Australia da el paso de prohibir las redes sociales para menores de 15 años.
Por: Fabián Acosta Rico. *
La noticia ha causado revuelo. Las opiniones están divididas entre aprobaciones y desacreditaciones. La cuenta regresiva ya está en marcha: a partir del 10 de diciembre entrará en vigor la ley que les prohibirá a los menores de 16 años tener cuentas en las más populares redes sociales, como Facebook, Instagram, Kick, Reddit, Snapchat, TikTok, Twitch, X y YouTube.
El debate está sobre la mesa: ¿son perniciosas las redes sociales en el desarrollo y la maduración psicoemocional e incluso cognitiva de los niños y adolescentes? Las voces expertas tampoco se ponen de acuerdo. Para hacer una evaluación objetiva necesitaríamos años, quizás décadas, para elaborar un diagnóstico que arroje resultados contundentes.
En China, la adicción al smartphone amerita la intervención de profesionales de la salud. Fue esta misma nación —que puede presumir de ser una de las más tecnologizadas del planeta— la que también estableció horarios restringidos para que los niños pudieran jugar videojuegos. Ese es el punto: si vamos a empezar a prohibir el consumo de tecnologías en nuestros menores de edad por sus efectos nocivos, es muy probable que los regresemos a la era del yoyo y el balero.
Si bien algo podemos aprender de las clases adineradas del primer mundo, que se están decantando por una crianza sin pantallas, que los niños aprendan y se entreguen, como en antaño, a actividades sin una sobreexposición a la tecnología: que salgan al parque, que anden en bicicleta, que lean libros… Este tipo de formación temprana pareciera la más adecuada para forjar niños sanos física, mental y emocionalmente.
La medida de Australia no fue del todo arbitraria. ¿Por qué? Simple: porque, si bien necesitamos todavía muchos estudios para sentenciar qué tan perniciosas son las redes sociales para los menores de edad, lo cierto es que se siguen multiplicando los casos en que estas han sido una mala influencia. Un niño o adolescente no debería estar preocupado por recibir likes en sus publicaciones, ni estar expuesto a contenidos pensados para públicos más adultos, para los cuales aún no tienen forjado el discernimiento ni el criterio necesario para descartarlos o darlos por ciertos o buenos.
Imaginemos a un adolescente de menos de 16 años viendo videos en YouTube sobre teorías conspirativas ufológicas que afirman que una raza de seres reptilianos domina el mundo desde las sombras del poder… o pensemos en una niña de 12 años asimilando todo tipo de contenidos en TikTok sobre belleza femenina normada por los estándares fisonómicos de las idols o estrellas pop de Corea del Sur. En ninguno de estos dos casos nuestros cibernautas están lo suficientemente maduros, mental y emocionalmente, para interactuar y asimilar estos contenidos. Con el tiempo desarrollarán los filtros cognitivos y morales para hacerlo, pero todo a su tiempo. Mientras tanto, les sería más provechoso practicar algún deporte o aprender a tocar un instrumento.
No menos importante está el asunto de la ciberseguridad. Es sabido que las redes sociales son utilizadas por todo tipo de criminales que emplean perfiles falsos para realizar estafas, robar datos personales y hasta, manipular, hostigar o acosar. Estos delincuentes del Internet representan una amenaza muy seria para los niños y adolescentes, y desafortunadamente los padres no siempre están alertas ante este tipo de riesgos. Recordemos cómo hace unos años se dio el caso del reto de la Ballena Azul, que incitaba sobre todo a los jóvenes a realizar todo tipo de pruebas humillantes que culminaban en el suicidio.
Como lo intitulamos, Australia fue la primera en dar este paso. ¿Cuántas otras naciones la secundarán? Mientras tanto, en la isla de los canguros, según cifras gubernamentales, unos 350 mil usuarios de Instagram y unos 150 mil de Facebook menores de 16 años tendrán que dar de baja sus cuentas o ponerlas temporalmente en suspensión hasta que cumplan la edad reglamentaria para ser usuarios de esta y de otras redes sociales.
*Universidad de Guadalajara – México
