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MINISTERIO DE EDUCACIÓN ILETRADO.

POR: MIGUEL BLANDINO.

En los terroríficos años de la anterior tiranía militar fascistoide, que gobernaba fiera y despiadada sobre la población salvadoreña, el humor era un recurso espontáneo de salud mental. El humor negro, obviamente.
Entonces todo era motivo de burla y desprecio hacia los criminales del gobierno y sus secuaces. A cada una de sus acciones el pueblo respondía con un chiste, con la mofa, evidenciando el rechazo absoluto del comportamiento arbitrario y abusivo.
No podía el civil oponerse por la fuerza bruta contra hombres entrenados y con armas de fuego, pero tenía en la guasa una manera de decir “claro que me tienen acogotado, pero sigo siendo libre”.
Había un chiste de todos conocido, que decía que un guardia detuvo a un transeúnte y le ordenó que entregara su cédula de identidad personal – que era una libretita con datos, foto, huellas digitales, firma, etc. y varias hojitas para el sello de cada elección obligatoria-, o sea, que tenía varias páginas.
El ciudadano le entrega su documento al guardia y espera. El guardia agarra la libretita y comienza a leerla, pero el civil se da cuenta que aquel tiene la libreta “patas arriba” y le advierte al uniformado “señor, tiene la cédula al revés”. El guardia furioso le responde con un culatazo en el pecho y le dice “mirá, hijueputa, ¿qué no sabés que la guardia lee como quiere?”
Hoy es igual. La guardia pone a una de sus mujeres armadas a dirigir el Ministerio de Educación ¿y qué, jueputa?, la guardia educa como quiere…
La soldada no sabe nada de educación ¿y quién va a reclamar?
La soldada no ha escrito ni un solo libro ¿y quién va a demandarla por usurpar el cargo?
La soldada no ha convocado al magisterio ni a los sindicatos para acodar la construcción de un proyecto ni de un programa ni de un plan ni de una acción inclusiva como debe ser la Educación ¿y eso qué importa?
El nombramiento de la soldada no obedece a una necesidad de El Salvador como totalidad.
Es un peldaño en la construcción de una sociedad excluyente, racista y clasista.
La población estorba en esa construcción.
La soldada cumple un papel eminentemente ejecutivo y a ella no le importa el qué ni el para qué. Eso lo sabe el dueño del ejército del que su comandante supremo es solo una pieza clave, pero solo otra más, que cumple órdenes.
Si saben leer y escribir o si son idóneos es lo de menos.
El anterior ministro era experto en redes sociales y sabía hacer memes y utilizar emoticones.
La antepasada era turca, como el tirano y muchos de sus socios.
El hub centroamericano del crimen organizado internacional no necesita otra cosa que gente sin escrúpulos y con enormes ambiciones de enriquecimiento sin importar los costos.
Para la soldada es un regalo de la vida que todavía no puede creerse.

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