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Una necesaria mirada atenta a América Central y al Caribe

Por: Manuel Alcántara Sáez.

Los países de América Central y del Caribe a lo largo del año que concluye se han visto afectados de lleno por la disrupción trumpista que ha transformado radicalmente los asideros de su engarce internacional. De ser un espacio de paso del flujo anual migratorio de cientos de miles de personas que se dirigían a Estados Unidos se ha revertido su papel al habitual establecido entre 1898 y 1990 de patio trasero de estos. Durante aquel lapso casi centenario la continuación de la doctrina Monroe, la política del garrote y la zanahoria, el corolario Roosevelt, la política de las cañoneras, la habilitación del sentido de repúblicas bananeras y la política de buena vecindad sentaron las bases de una relación muy peculiar de orden neocolonial con una presencia económica abrumadora, un avasallamiento militar permanente y una alineación irrestricta en el orden internacional.

La revolución cubana a partir de 1959 supuso un hiato con consecuencias severamente marcadas por la fuerte migración que dejó la isla y, sobre todo, por el efecto mostración de alcance significativo que se extendió más allá del ámbito regional. La floración de movimientos guerrilleros en el vecindario y la proximidad a la Unión Soviética tuvo un impacto relevante en Nicaragua por el triunfo de la revolución sandinista, en El Salvador por la consolidación, tras la firma de los acuerdos de paz de Chapultepec de 1992, de un partido político de izquierda, el FMLN, que llegaría a la presidencia y que configuraría una bancada notable en la Asamblea Legislativa con una presencia también destacada en el orden municipal. La guerrilla guatemalteca, no obstante, fracasó en su empeño revolucionario, a pesar de ser la más antigua de la región, contribuyendo al caos en que quedó inmerso el país. Por su parte, Estados Unidos entre 1965 y 1990 propició acciones militares de envergadura en República Dominicana, Grenada y Panamá.

Con la excepción de Cuba que, no obstante, siguió jugando un papel de animador de procesos de cambio político, siendo el más sobresaliente el acaecido en Venezuela a partir de 1999, los países de la región entraron en la senda de la democratización en la que solo Costa Rica se hallaba inmersa de forma continuada desde 50 años atrás. Los distintos países tuvieron un comportamiento desigual de acuerdo con los índices de calidad de la democracia elaborados por instituciones internacionales.

The Economist Intelligence Unit comenzó su análisis anual en 2006 siendo la tabla adjunta una poderosa referencia visual del estado de las cosas.

Índices de democracia en los principales países de América central y del Caribe

País2006201020132016201920222024
Colombia6,406,556,556,677,136,726,30
Costa Rica8,048,048,037,888,138,298,30
Cuba3,523,523,523,462,842,652,60
El Salvador6,226,476,536,646,155,064,60
Guyana6,156,056,056,256,156,346,11
Jamaica7,347,217,397,396,967,136,14
Guatemala6,076,055,815,925,264,684,50
Haití4,194,003,944,024,572,812,74
Honduras6,255,845,845,925,425,155,00
Nicaragua5,685,735,464,813,552,502,10
Panamá7,357,087,087,137,056,916,80
Trinidad T7,187,166,997,107,167,167,09
R.Dominicana6,136,206,746,676,546,396,60
Surinam6,526,656,776,776,986,956,79
Venezuela5,425,185,074,682,882,232,30

Fuente: The Economist Intelligence Unit. Rango de 1 (el más bajo) a 10 (el más alto)

En el terreno internacional y en su relación con Washington la región hoy vive un momento de zozobra muy diferente al establecido hace apenas poco más de un año por el paso masivo migratorio ya prácticamente interrumpido. La militarización marítima se proyecta en un inusitado despliegue naval frente a la costa venezolana con las consiguientes implicaciones con respecto al canal de Panamá concebido, además, como una presa sujeta a la influencia china, constituye una nota disonante que amenaza la estabilidad del área. Complementariamente, la supuesta “limpieza” de narcotraficantes concebidos como terroristas se ha cobrado ya un centenar de vidas humanas ejecutadas de forma extrajudicial.

La proyección de esa acción quirúrgica al espacio aéreo venezolano y la permanente añagaza de una invasión incrementa la tensión en este país sin dejar de lado a Cuba, origen familiar del actual secretario de Estado norteamericano, donde el fracaso revolucionario protagoniza en un goteo ininterrumpido la salida de la juventud del país, así como una lacerante penuria sin visos de mejora.

Sin embargo, para Panamá hay una buena noticia en este turbulento actual panorama internacional y es su presidencia pro témpore para 2026 de la Comunidad de las Democracias (CoD) tras su cumbre recientemente celebrada en Varsovia. Este foro está integrado por 30 Estados que mantienen los más altos estándares de compromiso democrático, incluyendo países de América, Europa, Asia y África. Panamá forma parte de ese grupo desde el 2023, año en que ingresó a su Junta Gubernativa y que configura un espacio en el que desarrollar firme compromiso del país con el multilateralismo acorde con el hecho de que hace 200 años fuera epicentro de la diplomacia hemisférica con la realización del Congreso Anfictiónico de 1826, punto de partida del multilateralismo americano y mecanismo pionero en la defensa del sistema republicano de gobierno, el estado de derecho y la democracia.

Para el Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS), Asociación de Interés Público panameña, esta situación al igual que la derivada del devenir nacional político, social, económico y cultural de los países que definen América Central y el Caribe amerita una atención especial. Por ello, y fiel a su compromiso que surge de su propia naturaleza, ha puesto en marcha un boletín que recoge material de prensa y de la producción de centros de pensamiento sobre la región. El termómetro es un esfuerzo en esa línea que ve la luz martes y viernes semanalmente y que puede consultares en https://cieps.org.pa/boletines/  o suscribirse aquí.