcida visión de lo que es la democracia.

    La presidenta electa ha de saber bien porqué ganó con un margen impresionante, pero su estructura partidista debe tener claro que aquí a nadie se le está dando un cheque en blanco.
    Y si en aras de una mal entendida reconciliación nacional se incumplen sospechosamente las promesas electorales, es grande el riesgo de que por la impunidad tengamos más de lo mismo y terminemos de hundirnos como nación.

    Si ella organiza esa Misión, delega el hacer justicia y podrá concentrarse en aspectos de salud, educación, apoyo municipal, además… El COVID sigue siendo una amenaza.

    Así que si no se crea una CICIH, se dejaría burlado al pueblo y los perdedores de ayer habrían salido ganando.

  • “Bitcoin City”:  el “Neoliberalismo 3.0”  de Nayib Bukele

    “Bitcoin City”: el “Neoliberalismo 3.0” de Nayib Bukele

    En el evento de cierre de la Conferencia Latinoamericana sobre Bitcoin (LABITCONF), realizada la semana pasada en El Salvador, el presidente Nayib Bukele anunció -ante un nutrido grupo promotores e inversores “bitcoiner” que le aplaudían y no paraban de fotografiarlo- la creación de la “Bitcoin City” o Ciudad Bitcoin, la cual estaría ubicada en el departamento de La Unión, bajo la modalidad de “ciudad privada”.

    Por: Leonel Herrera*

    Este tipo de proyectos existen en Honduras como Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE), en las cuales el Estado no tiene injerencia alguna: no cobra impuestos, no aplica sus leyes y los servicios son todos privados. En estas “islas” que se crean en medio de los territorios nacionales, los Estados ceden la soberanía y transfieren sus funciones, competencias y autoridad a las empresas que las administran.

    Durante su intervención en inglés, el mandatario salvadoreño detalló que en la “Bitcoin City” no habrá impuesto sobre la renta, “para siempre”, tampoco impuestos sobre las ganancias, cero impuestos sobre la propiedad, ni impuestos sobre las contrataciones, cero impuestos municipales..”. Dijo que “la ciudad tendrá áreas residenciales y comerciales, servicios, entretenimiento, restaurantes, aeropuerto y tren”.

    El referido proyecto no es nuevo, el gobierno de Salvador Sánchez Cerén, en sus últimos meses de gestión y tras abrir relaciones diplomáticas con China, lanzó una propuesta de “Zonas Económicas Especiales” que incluía una en La Unión, pero la normativa que les daría vida no logró aprobarse en la Asamblea Legislativa. La ley planteaba exoneración de impuestos durante 25 años a las empresas que se establecieran en dichas zonas.

    En aquel momento, julio de 2018, Nayib Bukele, entonces candidato presidencial, se sumó al coro de críticas contra la referida propuesta: “El proyecto de las “ZEDES” es el más neoliberal propuesto por un gobierno en la historia de nuestro país. Sí, y la propuesta viene del segundo gobierno de “izquierda” en su último año de gestión. Así no más, privatizar un territorio. Increíble”, señaló el ahora mandatario.

    Sin embargo, ahora el presidente Bukele, con una lógica neoliberal más extrema, anuncia una propuesta mucho más ambiciosa que la del gobierno anterior: con eliminación de impuestos “para siempre”, nula intervención del Estado y girando alrededor del Bitcoin, la criptomoneda que tiene curso legal en el país desde el pasado mes de septiembre a pesar del abrumador rechazo popular reflejado en varias encuestas.

    El proyecto anunciado por Bukele fue presentado días antes por activistas “bitcoiner” que pidieron concesionar partes del territorio nacional para construir “ciudades privadas”. Los proponentes pusieron como ejemplo las ZEDE de Honduras, las cuales -por cierto- son rechazadas por la población, tanto que la candidata presidencial opositora y posible ganadora de las elecciones promete revertir esos proyectos ultraneoliberales.

    Los gobiernos de ARENA impusieron el “Neoliberalismo 1.0”, la versión inicial de este modelo económico excluyente: privatizaron la banca, el comercio exterior, las telecomunicaciones, las pensiones, la distribución y parte de la generación de electricidad; crearon un esquema tributario regresivo, desregularon los precios de todos los bienes y servicios, aprobaron tratados de libre comercio y dolarizaron la economía.

    Los del FMLN consolidaron un “Neoliberalismo 2.0” que consistió en aplicar programas sociales para mitigar el impacto de la lógica neoliberal, pero manteniendo las políticas económicas. Al mismo tiempo, las administraciones “de izquierda” retomaron la agenda privatizadora con la figura de los Asocios Público-Privados y las Zonas Económicas Especiales, sin lograr finalmente la concreción de estas últimas.

    Y hoy la gestión Bukele impulsa un “Neoliberalismo 3.0” que se caracteriza por la radicalización del modelo neoliberal que impuso ARENA y mantuvo el FMLN, mediante implementación del Bitcoin, la profundización de la regresividad fiscal exonerando a las empresas y gravando las donaciones internacionales para las ONGs, promoviendo las “ciudades privadas” y no sabemos qué más.

    El padre Andreu Oliva, rector de la UCA, definió en términos teológicos la antidemocracia y el neoliberalismo plus de Bukele al decir que “la maldad del actual mandatario supera con creces la de sus antecesores”. El sacerdote jesuita tiene razón: el neoliberalismo a ultranza de Bukele no es más de lo mismo, es algo peor, mucho peor. Ojalá más temprano que tarde la población se de cuenta y tome cartas en el asunto.

    Dios quiera que así sea.

    *Periodista. Director ejecutivo de ARPAS.

  • Transparentar el pacto con las maras y aplicar un verdadero plan de seguridad

    Transparentar el pacto con las maras y aplicar un verdadero plan de seguridad

    El incremento de las desapariciones durante los últimos meses y la repentina subida de los asesinatos la semana pasada, confirman la ineficacia del publicitado “Plan Control Territorial” que contiene la estrategia de seguridad pública del actual gobierno.

    Periodistas, analistas y ciudadanos en medios de comunicación y redes sociales -incluso- consideran que el referido “plan” no existe y que es solo un “invento publicitario” de la narrativa oficialista.

    Lo cierto es que las desapariciones y homicidios demuestran que quien tiene el control territorial siguen siendo las pandillas, no las autoridades. Esto lo confirmaron el propio Nayib Bukele y sus funcionarios de Seguridad al anunciar la “incursión” de militares y policías a las comunidades donde se registraban los asesinatos. El aumento de las desapariciones y homicidios debería provocar una fuerte movilización social para presionar al gobierno en dos acciones urgentes. La primera es transparentar y rectificar sus acuerdos con las maras, acuerdos que el periodismo investigativo ha demostrado que existen y el gobierno se niega a admitirlos.

    Negociar con grupos criminales no es -en principio- bueno ni malo, depende de qué se negocia, cómo se negocia y para qué se negocia. Por ejemplo: el presidente Bukele podría negociar el desarme y la disolución de las maras, tiene la “correlación política y social” para hacerlo si quisiera.

    Sin embargo, publicaciones de El Faro revelan que el bukelismo ha negociado con las principales pandillas reducción de asesinatos y apoyo electoral a cambio de beneficios para sus miembros, especialmente para los cabecillas que están presos y los que enfrentan procesos de extradición por crímenes cometidos en Estados Unidos.

    Y la otra acción urgente es elaborar e implementar un verdadero plan que incluya medidas referidas a los cuatro componentes centrales de una política integral de seguridad pública: prevención de violencia, represión y persecución del delito, rehabilitación y reinserción de delincuentes y atención a las víctimas de la violencia.

    En este sentido es oportuno el llamado de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) a “evaluar los planes de seguridad con participación ciudadana”. Ojalá Bukele hiciera a un lado la soberbia, la prepotencia y su afán propagandístico y acatara esta valiosa exhortación.
    Un poco de humildad, responsabilidad y actitud de estadista ayudarían al mandatario a convocar a un diálogo nacional por la seguridad, donde participen expertos, académicos, referentes de la sociedad civil y representantes de organismos internacionales.

    Por el bien del país, Bukele debe reconocer que su “Plan Control Territorial” no existe o es ineficiente y, por tanto, debe existir un plan verdadero, eficiente y efectivo.

    (Editorial ARPAS)

  • ¿Se justifican las marchas?

    ¿Se justifican las marchas?

    Una de las expresiones de lucha popular en todo el mundo son las marchas, en donde los individuos expresan su aceptación o descontento con los poderes establecidos. En nuestro país contamos con una amplia tradición en esta expresión de poder popular.

    Por: Igor Iván Villalta Sorto*

    Una de las primeras manifestaciones se desarrolla en 1922 que fue reprimida brutalmente por el gobierno de Jorge Meléndez, es importante rescatar el dato que en esta oportunidad Don Alberto Masferrer acudió a auxiliar a las victimas de la represión ejercida por los cuerpos armados.

    En épocas mas recientes recordamos, la masacre de estudiantes en 1975, la gran marcha celebrando la visita del Ingeniero José Napoleón Duarte, que me imagino se dio por presiones de la Embajada de Estados Unidos debido a que este se encontraba exilado en Venezuela, producto de la convulsión social provocada por el fraude en las elecciones de 1972, lo que propició un intento de golpe de estado por las fuerzas progresistas en el Ejercito de El Salvador. Quizá la más grande marcha suscitada en El Salvador fue la que movilizó a mas de 300,000 mil personas promovidas por la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM). La marcha y posterior concentración en la cual diferentes sectores de la vida nacional rindieron el último adiós a nuestro querido Arzobispo Óscar Arnulfo Romero, que como muchas fue brutalmente reprimida por el gobierno militar, provocando una estampida con disparos de fusilería de francotiradores aportados en los edificios aledaños a la hoy bautizada Plaza Cívica.

    En tiempos de posguerra, las marchas más numerosas han tenido que ver con la resistencia de la población en contra de la privatización del agua, y la gran marcha blanca en contra de la privatización de la salud. Estos eventos ponen nerviosos a los gobiernos debido a que se les cae su discurso que en el país nos encontramos entusiasmados porque nos conducimos por caminos firmes hacia el progreso social, que un gran porcentaje de la población apoya las políticas gubernamentales, que nuestro país avanza en un clima de paz y tranquilidad.

    En este contexto se establece un decreto legislativo desfasado en el tiempo, en donde se prohíben las concentraciones si no se guardan las medidas de seguridad pertinentes, mientras se permiten otras con mayores riesgos. El ministro de Salud dice que esto se hace para proteger a los adultos mayores que son llevados a la marcha sin saber en que andan, esta retórica gubernamental lo único que hace es ofender a las personas que tienen suficientes causas para expresar su descontento, debido a que se está promoviendo en el gobierno una gerontofobia, en donde como la palabra indica se les tiene miedo a los viejos, excluyéndolos de participar en la vida laboral, se les margina como el caso de los jueces y fiscales acusados por funcionarios de gobierno de incapaces y corruptos.

    Como que de parte del gobierno no se ha comprendido que las sociedades se componen de jóvenes y viejos, que cada uno ofrece sus aportes, los jóvenes tienen toda la energía, gran creatividad, sueños y desafíos. Los viejos mucha experiencia y sabiduría, lo uno complementa lo otro, no es buena receta querer conformar mi empresa sólo con jóvenes o sólo con viejos. La conformación de la guerrilla en El Salvador es buen ejemplo de esto, ya que se construyó en la diversidad, allí cabían viejos, jóvenes, cristianos y no cristianos, comunistas y no comunistas, ricos, pobres, intelectuales, analfabetos, mujeres y hombres, no se excluía a nadie, acuñando la frase: “La revolución es para todo aquel que quiera ser revolucionario”.

    En una conversación me decía mi interlocutor: “en este gobierno mandamos los jóvenes”. Muy bien, y si mandan los jóvenes ¿por qué se tiene uno de los presupuestos más bajos de la región para la Universidad estatal? pasando de 1.6% a 1.4%, cuando en Guatemala se dedica un 6% y en Honduras un 5%, si los jóvenes están esperanzados en el futuro del país ¿Por qué se ha cuadruplicado la migración de salvadoreños hacia Estados Unidos?

    El gobierno debería de cuestionarse ¿porque estas grandes marchas no se suscitaban en los gobiernos anteriores? Si en el discurso gubernamental se transita por el camino correcto hacia el desarrollo, cuando observamos el franco deterioro de las vías públicas debido a la falta de mantenimiento, el grave deterioro en la inversión social, el creciente número de desaparecidos que afecta en primer lugar a los jóvenes, los pacientes de la red de hospitales se quejan de la falta de medicamentos, de la postergación de los servicios de cirugía y consultas.

    Como lo podemos observar las marchas no son producto de un grupo de gente sin oficio que no tienen otra cosa mejor para gastar el tiempo que desperdician transitando por las calles de las ciudades, promovidas por entes extranjeras como sugirió el presidente. En épocas anteriores los grupos de derecha lanzaban un llamamiento a los periodistas que cubrían las protestas: “Periodista, entrega tu país no el nuestro”. Que, en la lógica del ejercicio de poder significaba: no denuncien la injusticia social, no expongan la miseria y la pobreza, no cubran la lucha social, déjenos que apresemos opositores, que exiliemos, que torturemos, que asesinemos a todo aquel que desafíe nuestro poder.

    Tomemos en cuenta una consigna que se repite nuevamente: “La calles se conquistan; con lucha organizada”.

    *Biólogo Investigador

  • Haciéndonos escuchar

    Haciéndonos escuchar

    La mañana del domingo 18 y desde todos los accesos a San Salvador, los salvadoreños y salvadoreñas se aproximaron a la capital desde sus lugares de origen para ser partícipes de la gran concentración que marchara haciendo sentir su disentimiento en contra del gobierno de turno, encontrándose empero con un masivo despliegue de parte de la PNC dispuesta en un anillo periférico a la urbe dedicado a una sola tarea: bajar a todo ciudadano de su medio de transporte, revisarlo exhaustivamente, y en algunos casos puntuales cuestionar cuál era su destino.

    Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

    Esa acción policial, a la que dedicara ingentes recursos con el propósito de disuadir a la población de ejercer su elemental derecho de manifestación, de expresión, sin embargo no resulto tal cual calculara el gobierno salvadoreño, que además de inmediato volvió a utilizar sus recursos para, entonces, denigrar a los partícipes del evento por los medios a su disposición.

    Como sea, gradualmente y a la hora fijada los cientos, miles de ciudadanos se fueron acomodando en el lugar de su preferencia, desplegando sus pancartas, carteles y demás medios generados para expresarse, manifestando a través de estos su repudio a la actual gestión gubernamental, señalando los diferentes temas relacionados que como colectivos sienten son afectos negativamente de parte del gobierno.

    Se sumaron gremiales, sindicatos, asociaciones, hasta conformar una marea ya indetenible que calentara las calles de San Salvador, cuyo malestar es evidente y no puede matizarse por ninguna interpretación variopinta, que no responde a intereses foráneos o de cualquier otra fuente, y que se compromete cívicamente aún en los grandes temas de interés nacional.

    Los diversos observadores internacionales destacaron no solo el orden de la marcha, además lo pacífico de esta y su número, que, de acuerdo a la fuente consultada, fueran desde los 150, 000 ciudadanos concentrados en las calles, hasta los 200, 000 que se movilizaran desde el interior sumándose a los capitalinos partícipes (INFOBAE/VOA/Radio País-Argentina/innovacionciudadana-México/larepublica-pe.mundo-España/Radio Francia/BBC/etcétera).

    Por otro lado, si bien el comportamiento de la población fuera ejemplar, en contraparte la del gobierno es otro tema.

    Desde el desvió intencionado de la PNC en torno a la capital con el único y exprofeso propósito de desaconsejar la participación ciudadana en el evento mientras se descuidó por esto mismo la seguridad estatal, como el uso abusivo de la mediática oficial para denigrar a los participantes, son ambos extremos evidencia incontestable de la intolerancia del régimen, su rechazo a la crítica, o su incapacidad de auto crítica; pues además de un discurso en el que promete un país mejor, sin explicar como lo logrará o porque medios, no tiene nada que ofertar a su favor, dada la incompetencia desplegada en cada momento de su administración, o su nivel de nepotismo, corrupción generalizada, en fin, inaxión de toda la gestión que solo se destaco por su grado de descomposición y revanchismo.

    Entonces, el pueblo caminando se hizo sentir, imponiéndose en las calles, expresando su sentir y rechazando la deriva de un gobierno que no escucha, pero que tendrá que hacerlo.

    *Educador salvadoreño

  • Bukele: ¿punto de viraje?

    Bukele: ¿punto de viraje?

    El domingo pasado, por segunda vez en dos semanas, miles de salvadoreños marcharon en la capital de su país para protestar por diversas medidas adoptadas recientemente por el presidente Nayib Bukele; las más cuestionadas, la adopción del bitcoin como moneda de curso legal, el pase a retiro de 249 jueces, una tercera parte del total, y la gestión de una normativa que posibilitaría la relección presidencial inmediata. (más…)

  • Dos victorias y tres derrotas de la protesta del 15/9

    Dos victorias y tres derrotas de la protesta del 15/9

    La marcha ciudadana, en las calles de San Salvador, el 15 de septiembre pasado, en plena celebración del bicentenario fue contundente, categórica y hermosa. Ahí, en medio de esa multitud, el mensaje estaba claro: ya no más Bukele.

    Por: Walter Raudales*

    Detente. Escucha. Ponle freno al autoritarismo. No al Bitcoin. No a la corrupción. No a la reelección. Fue el grito espontáneo de la ciudadanía, nacido de adentro, del sentimiento, del alma. Este hecho hay que analizarlo e interpretarlo con paz, cabeza fría, de manera honesta. Hagamos un intento de interpretación.

    Esta marcha fue una doble victoria para la ciudadanía y una triple derrota para la administración Bukele.

    Primera victoria de la gente: Despertar. Pues estaba atontada sin ver su propia realidad. Es una victoria observar a esa multitud sin venda en los ojos.

    Segunda victoria: La ciudadanía perdió el miedo. Fue maravilloso ver a gente de todos los sectores gritar consignas, levantar carteles y mantas, mostrando su rostro sin temor. Caminar libremente sin miedo a los drones, a los fotógrafos. Fue un decir “no le tenemos miedo al gobernante”. Cuando un ser humano pierde el miedo, puede conquistar cualquier ideal. Porque a lo largo de la historia moderna, el miedo lo han usado los poderosos como freno para detener al pueblo y como vehículo para adormecer a las personas.

    En resumen, dos victorias: se despertó y se perdió el miedo.

    Ahora veamos las tres derrotas de Bukele:

    Primera: Su maquinaria comunicacional, su fábrica de mentiras, aunque la puso a funcionar a todo vapor, al cien, no le funcionó. Su escupidera de odio, miedo, terror, mentiras, sandeces, no sirvió para detener la marcha. Evidentemente ellos se tienen que replantear los estribillos que han usado hasta ahora y la misma cantaleta de “los mismos de siempre” y “Arena- Frente”. Su mismo equipo de propaganda no sabía dónde atinarle. De no ser por los encapuchados y violentos infiltrados enviados por ellos mismos, se hubiesen quedado sin narrativa.

    Segunda derrota: El rechazo al Bitcoin dio la vuelta al mundo. Su experimento y juguetito de apostar se le ha complicado. La corrupción, el robo y el despilfarro están quedando muy en evidencia. Y para colmo, sus infiltrados que llegaron en un carro del gobierno, enmascarados y con bates de béisbol destruyeron una caseta de bitcoin, curiosamente el cajero lo habían sacado antes. Esa imagen (foto) de la caseta en llamas dio la vuelta al mundo y desde luego afecta la imagen del bitcoin, lo paradójico, fue provocado, por ellos mismos. Eso fue algo así como meterse un tiro en el pie uno mismo.

    Y la tercera derrota: es más afectiva. La gente le comenzó a faltar el respeto al gobernante. Muchas de las consignas ofensivas y “malas palaras” son ya parte del rechazo nacional. Cuando un pueblo no respeta al gobernante ni la envestidura presidencial está a un paso de dar el salto a lo orgánico en la movilización.

    En resumen tres derrotas: Desconcierto de su estado mayor de propaganda. Ni a toda máquina los troles y narrativas mentirosas pudieron frenar a la gente indignada. Golpe fuerte negativo a la imagen del bitcoin a nivel internacional y el irrespeto a la figura y persona del Presidente.

    Ahora viene el dilema ¿Qué hacer de aquí en adelante?

    Nosotros proponemos crear un ELLOS y un NOSOTROS. Ellos los mentirosos, los infiltrados, los corruptos, el mal gobierno, la oscuridad… NOSOTROS ciudadanos sin miedo de todos los sectores: trabajadores, desempleados, sindicalistas, vendedores informales, micro, mediano y pequeños y algunos grandes emprendedores, estudiantes, médicos, enfermeras, amas de casa, periodistas, taxistas. Nosotros los indignados, que defendemos la república, la luz.

    El siguiente paso es crear un Directorio del Movimiento Social en donde estén representados todos los sectores y gremios. Un directorio unificado en donde cada gremio y sector tenga su espacio y en donde se dejen protagonismos mezquinos guardados a la entrada. De ahí surgirá más organización y los nuevos líderes.

    Ese es el camino ahora: MOVILIZACIÓN ORGANZADA. Manos a la obra. Hay que crear ya el Directorio Unificado del Movimiento Social.

    *Escritor y periodista.

  • Protestas contra Bitcoin

    Protestas contra Bitcoin

    • Los ciudadanos y trabajadores de San Salvador están protestando por la aprobación de Bitcoin como moneda de curso legal.
    • Los ciudadanos están protestando por las próximas leyes de Bitcoin de El Salvador, que convertirán la criptomoneda en moneda de curso legal.
    • Según los informes, cientos de personas asistieron a las protestas.
    • La ley entrará en vigor el 7 de septiembre.

    Los ciudadanos de El Salvador están protestando por la adopción de Bitcoin como moneda de curso legal en el país, según varias fuentes de noticias.

    Los manifestantes se opusieron a la ley con el argumento de que fue «impuesta … sin consultar a la gente». Los manifestantes portaban carteles que decían «No a Bitcoin», «No al lavado de dinero» y «La clase trabajadora rechaza Bitcoin».

    Reuters sugirió que cientos de manifestantes asistieron a la protesta, que tuvo lugar en la capital de El Salvador, San Salvidor.

    Por otra parte, Business Insider informó que la Asociación Salvadoreña de Transportistas de Carga Internacional (ASTIC) ha afirmado que sus transportistas no aceptarán Bitcoin.

    Si son forzados, los operadores introducirán un recargo del 20% en las transacciones de Bitcoin para compensar la volatilidad de los precios.

    Esta no es la primera vez que se cuestiona la ley. En julio, membros del Bloque Resistencia Popular y Rebelión presentaron una propuesta para derogar la próxima ley. Esos grupos expresaron su preocupación por la volatilidad de los precios de Bitcoin y su uso en actividades ilegales, entre otros problemas.

    La ley entrará en vigencia la próxima semana
    El Salvador decidió adoptar Bitcoin como moneda de curso legal en junio , y la nueva política entrará en vigencia el 7 de septiembre. El gobierno planea atraer a los dueños de negocios dándoles $ 30 de Bitcoin gratis.

    Todavía no está claro si la aceptación de Bitcoin será obligatoria. Las declaraciones del presidente Nayib Bukele que se remontan a junio sugieren que las empresas no estarán obligadas a aceptar Bitcoin. «Nadie tendrá que aceptar bitcoins si no quiere», dijo Bukele.

    Sin embargo, la propia ley sugiere que al menos algunas entidades deberán aceptar Bitcoin, ya que dice: “todos los agentes económicos deben aceptar bitcoin como forma de pago cuando se lo ofrezca quien adquiera un bien o servicio”.

    No está claro qué empresas entran en esa categoría.

  • El Bitcoin llevará al colapso la economía salvadoreña

    El Bitcoin llevará al colapso la economía salvadoreña

    El Salvador es el único país en el mundo que muy pronto tendrá el criptoactivo Bitcoin como moneda de curso legal. El mes de septiembre próximo entra en vigencia la Ley que permitirá tal experimento, señalado por economistas y financieros expertos como algo suicida para la economía salvadoreña.

    Por: Walter Raudales*

    Es tal el escándalo, que a pocas semanas que el Bitcoin sea válido, aún no se conoce el reglamento o normativa que lo regirá, ni hay claridad de cómo es que se va a implementar. El economista de prestigio Steve Hanke dice que: “Adoptar Bitcoin como moneda de curso legal traerá un profundo caos económico y advierte que vienen días oscuros para El Salvador”. Y agrega: “La fantasía del Bitcoin llevará al colapso la economía salvadoreña”.

    De la misma manera los organismos internacionales están alertas. El Banco Mundial cree que la economía salvadoreña puede tambalearse y enumera riesgos de gran preocupación; el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha expresado también sus reservas y en una encuesta de la Universidad salvadoreña Francisco Gavidia (UFG) más del 50% de la población rechaza la criptomoneda.

    Desde el 2001 El Salvador tiene dolarizada la economía y un régimen económico monetario con respetable estabilidad. “Bitcoinizar” la economía salvadoreña implica una desdolarización paulatina que según expertos es como poner a todos los salvadoreños a jugar con su dinero en un casino.

    El prestigioso periódico holandés Financieele Dagblad publicó (en su portada) anunciando los peligros de la adopción del Bitcoin y explica los temores de entidades financieras mundiales y sostiene: “el gobierno pone en riesgo el bienestar de la población en un casino virtual”.

    La razón de fondo para el rechazo a semejante decisión es precisamente la inestabilidad de la moneda: “Cualquier bien tan volátil trae consigo un gran riesgo y fácilmente puede desplomarse. El valor fundamental de Bitcoin va a llegar a cero. La pregunta es por qué quieres poner a la gente de El Salvador en una situación similar a apostar en un casino, es una locura. La Ley Bitcoin está claramente escrita por gente que no sabe nada de política monetaria, está escrita de manera muy pobre, a nivel de secundaria”, dijo Steve Hanke.

    A esto se suma un endeudamiento desmedido del actual gobierno del Presidente Nayib Bukele. El 1 de mayo pasado tomó posesión una nueva Asamblea Legislativa, en donde la mayoría de diputados son del partido oficialista Nuevas Ideas y en cien días de legislar han endeudado a El Salvador en 2,631 millones de dólares. Aprobaron $ 877 millones de deuda por mes. El Salvador ya debe todo lo que produce. Hay problemas de gasto, un alto déficit y con el nivel de la deuda ya casi al 100% del PIB. A este ritmo el panorama económico es insostenible y se vislumbra lo peor. Expertos sostienen que el actual gobierno ha gastado “como marineros borrachos”.

    Todos los indicadores actuales indican que se avecina un verdadero colapso para la economía del país centroamericano.

    Los indicadores económicos de riesgo país actuales son los más altos en la historia de El Salvador y de Centroamérica y siguen aumentando sustancialmente a medida se acerca el día de entrada en vigencia del criptoactivo. Según el Instituto Centroamericano de estudios fiscales (ICEFI) el 30 de abril pasado el indicador de Bonos de Mercados Emergentes era de 5.38 puntos, pero al 3 de mayo (después del golpe judicial y destituir al Fiscal) subió a 6.49 y el 13 agosto estaba en un escandaloso 71.4% (es decir 70.2 puntos porcentuales de riesgo arriba de Costa Rica). En la región el riesgo país se muestra así: 1.2% en Costa Rica, 1.8% en Honduras, 6.7% en Panamá, 16.2% en Guatemala y 71.4% en El Salvador.

    De la misma forma la calificadora Moody´s Investors Service rebajó la calificación de El Salvador a perspectiva negativa. Las calificadoras consideran como muy probable que El Salvador tenga dificultad para adquirir más deuda. De hecho el Ministerio de Hacienda intentó colocar en la banca nacional deuda a corto plazo llamada (LETES), de 30 millones ofertados sólo pudo colocar 8 millones. Además los ingresos totales del gobierno central entre enero y junio de este año estuvieron $ 743.3 millones por debajo de lo programado en el presupuesto general 2021, de acuerdo a sus mismos informes. En conclusión la perspectiva negativa de la economía salvadoreña refleja una posición fiscal vulnerable y susceptible a un colapso.

    Así las cosas, el gobierno del presidente Bukele no parece escuchar y no da señales de dar marcha atrás, incluso a pesar del desgate político que la decisión de “bitcoinizar” conlleva a su imagen actualmente bien ponderada.

    El economista salvadoreño Luis Membreño publicó un artículo titulado: “Hoy sí se descalabró todo”, en donde sostiene que “todas las decisiones de este gobierno han llevado al país al borde del impago y a la pérdida de credibilidad, tanto con los organismos financieros internacionales a quienes se les debe $4,269 millones, como con los compradores de eurobonos salvadoreños a quienes se les debe $6,088 millones a junio de 2021”.

    Nos han llevado, dijo, al desastre económico.

    *Escritor y periodista. Director del periódico salvadoreño El Independiente.

  • Los bonos basura y la política interna

    Los bonos basura y la política interna

    De bonos basura (BB-), han sido clasificados los bonos salvadoreños: resultado de las políticas fiscales incorrectas del Gobierno y, de la inestabilidad que éste provoca, con sus acciones: existe relación directamente proporcional, entre el riesgo-tasa de interés, con las medidas políticas tomadas por el Gobierno. Es necesario, poder ver sus efectos, en la vida común de los ciudadanos.

    Por: Fernán Camilo Álvarez Consuegra

    El bono basura o “high yield” en inglés, se caracteriza porque presenta un elevado riesgo de impago, tanto del capital como de los intereses, aunque para compensarlo, ofrecen una rentabilidad elevada, superando la media internacional, para ese segmento crediticio. En un país que necesita para sostener su economía, de financiamiento y, que pretende mantener un asistencialismo, sin límites claros, presenta un panorama fiscal insostenible.

    Esto quiere decir, que el valor del asistencialismo del Estado, será mucho mayor, que el que pudiera generar la estabilidad del sistema democrático, sin que pueda ser pagado a futuro, salvo con confiscaciones. Una nueva Constitución, podría facilitar tal situación.

    La falta de claros lineamientos económicos y de una política fiscal que permita salir de la crisis de iliquidez, ya existente, agrava la situación crediticia y la inestabilidad política que el Gobierno genera intencionalmente.

    La exhibición pública e infamante de los reos acusados de corrupción, contribuye al alza de riesgo, pues prueba que el sistema jurídico, está al servicio de la propaganda del Estado y que, las resoluciones a futuro, dependerán del interés político del Presidente y no, del imperio de la Ley.

    El señalamiento de que la justicia se está politizando, no abona a la estabilidad nacional y viniendo esto, de diferentes Gobiernos, debería indicar que la política salvadoreña, debe retornar al Estado de Derecho; lejos de esto, la persecución política se agudiza, lo que agrava la situación de riesgo, pues específicamente, se enfoca en grupos políticos y sectores gremiales empresariales.

    El anuncio del Sr. Fiscal de que procesará a más de 54 personas, por casos de corrupción sin investigar la existente ya denunciada, en el presente Gobierno, no garantiza imparcialidad en la aplicación de la Ley, lo cual aleja cualquier inversión nacional o extranjera.

    La relación entre la calificación de riesgo y la política, es directamente proporcional, pero sus efectos, no son inmediatos, sino en el correr de los meses, por esa razón, no son sentidos en una relación directa: por ejemplo, la inflación en los precios.

    La Ley Bitcoin, entra en vigencia el 7 de septiembre y aún, no se han desarrollado los reglamentos e instructivos para su aplicación, lo cual genera incertidumbre sobre su uso, y al tener un impacto económico negativo, se agrega un mayor riesgo.

    El impago a proveedores, reconocido por el Ministro de Hacienda, crea un apalancamiento (financiamiento de particulares al Estado) que, de no pagarse, equivaldría a una forma de confiscación de hecho, lo que no abona a la estabilidad nacional, sino a la mala calificación que recibe El Salvador, limitando la oferta de financiamiento. La inflación, causada por la inestabilidad generada por el Gobierno, es agravada por las medidas que él mismo genera, para “encubrirlas políticamente”: alza en el salario mínimo y juicios públicos, desde la Asamblea Legislativa.

    Sólo el retorno al Estado de Derecho y, la rendición de cuentas, sobre los gastos públicos del presente Gobierno, pueden revertir los efectos negativos, si se aplica la política de austeridad en la utilización de fondos públicos.

    En 1939, en el Salón Azul se pone una placa que dice; “Propongo ante la faz de la Nación, la no contratación de nuevos empréstitos”. Actualmente, debería el país actuar de conformidad con tal sabia propuesta.

  • Es el momento de pasar a otra etapa. A la expresión organizada de nuestro descontento

    Es el momento de pasar a otra etapa. A la expresión organizada de nuestro descontento

    Recientemente fui invitado a la entrevista del programa “Jueves de Libertad”, horas antes habían capturado a dirigentes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y rondaba mucha conmoción e incertidumbre.

    Por: Walter Raudales*

    El ambiente estaba enrarecido. En ese entorno sostuve que la etapa del diagnóstico y la descripción de la realidad la tenemos clara, que ahora es el momento de pasar a otra etapa. ¿Cuál? A la expresión organizada de nuestro descontento.

    La gente debe buscar la forma de organizarse, de hacer oír su voz, de buscar salidas y dar la batalla en cada espacio en donde estén. Un maestro me escribió y dice: “Yo doy mi batalla con los alumnos, en todos los espacios que tengo, en twitter paso debatiendo y discutiendo, doy mi batalla con la familia, en la tienda, en la parada, en el barrio”.

    Cada quien tiene sus propios espacios para dar sus propias batallas, cada quien tiene que expresar su insatisfacción de cómo están las cosas, pero hay que dar otro salto… buscar organizarse.
    Además sostuve que «estamos en un proceso de descomposición del país» y que todos los signos son claros de parte del ejecutivo continuará avanzando y ganando posiciones.

    Sobre las últimas capturas de dirigentes del FMLN, sostuve que es una muestra que a estas alturas ya todos nos quitamos las máscaras. Ya no hay cortinas, ni humos, ni máscaras. Estamos claros de qué lado está el autoritarismo, la corrupción, la mentira y dónde está la población.

    La clara vuelta al militarismo es un retroceso muy grande. En El Salvador, hubo una guerra para lograr desmontar las dictaduras militares que se sucedieron unas a otras durante el siglo XX, el ejército se volvió el guardián de los intereses de los dominantes, pero con los Acuerdos de Paz se logró enviarlos de nuevo a los cuarteles. Es iluso pensar que la generación que logró esa victoria, con enorme derramamiento de sangre, se quedará de brazos cruzados y permitirá así por así una vuelta al pasado.

    * Periodista y escritor. Director de El Independiente.