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El Salvador. ¿QUE SE TRAE BAJO LA MANGA PARA EDUCACIÓN EL RÉGIMEN?

Luis Arnoldo Colato Hernández, Educador.

¿Sabes de donde viene el modelo educativo?

No es de Atenas como la mayoría supone.

De Lutero.

Lutero vio la necesidad de financiarse cuando se separó de la iglesia católica, para lo que descubrió el potencial que ofrecía el que los nuevos prosélitos que captaba lo hicieran, lo que calculo lograría reintroduciendo el diezmo.

Para ello envió cartas a los gobernantes alemanes que lo protegían para urgirles a imponer la instrucción pública, para que todos los niños en edad escolar tuvieran la obligatoriedad de asistir a las nuevas escuelas, vendiendo su idea haciéndoles ver que de ese modo el estado no tendría ya que seguir cubriendo los gastos de la reforma, lo que rápidamente aquellos entendieron que, al apropiarse ese modelo de educación, podrían manipularlo para generarse también ingresos para ellos, como para establecer normas comunes por su medio.

Es decir; todo era cuestión de cuánto se ganaría.

Federico el Grande lo retoma y lleva al modelo a su tácito esquema actual, el que conocemos, transformándolo en una proyección del ejército, para que a su vez fuera la escuela la fuente nutricia de aquel, lo que llevó en menos de veinte años a Prusia a convertirse en el primer poder militar de la historia moderna.

El soldado ya no necesitaba que alguien le gritara órdenes, simplemente tenía que leerlas, lo que permitía a la institución castrense reproducirlas «n» veces de acuerdo a su necesidad.

El estado tiene entonces en la escuela un semillero con el que tutela el pensamiento colectivo, al que modela mediante los programas de estudio.

Es decir, conforma la escuela una mera herramienta que más allá de reproducir los graves propósitos pedagógicos que apreciamos en los manuales con que se forman los nuevos educadores, es un espacio en el que el estado establece los parámetros con los que modela conductualmente a sus ciudadanos, lo que apreciamos por ejemplo en la cortesía y orden del estudiante japonés y oriental en general, o en el memorismo bancario que también en general desarrolla el estudiante occidental, para citar dos ejemplos.

Ese memorismo para el caso no tiene el propósito de promover la reflexión o la interpretación de hechos y datos que, por otro lado, simplemente absorbe, sin buscar la comprensión, sino sencillamente ser capaz de repetirlos y reproducirlos.

Por supuesto existen las excepciones, que dependen de educadores comprometidos y hasta idealistas, pero no son la regla, sino meras peculiaridades.

Así, debes haberlo calculado ya, el propósito de colocar en el cargo de ministro de educación a una militar no tiene otro propósito que el de retomar precisamente sus orígenes por parte del régimen, orillando a abandonar cualquier resquicio de la libre cátedra para en cambio imponer el orden castrense, es decir, la sujeción de la cerviz.

Porque el propósito es reducir a la escuela a su mínima expresión, a ser solo una extensión del ejército, a disponerla para favorecer la privatización a favor de los de siempre.

El juego que conocemos.

 

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